29 de enero de 2011

AOLUCIÓN RADIAL DEL ARZ. DE CAMAGÜEY



ALOCUCIÓN RADIAL DE MONS. JUAN GARCÍA RODRÍGUEZ CON MOTIVO DE LA LLEGADA DE LA VIRGEN PEREGRINA A LA ARQUIDIÓCESIS DE CAMAGÜEY

La Biblia en el evangelio de Lucas, capítulo 1, versículo 39, nos dice:

“Por aquellos días María se puso en camino y fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Entonces entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel”.

Nosotros podemos decir:

El domingo 30, la Virgen se pone en camino y llega a la ciudad de Guáimaro y a la provincia y arquidiócesis de Camagüey.

¿Quién nos visita?

La misma Virgen María que visitó a su prima Isabel, la misma Virgen que llevaba en su seno al Hijo de Dios hecho hombre, la misma Virgen que ayudó a unos recién casados en dificultades, la misma Virgen que estaba al pie de la cruz donde moría su Hijo y Él nos la entregó por madre, la misma Virgen que vio a Su Hijo resucitado, la misma Virgen que rezó con los apóstoles rogando la venida del Espíritu Santo, la misma Virgen que fue llevada al cielo junto a Su Padre Dios. La misma Virgen que haciendo su papel de mamá de todos los cubanos se hizo presente en la bahía de Nipe a tres cubanos mediante una imagen que flotaba sobre una tabla que decía: “Yo soy la Virgen de la Caridad”.

 La Virgen nos visitará mediante una imagen llamada Mambisa que se venera en la Iglesia de Santo Tomás, Santiago de Cuba. Se ha dicho que los mambises orientales se llevaron por un tiempo esta imagen a la manigua, práctica que no era rara entre las tropas mambisas pues se hacían acompañar frecuentemente por imágenes de la Virgen de la Caridad.

¿Qué nos trae la Virgen?

La caridad y el amor que ella vivió. La Biblia, en la primera carta de San Pablo a los Corintios, capítulo 13, versículos 1 al 8 nos describe lo que nos regala la Virgen.

“Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que suena o platillo que retumba. Y aunque tuviera el don de hablar de parte de Dios y conociera todos los misterios y toda la ciencia; y aunque mi fe fuera tan grande como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy. Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia ni orgullo ni arrogancia. No es grosero ni egoísta, no se irrita ni es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca pasará.”

En muchas de nuestras casas hay un cuadro o estampa de la Virgen de la Caridad y si no la tienes, puedes pedirla en tu Iglesia católica.

En estos días de la visita de la Virgen ¡qué bueno sería todos los de la casa encontrarnos frente a la estampa de la Virgen y leer el texto bíblico de la primera carta a los Corintios, capítulo 13, que acabamos de escuchar.

¡Qué hermoso sería comentarlo y expresar nuestra opinión sobre lo que es la Caridad y cómo vivirla en nuestro hogar!  Después vale la pena correr tras la Virgen que llega a nuestro pueblo y rogarle a Ella todos juntos la caridad y el amor para nuestra familia.  

Entonces el amor de los esposos se hará más fuerte y nada ni nadie lo podrá romper; el amor del padre y de la madre indicará a los hijos cómo la disponibilidad y el sacrificio por los demás nos lleva a la felicidad verdadera; las embarazadas sentirán un mayor cariño, dedicación y entrega al fruto bendito de su vientre; las suegras y las nueras, los suegros y los yernos se tratarán como padres e hijos; los enfermos se sentirán más atendidos y queridos; los hermanos fajados volverán a la fraternidad.

Gocemos y disfrutemos estas maravillas que la Virgen viene a traernos. Todas estas bendiciones que pedimos para nuestra familia, las deseamos y rogamos para nuestros vecinos que comparten alegrías y penas con nosotros. Ellos son hijos de la Virgen y por tanto nuestros hermanos. La Virgen nos pide auxiliarlos, ayudarlos, acompañarlos. Al lado de ellos queremos estar cuando llegue la Virgen a nuestro pueblo. Ella nos dirá la Palabra de Dios que tantas veces meditó e hizo oración y que se encuentra en la Biblia, en la carta a los Romanos, capítulo 12, versículos 9 al 21:

“Que el amor entre ustedes no sea hipócrita; aborrezcan lo malo y pónganse de parte de lo bueno. Apréciense unos a otros como hermanos y sean los primeros en estimarse unos a otros. No sean perezosos para el esfuerzo; manténganse fervientes en el Espíritu y listos para el servicio del Señor. Vivan alegres por la esperanza, sean pacientes en el sufrimiento y perseverantes en la oración. Compartan las necesidades de los creyentes; practiquen la hospitalidad. Bendigan a quienes los persiguen; bendigan y no maldigan. Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros y no sean engreídos, antes bien pónganse al nivel de los sencillos. Y no sean autosuficientes. A nadie devuelvan mal por mal; procuren hacer el bien ante todos los hombres. Hagan lo posible, en cuanto de ustedes dependa, por vivir en paz con todos. No hagan justicia por sus propias manos, queridos míos, sino dejen que Dios castigue, pues dice la escritura: A mí me corresponde hacer justicia; yo daré su merecido a cada uno. Esto es lo que dice el Señor. Por tanto, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que enrojezca de vergüenza. No te dejes vencer por el mal; por el contrario, vence al mal a fuerza de bien.”

Todo esto lo queremos y rogamos para todos los cubanos, hijos de la Virgen, hermanos nuestros, miembros de nuestra gran familia.

Cuando llegue la Virgen a Guáimaro, puerta oriental de nuestra arquidiócesis, el domingo 30 de enero, a las 10 de la mañana, tocaremos todas las campanas de nuestras iglesias como signo de unidad, comunión y alegría.

El viernes 18 de febrero, día en que llega a nuestra ciudad de Camagüey, a las 5:30 de la tarde, tocaremos todas las campanas a esa hora como bienvenida. Cuando peregrine hacia Cunagua, provincia y diócesis de Ciego de Ávila, desde Esmeralda el domingo 13 de marzo, tocaremos todas las campanas a las 8 de la mañana como acción de gracias por las innumerables bendiciones que nos dejará la Virgen.

Gracias, Virgencita, por visitarnos, acompañarnos, consolarnos, indicarnos el Camino, la Verdad y la Vida y unirnos en el amor a todos. Y la bendición de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y sus familias y permanezca para siempre.  Amén.

Juan García Rodríguez,
Arzobispo de Camagüey.
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"Déjame tomar asiento", los versos de Emilio Ballagas incorporados por José María Vitier a su "Misa Cubana", en el siguiente vídeo de Youtube:



http://www.youtube.com/watch?v=mORKV04ZAHY&feature=related

1 comentario:

  1. Mon, Juan, como siempre, nos demuestra que ha sido un seguidor excelente y digno de nuestro inolvidable Adolfo. Si todos siguiéramos sus consejos podríamos vivir en paz y armonía porque "el amor todo lo puede".
    Bertha Porro

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