24 de mayo de 2013

MI HABANA




Mi Habana

No se trata de aquella “Mi Habana” que retratara Álvaro de Villa con su gracejo habitual.  Esta es otra, más nueva, más de estos días, de estos tiempos.  No deja de ser también “mi Habana” para muchos. Ni tampoco deja de ser un buen retrato costumbrista. Hace unos dos años, otro humorista cubano, tal vez su autor,  la retrató desde el escenario de un teatro de la propia Habana y el vídeo circuló profusamente por Internet. Ahora vuelve a hacerlo en forma de relato escrito, esta vez calzado con la firma de Carlos Luis de la Tejera. Tal como lo recibí, lo cuelgo.

Carlos Luis de la Tejera

Mi Habana es una ciudad única, seductora, enajenante, histórica, histérica; con mucho sol y poca luz; con mucha agua... albañal. Es una ciudad de muchas mujeres. Ciudad de contradicciones. La Habana es la única ciudad del mundo donde tú le preguntas a los taxistas para donde van, y ellos te responden a voces, a veces. Los taxistas son como los dueños de la ciudad; y no solo de la ciudad, sino también del lenguaje. La Habana es una ciudad maravillosa. Es la ciudad de las colas: colas del pan, colas de guagua, refresco gaseado de cola. La ciudad de las colas: La Habana. Es inconfundible. Imagínense por ejemplo, a 200 italianos haciendo cola en Roma p´a comerse una pizza. (No pueden).

Yo tampoco. Porque desafortunadamente, jamás he ido a Roma. La cola en la Habana tiene su ética y sus reglas. Se puede poner un amigo, se puede rotar, y se puede marcar 2 veces. Párese 5 minutos donde usted quiera, y verá como se forma una cola detrás de usted. En la cola de la guagua de la Habana hay una química. Un compromiso, una empatía entre sus integrantes. Por ejemplo: Se puede llegar a la cola y decir: - Por favor, ¿quién es la última persona de la cola de la ruta 195 ? ... ¡y te entienden! O puedes llegar y decir: -¿95? ¡Y también te entienden!

La Habana es la ciudad más culta del mundo, donde se han hecho descubrimientos científicos inéditos. Por ejemplo, se ha logrado darle sabor a la temperatura, con la fabricación del " Frozzen ", que sabe a frío.

La Habana, ciudad con un médico por cada 120 habitantes, y un vendedor de aromatizantes por cada 10. ¡Un médico por cada 120 habitantes! ¡qué cifra esa! Sólo superada por algunas ciudades de Venezuela.

La Habana es la ciudad libertad, donde se puede poner música a cualquier hora, donde se puede salir sin camisa y botar basura donde quiera; incluso donde diga: “No botar basura PNR”. ¡La Habana!, ciudad que te desafía, que te seduce, que te dice: - ¡A que no encuentras un teléfono público! ¡?  La Habana, donde se derrumban edificios y se construyen parques, parqueos y organopónicos**.

La Habana, que como vieja coqueta le agradece la cirugía estética a Eusebio Leal con un guiño lascivo. La Habana que ha sido tomada por los Ingleses y por los orientales. La Habana, donde los guapos se saludan con besitos, como si fueran mafiosos de la cosa nostra; donde los testigos de Jehová, que aman al prójimo como a sí mismos, venden los aguacates a 15 pesos, como si fueran mafiosos de la cosa nostra.

La Habana, donde las palmas dan plátanos, amarrados con una cinta roja. La Habana con sus lugares sagrados: Los leones de Prado, los venados del zoológico de 26, los pájaros del YARA; y Coppelia, la catedral del helado, la catedral del amor. Agarre a su pareja de la mano y llévela a Coppelia; pero no espere mas, no deje el amor para otro día; el mismo lunes lleve a su pareja a Coppelia y disfrute del rico rizado de vainilla. Advertencia: Tenga cuidado no quemarse con el agua.

La Habana, con 2 periódicos: Granma, para que te enteres de las noticias y Juventud Rebelde para explicártelas. La Habana, ciudad de los niños que juegan pelota en los jardines del Capitolio.

Tres primeras causas de muerte en la Habana:
Infarto por encabronamiento con la luz.
Infarto por encabronamiento con el agua.
Fractura de cráneo por pelotazo mientras paseabas por el Capitolio.

La Habana, donde nadie se acuesta sin comer. (Ya lo sabe, el día que usted no haya comido, ¡no se acueste!). A mí me encanta mi Habana Mi Habana querida, ¡yo la quiero! No como el amor ridículo a la tierra, ni a la hierba que pisan nuestras plantas. ¡La quiero de verdad! ¡Cuántos recuerdos! Cada plan tareco, cada salidero, cada tupición, cada bronca. Cada ripio blanco colgando en los balcones; cada balcón colgando de un ripio, cada bache. En mi Habana existen baches legendarios. Baches patrimonio natural de la humanidad. Baches de más de 60 años de existencia, baches que si pudieran hablar narrarían la historia de la lucha de nuestro pueblo por la soberanía.

Mi Habana, con su pueblo amante y conocedor del deporte; un pueblo que sabe que en el Karate, la parte de exhibición se llama: Catá, y la parte del combate se llama: Comité. Y mi pueblo, mi pueblo de la Habana, ¡siempre está en combate! Por eso en cada cuadra hay un comité. Dentro de la Habana, está su Lawton: premio nacional al mercado negro 2011. Muchos nacieron en Lawton, viven en Lawton, y por lo que veo, morirán en Lawton.

Amigo europeo, ¡ven a la Habana! ¡Mi Habana te recibe con los brazos abiertos!  Mejor, ¡con las piernas abiertas! Ven a caminar conmigo por una ciudad que erradicó el racismo; por cuyas calles se pasean alemanes de 6 pies, con negras de 8 pies.

Yo nací en la Habana, y siempre me sentiré orgulloso de eso. Hasta ahora nacer en la Habana, no me ha traído problemas, ni prohibiciones... Bueno, en realidad solo una: como nací en la Habana, no puedo ser policía.

Entonces, habanero, date cuenta del don que te ha sido otorgado. ¡Vives en la Habana! No en Madrid, no en Canadá, no en Miami; porque si vivieras en Madrid, serías madrileño, si vivieras en Canadá, serías canadiense, y si vivieras en Miami, serias de la mafia.

Quiere a tu Habana, a mi Habana, a nuestra Habana. ¿No tienes agua? ¡Ya lloverá!  ¿No tienes luz? ¡Ya saldrá el sol! ¿No tienes transporte?... ¡Bueno, ya eso es un poco más complicado!

Cuando se pone el sol, me subo a una azotea, y miro el resto de mi Habana. ¡Perdón!... ¡los restos de la Habana! Porque yo, además de cubano, soy habanero.

Remitido por Pedro Porro

organopónico** Aunque la RAE aún no se ha enterado que esta palabra existe en Cuba, es un espacio abierto donde se facilita al público la venta de vegetales y hortalizas. 

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