Lo que el viento no se llevó
Por Emilio de Armas
Después de leer el artículo “Radio Paz: lo que el viento se llevó”, del P. Alberto Cutié, considero necesario rectificar algunas de sus afirmaciones sobre el periódico La Voz Católica, del que fui editor ejecutivo durante el período 2004-2008.
El viernes 27 de junio, una decisión administrativa del P. Alberto Cutié puso fin a más de 25 años de ininterrumpido trabajo en la redacción de LVC, cuatro días después de que fuera a imprenta la edición de ese mes (lunes 23). Cuando esta edición comenzó a circular, el miércoles 25, yo no había tenido aún noticia alguna de que el cierre del periódico estaba decidido. Esperaba, sí, que se adoptaran medidas para reducir los gastos de producción de la publicación, con el fin de que ésta sobreviviera a la crisis económica que ya había causado dolorosos despidos en la Arquidiócesis de Miami. Algunas de estas medidas habían sido propuestas por mí un mes antes a la Arquidiócesis, y ellas incluían cinco puntos fundamentales:
El viernes 27 de junio, una decisión administrativa del P. Alberto Cutié puso fin a más de 25 años de ininterrumpido trabajo en la redacción de LVC, cuatro días después de que fuera a imprenta la edición de ese mes (lunes 23). Cuando esta edición comenzó a circular, el miércoles 25, yo no había tenido aún noticia alguna de que el cierre del periódico estaba decidido. Esperaba, sí, que se adoptaran medidas para reducir los gastos de producción de la publicación, con el fin de que ésta sobreviviera a la crisis económica que ya había causado dolorosos despidos en la Arquidiócesis de Miami. Algunas de estas medidas habían sido propuestas por mí un mes antes a la Arquidiócesis, y ellas incluían cinco puntos fundamentales:
1) reducir la cantidad de páginas de cada tirada mensual, de 28 páginas a 20;
2) reducir la circulación mensual, de 45,000 ejemplares a 35,000;
3) reducir la tirada de las dos ediciones extraordinarias anuales (Semana Santa y Navidad), de 149,000 ejemplares, insertados mayormente en El Nuevo Herald, a 35,000 cada una;
4) considerar la supresión de la costosa plaza de gerente de ventas, y poner la promoción de anuncios en manos de agentes por cuenta propia, como se había hecho con éxito en el pasado;
y 5) dar al equipo editorial de LVC la responsabilidad de administrar su presupuesto anual (que estaba en manos de la gerencia de Radio Paz desde enero del 2005).
La adopción de estas medidas disminuiría los costos de producción de LVC en unos $70,000 al año, y permitiría salvar al periódico, al menos durante un año más.
El 15 de mayo del 2008, después de considerar mi propuesta, Mons. William Hennessey, vicario general de la Arquidiócesis de Miami, le envió al P. Cutié una carta (de la cual conservo copia, como también de la propuesta mencionada), en la que le decía –cito y traduzco del original en inglés: “Como parte de las decisiones generales sobre ahorros en los costos, el Arzobispo Favalora ha ordenado que el presente subsidio de $248,000 para la producción de La Voz Católica se reduzca en el año próximo en $100,000, hasta que no haya subsidio. Le incluyo una propuesta de Emilio de Armas para iniciar la reducción del subsidio. Por favor, reúnase con Emilio para reducir el subsidio en la suma requerida de $100,000 para el año fiscal 2008-2009”.
En espera de la reunión que el vicario general, escribiendo –como es su función, en nombre del arzobispo– nos había ordenado sostener a ambos, lo único que recibí del Padre Cutié fue una llamada telefónica, en la que me acusó de causar la pérdida de los $248,000 que la Arquidiócesis, según él, le hubiera dado a Radio Paz para operar La Voz Católica.
Sin más noticias del P. Cutié, el viernes 27 de junio dos subordinados administrativos enviados por él, se presentaron en las oficinas de LVC para ejecutar el cierre del periódico y el despido de sus cinco empleados. La razón que se nos dio parecía inapelable: el presupuesto del año fiscal 2008-09 no cubriría los gastos básicos de producción.
Las palabras de despedida que, como editor del periódico, hubiera querido escribir en la última edición, tuve que decirlas allí mismo, para dar las gracias a mi equipo editor por la dedicación, el profesionalismo y la honda calidad humana con que me acompañaron durante los cinco años en que tuve en mis manos la edición de LVC.
Mi última tarea fue escribir una apresurada nota, dirigida “A los lectores de La Voz Católica”, para que apareciera en la página digital del periódico. En dicha nota anuncié lo que se nos acababa de informar: el cierre de LVC. Mi nota permaneció allí sólo unas horas más, y fue sustituida por el siguiente “Comunicado sobre el futuro del periódico La Voz Católica”, del Padre Cutié: “Por este medio informamos a los lectores, suscriptores y patrocinadores, que el periódico La Voz Católica se encuentra en una etapa de reestructuración durante este verano. Dios mediante, La Voz Católica saldrá bajo su nuevo formato en el mes de Septiembre de 2008. La Voz Católica continuará siendo publicada por el Arzobispo de la Arquidiócesis de Miami y bajo la dirección de Pax Catholic Communications…”
En septiembre de aquel mismo año, apareció una Voz Católica en manos de los periodistas radiales de Radio Paz. Según afirma Cutié en el artículo al que respondo, “sin apoyo alguno de la Arquidiócesis” (¿le retiraron también los $148 mil restantes después de la anunciada reducción de $100 mil?). “La Voz”, continúa Cutié, “bajó drásticamente su costo de $548 mil (¿de dónde se tomó esta cifra?) a unos 100 mil al año” (algo muy semejante a la suma mencionada en la propuesta que él rechazó), gracias a que – escribe– “preparamos un plan para salvarla (asesorados por miembros del equipo de El Catolicismo de Bogotá)”.
El 15 de mayo del 2008, después de considerar mi propuesta, Mons. William Hennessey, vicario general de la Arquidiócesis de Miami, le envió al P. Cutié una carta (de la cual conservo copia, como también de la propuesta mencionada), en la que le decía –cito y traduzco del original en inglés: “Como parte de las decisiones generales sobre ahorros en los costos, el Arzobispo Favalora ha ordenado que el presente subsidio de $248,000 para la producción de La Voz Católica se reduzca en el año próximo en $100,000, hasta que no haya subsidio. Le incluyo una propuesta de Emilio de Armas para iniciar la reducción del subsidio. Por favor, reúnase con Emilio para reducir el subsidio en la suma requerida de $100,000 para el año fiscal 2008-2009”.
En espera de la reunión que el vicario general, escribiendo –como es su función, en nombre del arzobispo– nos había ordenado sostener a ambos, lo único que recibí del Padre Cutié fue una llamada telefónica, en la que me acusó de causar la pérdida de los $248,000 que la Arquidiócesis, según él, le hubiera dado a Radio Paz para operar La Voz Católica.
Sin más noticias del P. Cutié, el viernes 27 de junio dos subordinados administrativos enviados por él, se presentaron en las oficinas de LVC para ejecutar el cierre del periódico y el despido de sus cinco empleados. La razón que se nos dio parecía inapelable: el presupuesto del año fiscal 2008-09 no cubriría los gastos básicos de producción.
Las palabras de despedida que, como editor del periódico, hubiera querido escribir en la última edición, tuve que decirlas allí mismo, para dar las gracias a mi equipo editor por la dedicación, el profesionalismo y la honda calidad humana con que me acompañaron durante los cinco años en que tuve en mis manos la edición de LVC.
Mi última tarea fue escribir una apresurada nota, dirigida “A los lectores de La Voz Católica”, para que apareciera en la página digital del periódico. En dicha nota anuncié lo que se nos acababa de informar: el cierre de LVC. Mi nota permaneció allí sólo unas horas más, y fue sustituida por el siguiente “Comunicado sobre el futuro del periódico La Voz Católica”, del Padre Cutié: “Por este medio informamos a los lectores, suscriptores y patrocinadores, que el periódico La Voz Católica se encuentra en una etapa de reestructuración durante este verano. Dios mediante, La Voz Católica saldrá bajo su nuevo formato en el mes de Septiembre de 2008. La Voz Católica continuará siendo publicada por el Arzobispo de la Arquidiócesis de Miami y bajo la dirección de Pax Catholic Communications…”
En septiembre de aquel mismo año, apareció una Voz Católica en manos de los periodistas radiales de Radio Paz. Según afirma Cutié en el artículo al que respondo, “sin apoyo alguno de la Arquidiócesis” (¿le retiraron también los $148 mil restantes después de la anunciada reducción de $100 mil?). “La Voz”, continúa Cutié, “bajó drásticamente su costo de $548 mil (¿de dónde se tomó esta cifra?) a unos 100 mil al año” (algo muy semejante a la suma mencionada en la propuesta que él rechazó), gracias a que – escribe– “preparamos un plan para salvarla (asesorados por miembros del equipo de El Catolicismo de Bogotá)”.
Quienes recuerden los pocos números de aquella Voz Católica, no habrán podido olvidar su abrumadora cantidad de faltas de ortografía y de redacción, sus incontables erratas (alguien bromeó diciendo: “es un nido de erratas”), su falta de proyección arquidiocesana, y la paupérrima calidad intelectual de una parte de su contenido.
Y cuando el Padre Cutié abandonó la Iglesia Católica Romana para reaparecer desde la Episcopal, aquella Voz Católica no volvió a publicarse. El periódico que sirvió durante más de un cuarto de siglo a la importante población hispano-católica de la Arquidiócesis de Miami, y en cuya dirección me precedieron respetados periodistas como Gustavo Pena, Dora Amador y Araceli Cantero, se hundió lastimosamente en el silencio, con todo el contenido de su sitio en la Red.
Pero no todo se lo llevó el viento, como proclama la inolvidable canción de Bob Dylan:
Sí, ¿cuántas veces puede un hombre virar su cabeza pretendiendo que no ve? La respuesta mi amigo se la lleva el viento en el aire… La respuesta es, se la lleva el viento.
Emilio de Armas
Miami, FL.
ejdearmas@yahoo.es
Y cuando el Padre Cutié abandonó la Iglesia Católica Romana para reaparecer desde la Episcopal, aquella Voz Católica no volvió a publicarse. El periódico que sirvió durante más de un cuarto de siglo a la importante población hispano-católica de la Arquidiócesis de Miami, y en cuya dirección me precedieron respetados periodistas como Gustavo Pena, Dora Amador y Araceli Cantero, se hundió lastimosamente en el silencio, con todo el contenido de su sitio en la Red.
Pero no todo se lo llevó el viento, como proclama la inolvidable canción de Bob Dylan:
Sí, ¿cuántas veces puede un hombre virar su cabeza pretendiendo que no ve? La respuesta mi amigo se la lleva el viento en el aire… La respuesta es, se la lleva el viento.
Emilio de Armas
Miami, FL.
ejdearmas@yahoo.es
Publicado en el Diario Las Américas
Qué se puede esperar de una persona que no es capaz de asumirse a si mismo como lo que es? Un homosexual egodistónico es un ser triste y peligroso y esto es lo que es el Cutié.
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