13 de diciembre de 2009


La historia del turrón

Turrón y Mazapán son dos productos elaborados a base de almendras y azúcares cuyo origen se remonta a siglos y siglos atrás. Se presume que ya en la época griega se preparaba una pasta compuesta por frutos secos (almendra principalmente) y mieles, la cual servía a los deportistas griegos como producto energético para participar en las Olimpiadas.

Más recientemente, se han constatado datos históricos que aseguran que el turrón ya existía en la villa de Sexona (actual Jijona) en el siglo XVI. Los árabes fueron los que introdujeron este dulce, y así lo reconoce el Consejo Regulador de las Indicaciones Geográficas Protegidas del Turrón de Jijona y Alicante. Los árabes poseían la fórmula de un alimento nutritivo que se conservara en buenas condiciones durante una larga estancia y que fuera transportado fácilmente por sus ejércitos sin peligro de intoxicación.

El carismático jijonenco, Fernando Galiana, quien dedicó muchos años de su vida a estos estudios, establece que la palabra turrón procede de torrat, que era una mezcla de miel y frutos secos que se cocía directamente en el fuego para dar una masa consistente y fácil de manejar. Existen más versiones, y en Jijona, se cuenta incluso una leyenda que nos narra, a modo de cuento, cómo se originó el turrón:

«Por aquellos tiempos, el Rey contrajo matrimonio con una princesa escandinava, por lo cual ésta tuvo que venir a estas tierras dejando atrás su frío país de origen. La princesa se sintió muy triste al no poder disfrutar de los bellos paisajes de su país llenos de nieves perpetuas. El rey, desesperado por ver a la nueva reina decaída, para evitar su tristeza, tuvo la idea de plantar por todos sus territorios, alrededor del castillo, miles de almendros. De este modo, cuando los almendros florecieron, sembraron el paisaje de tonalidades blancas, de tal modo que todo parecía nevado, y la princesa volvió a recuperar su felicidad. Los habitantes de Jijona, a partir de ese momento, aprendieron a recoger los frutos de los almendros y a tratarlos, elaborando así las primeras muestras de turrón y derivados.»

Y así acaba la leyenda... Hay otras ciudades como Toledo y Agramunt en las que también se tienen referencias históricas de la elaboración de turrón y mazapán, sobre todo del tipo de este último, a pesar de que Jijona se erige como la ciudad del turrón y documenta históricamente su origen.

Jijona y Alicante, ciudades ambas de la comunidad valenciana, han dado nombre a los dos tipos de turrón de almendra, también conocidos como «duro» y «blando». El blando, confeccionado con la almendra molida, es que lleva el nombre de «Jijona». En cambio, el turrón «duro» o «de Alicante», es que se hace empleando las almendras picadas en trocitos.

De todos es sabido que el consumo de turrón prácticamente se reduce a las fechas navideñas. Respecto a este tema, cabe destacar un libro de Francisco Martínez Montiño titulado “CONDUCHOS DE NAVIDAD”, que data de 1584. Su autor era el jefe de cocinas de Felipe II y en él se reflejaba ya la costumbre de comer turrón en las fechas navideñas en el siglo XVI.

La mayoría de las fábricas de turrón centran su mayor producción en los meses previos a Navidad (generalmente, desde Septiembre a Diciembre) para poder abastecer a España y resto del mundo (Japón, EEUU, Cuba, Venezuela, Argentina, Costa Rica, Francia, Alemania, etc.) del ansiado y esperado dulce de Navidad. El resto del año cierran sus puertas a la vez que esperan el inicio de la nueva campaña.

A lo largo de mucho tiempo, sobre todo a finales del siglo XIX y principios del XX, otras muchas familias jijonencas se fueron a vender turrón en toda España, con las dificultades que ello suponía para la época. Llegaban con los carritos cargados y trataban de vender todas sus mercancías para volver a Jijona con el sustento ganado. Conforme el negocio iba prosperando, era bastante típico montar las tiendas en los portales de las casas céntricas de la ciudad.

Hoy en día, todavía existen negocios centenarios que han mantenido la tradición de vender turrones y mazapanes en estos portalitos antiguos y casi derruidos, e incluso obtienen mayores ventas en ellos que en nuevas tiendas montadas a posteriori. Siguiendo con la tradición jijonenca, la mayoría de estos negocios que inicialmente eran de turrón, han derivado también en venta de helados, aunque también ha ocurrido al contrario.

A modo de anécdota podemos contar la historia del "tio Ostrólica", turronero en Barcelona, quien apurado por el mal tiempo que llevó a que la gente no saliera a la calle a comprar, decidió correr una aventura para poder vender todo el turrón que le quedaba. Se dirigió hacia el puerto y se embarcó con destino desconocido. Al cabo de unos meses regresó a su Jijona natal, donde le aguardaba su família. Cuando le preguntaron que dónde había estado, sólo supo responder lo que había oido puesto que en este lugar no entendía lo que sus gentes decían: dijo que había estado en Ostrólica o algo así. Definitivamente, había estado en Australia, ni más ni menos.

Editado de http://www.turronesydulces.com
Ilustración: google
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2 comentarios:

  1. Anónimo12/14/2009

    Hoy he sacado dos conclusiones de la Gaceta.
    Primera de la Frase del día
    "Los libros son las abejas
    que llevan el polen
    de una inteligencia a otra".
    La invasiones de antes, eran como los libros, llevaban los conocimientos de una nación a otra, yéndonos mas atrás de una tribu a otra, a lo mejor así fue como se expandió el conocimiento del fuego y de la rueda.
    Así fue como llegó el turrón a España como dice en la historia del turrón, el conocimiento de los números arábigos y así cuantos conocimientos mas se fueron esparciendo de una nación a otra, verdad que fueron unos bárbaros en su trato con los nativos a los cuales invadían, pero si no hubiese sido por las tribus nómadas en busca de mejores lugares para la comida de sus animales, el homo-sapiens todavía no hubiese aprendido a caminar derecho. Si no hubiese sido por encontrar un camino para llegar a Cipango en busca de especias para aderezar las comidas, todavía Europa estuviera sin la papa y América estuviera comiendo casabe, sin conocer el delicioso gusto de comer crepe o un pedazo de pan .
    Felicidades a la Gaceta que esta pasando una Navidad mas y a todos los que de alguna manera han cooperado con su publicación y mantenimiento.
    Gladys

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  2. Has llegado a dos certeras conclusiones, Gladys, equiparando lo que nos dejan las invasiones con lo que nos trasmiten los libros. Y aquí hay que reconocer que no todos los libros trasmiten buenas ideas, algunos se limitan a contar falsedades.

    Es verdad, en toda la historia humana, las civilizaciones se han nutrido de lo que a su paso van dejando los pueblos en sus migraciones, sus conocimientos, sus hábitos y costumbres.

    A veces, y lamentablemente, nos dejan también malas herencias, o los beneficios que nos ofrecen resultan muy costosos en vidas humanas y derechos reprimidos.

    ¡Que disfrutes también de una feliz Navidad junto a Hermes, tus hijos y nietos!

    Abrazos,
    Lolita

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