23 de mayo de 2013

MUJERES CAMAGÜEYANAS, ANA JOSEFA DE AGÜERO.


Mujeres camagüeyanas:
Ana Josefa de Agüero

 Por  Frank de Varona

Ana Josefa de Agüero fue una de esas valientes mujeres camagüeyanas que fueron grandes luchadoras por la independencia de Cuba. Por sus ideas le costó ver el fusilamiento de su amado esposo, la pérdida por confiscación de todos sus bienes, el exilio y por un tiempo la pérdida de su razón. Su sacrificio por su amada y sufrida patria fue total porque dio todo por alcanzar la libertad de Cuba, a la que nunca pudo ver.

Ana Josefa nació en Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, en el seno de una familia de abolengo y acaudalada en 1818. En su ciudad natal contrajo matrimonio con su primo hermano Joaquín de Agüero y Agüero. Su esposo, que con el tiempo se convirtió en un prócer y uno de los primeros cubanos en luchar y morir por la independencia de Cuba, nació el 15 de noviembre de 1816. Fueron sus padres Miguel Antonio de Agüero y Luisa Agüero. El padre de Joaquín era un rico hacendado y provenía de una familia de mucho abolengo.

Joaquín de Agüero estudió primero en Puerto Príncipe y después en la Habana donde obtuvo el título de Bachiller de Leyes. No pudo ejercer como abogado al enfermarse su padre y tener que regresar a Puerto Príncipe para hacerse cargo de las fincas y negocios de la familia.

Ana Josefa fue muy feliz en su matrimonio con Joaquín y tuvieron tres hijos. Poco después de contraer matrimonio murieron sus suegros. Su esposo Joaquín de Agüero heredó una gran fortuna y ocho esclavos. Inmediatamente Ana Josefa animó a su esposo a darles la libertad a los esclavos que había heredado. Al hacerlo, el matrimonio se ganó la enemistad de las autoridades españolas que querían mantener la esclavitud en Cuba.

En 1842 Ana Josefa y Joaquín fundaron una escuela gratuita en Guáimaro para niños pobres. La mayoría de estos niños eran hijos de los esclavos que él había liberado. Ana enseñó a estos niños a leer y escribir para prepararlos a una vida en libertad. Por este noble gesto la Sociedad Económica de Amigos del País nombró a su esposo socio honorario.

Con la colaboración y apoyo de Ana Josefa, su esposo fundó con un grupo de patriotas camagüeyanos la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe. Los miembros de esta sociedad comenzaron a conspirar contra el gobierno español que oprimía a los cubanos. Adquirieron una imprenta e inundaron de panfletos revolucionarios toda la provincia. Ana Josefa y un grupo de valientes mujeres camagüeyanas apoyaron a sus esposos y familiares y donaron sus ricas joyas de oro y piedras preciosas para recaudar fondos para la revolución.

El 3 de mayo de 1851 el gobernador de Puerto Príncipe, Lemery, dio la orden de arresto de los 12 principales organizadores de la insurrección. Casi todos fueron hechos prisioneros y enviados presos a España. Joaquín de Agüero decidió alzarse en la manigua y cuando se despidió de su esposa Ana Josefa ésta lo abrazó diciéndole «Ve, cumple con tu deber, y que cuando vuelva a abrazarte seas un hombre libre». Este levantamiento fue 17 años antes del Grito de Yara del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes. A Camagüey le corresponde el honor de haber iniciado la lucha por la independencia de Cuba.

Con unos 44 hombres Joaquín de Agüero lanzó su grito de independencia en la loma de San Carlos en la finca San Francisco de Jucaral, partido de Cascorro. Agüero les habló a sus soldados diciendo «Este es el momento más grande de mi vida y sólo se puede comparar con el día en que di libertad a mis esclavos».

Agüero decidió atacar a Tunas, pero ni él ni sus hombres, tenían experiencia militar. Al atacar a Tunas en la oscuridad de la noche los patriotas, sin reconocerse, pelearon entre sí. Mientras Agüero y sus hombres eran perseguidos por los españoles, su esposa Ana Josefa y otras mujeres camagüeyanas preparaban vendas para los heridos y la bandera que debía enarbolar Joaquín de Agüero. A ella se debe la gloria de quizás haber sido la diseñadora de la primera bandera de la estrella solitaria que se hizo en nuestra patria.

Ana Josefa, quien siempre apoyó la independencia de Cuba, escribió una carta a su esposo el 30 de junio de 1851. Entre otras cosas decía «Mi bien, mi soldado, me parece que ninguna ofrenda puedo hacerle más grata ni más oportuna que la bandera de nuestra patria, así es con placer indecible la proyecté y la trabajé ayer».

Un traidor entregó a Agüero y sus soldados a los españoles. Después de su captura fueron torturados mientras los llevaban a Puerto Príncipe y encerrados en el calabozo del cuartel de la Vigía.

Los prisioneros fueron sometidos a un consejo de guerra y condenados al garrote. La sociedad camagüeyana acudió ante el gobernador a interceder por los prisioneros pero sus súplicas fueron ignoradas.

El verdugo que hacía funcionar el garrote fue envenenado por un camagüeyano y arrojado a la plaza mayor. Entonces los españoles decidieron fusilar a Joaquín de Agüero y a tres de sus compañeros, Tomás Betancourt, Fernando de Zayas y Miguel Benavides. A las seis de la mañana del 12 de agosto de 1851 en la Sabana de Arroyo Méndez fueron fusilados Joaquín de Agüero y los otros tres patriotas camagüeyanos por la espalda. Fernando de Zayas antes de ser fusilado les gritó a los camagüeyanos que presenciaban la ejecución «Pueblo de Camagüey muero por la libertad de Cuba».

Toda la ciudad de Camagüey guardó luto. Para protestar el martirio de estos patriotas se sembraron cuatro palmas en su memoria en la plaza pública de Puerto Príncipe. Las principales familias se fueron al campo y las camagüeyanas se cortaron el cabello en señal de protesta. Después circuló por Puerto Príncipe una cuarteta que decía:

Aquella camagüeyana
que no se cortase el pelo,
no es digna en nuestro suelo
la miremos como hermana.

Después del fusilamiento de Joaquín de Agüero y los otros tres patriotas,  todos sus bienes fueron confiscados por el gobierno de España. Ana Josefa perdió el uso de la razón por varios días debido a su gran dolor. Cuando salió de ese estado, Ana Josefa se volvió en una anciana de cabellos blancos, como la reina de Francia María Antonieta al conocer que su esposo el rey Luis XVI había sido guillotinado.

Ana Josefa partió con sus hijos al exilio en Nueva York y allí siguió luchando por la libertad de Cuba. Como muchas mujeres camagüeyanas que partieron al exilio en los Estados Unidos después la implantación del tiránico gobierno comunista en Cuba, Ana Josefa vivió en la pobreza mientras trabajaba duramente para mantener y educar a sus hijos. Ella siempre repetía la frase de su esposo en la víspera de su fusilamiento, «Y ese pueblo ¿Qué hace?» Ana Josefa murió en esa ciudad el 25 de diciembre de 1868 poco después del comienzo de la Guerra de los Diez Años.

Su esposo, el insigne patriota Joaquín de Agüero y Agüero,
ha sido honrado con una plaza y un obelisco en el lugar donde fue fusilado. Una calle y un colegio en Camagüey llevan su nombre y la República de Cuba creó un sello aéreo de 12 centavos en su honor. Este patriota camagüeyano fue uno de los primeros en entregar su vida por la independencia de Cuba.

Hoy en día hay muchas mujeres cubanas que luchan y han luchado por la libertad de Cuba. Muchas valientes mujeres cubanas han sufrido largos años de prisión con golpizas, humillaciones y todo tipo de abusos y maltratos. Las Damas de Blanco han sufrido ataques con cuchillos. arrestos, golpizas y han sido escupidas y arrastradas por el piso por las turbas monstruosas de Seguridad del Estado por solo marchar pacíficamente por las calles de varias ciudades de Cuba reclamando la liberación de todos los presos políticos.

Ana Josefa de Agüero debe siempre ser recordada por todos los cubanos por su amor a la patria y su independencia, su valentía y su entrega completa a Cuba.

Reproducido del blog http://eichikawa.com
Remitido por María del Carmen Expósito

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