Las tres semanas
que estremecieron a Washington
y sus suburbios
que estremecieron a Washington
y sus suburbios
Ana Dolores García
Fue en el mes de octubre de 2002. Hace apenas unas semanas volvimos a recordar aquellos días de inseguridad, angustia y terror que vivimos los habitantes de Washington DC y de los suburbios de Maryland y Virginia. Incluso, la muerte llegó a más allá de 100 millas al Sur de la capital.
El hecho cobra actualidad nuevamente porque se ha señalado la ejecución de John Allen Muhammad para dentro de cinco días. Es curioso resaltar la cobardía que anima siempre a quienes disfrutan cuando matan y no muestran tener piedad para ello. La misma que reclaman para sí. Dicen que el Che Guevara, bien apodado «el carnicero de La Cabaña», suplicaba de rodillas antes de ser ejecutado: «No disparen, valgo más vivo que muerto». John Allen Muhammad, el «Beltway sniper», está haciendo más o menos lo mismo. Sus abogados aducen que no tuvo representación adecuada durante el juicio y alegan también motivos de demencia. Por todo ello y como último recurso, han elevado el caso a la Corte Suprema.
Antes de continuar, vale la pena preguntarnos: ¿se es solamente asesino por apretar un gatillo? John Allen Muhammad no fue quien apretara siempre el gatillo del rifle que cegó las vidas de 10 personas e hirió a tres más durante aquellos fatídicos días. Hizo peor, porque envenenó la mente de un menor de edad que ha cargado con esas muertes y ahora su vida tendrá que vivirla detrás de barrotes. Le enseñó a disparar un rifle de mirilla telescópica y, o fue tan buen maestro o el discípulo tan buen alumno, que no falló ningún disparo.
John Lee Malvo, entonces de 17 años, natural de Jamaica y sin papeles de residencia en este país, se confesó autor de algunas de las muertes. Fueron juzgados por separado, tanto en el Estado de Virginia como en el de Maryland y ambos mintieron y se desmintieron. En el juicio que se le siguió a Muhammad en el Condado de Montgomery, MD, Malvo confesó los detalles de todos los asesinatos y del plan ideado por Muhammad. Se componía de tres partes, del que sólo pudieron llevar a cabo la primera de ellas, planeada para aterrorizar y asesinar en el área de Washington. El escenario de los crímenes se extendería luego a Baltimore, donde una de las víctimas sería una mujer en estado de gestación y otra, un policía de Baltimore. Tenían pensado la detonación de material explosivo durante el funeral de éste, lo que provocaría la muerte de otros policías más. Y la tercera fase, la que motivaba el baño de sangre de víctimas seleccionadas al azar, era reclamar del Gobierno Federal diez millones de dólares y establecerse en Canadá para fundar allí una comunidad de niños negros y huérfanos.
Finalmente fueron apresados en la medianoche del 23 al 24 de octubre mientras dormían en un estacionamiento para descanso en la Ruta 70 cerca de Frederick, Maryland, gracias al aviso de un civil. Encontraron el rifle en el maletero del vehículo, en donde se escondía el joven Marlo para hacer los disparos a través de un disimulado agujero.
Las víctimas fueron:
Miércoles 2 de octubre
James D. Martin, de 55 años, sufrió un disparo en el estacionamiento de una tienda de comestibles en Wheaton, Maryland.
Jueves 3 de octubre
James "Sonny" Buchanan, de 39 años, lo mataron mientras cortaba el césped. Buchanan fue identificado como el hijo de un policía retirado del condado de Montgomery.
Pren Kumar Walekar, de 54 años, un taxista que murió mientras cargaba gasolina a su auto en el Condado de Montgomery, Maryland
Sarah Ramos, de 34 años, joven hispana que esperaba el bus junto a la oficina postal de Leissure World, Wheaton, Condado de Montgomery, Maryland. (Aquí apareció la pista de una "camioneta blanca", después que un testigo informó que un vehículo blanco de estilo de camioneta o furgón había salido rápidamente del estacionamiento de la oficina postal. Ello resultó ser una pista falsa que originó la detención de cuanta camioneta blanca circulaba por Washington y alrededores en esos días).
Lori Ann Lewis-Rivera, de 25 años, sufrió un disparo en una gasolinera.
Pascal Charlot, de 72 años, lo mataron cuando caminaba en una calle en Washington, DC. Fue trasladado a un hospital, donde murió menos de una hora después. Éste fue el único asesinato ocurrido en Washington y el primero perpetuado durante la noche.
Viernes 4 octubre
Sobrevivió una mujer de 43 años a la que dispararon en un estacionamiento mientras ponía sus compras en un automóvil en Fredericksburg, Virginia..
Lunes 7 octubre
El francotirador disparó contra un niño de 13 años que llegaba a su escuela en Prince George County, en Maryland.
Miércoles 9 octubre
Una nueva víctima en una gasolinera. Dean Meyers, ingeniero civil de 53 años, murió cuando cargaba gasolina en Manassas, Virginia. Regresaba a su casa desde la oficina. Murió de un balazo.
Viernes 11 octubre
Kenneth H. Bridges de 53 años, sufrió un disparo -en la parte superior del cuerpo- mientras cargaba gasolina en una estación en Fredericksburg, Virginia. Murió tras llegar al hospital gravemente herido.
Lunes 14 octubre
Linda Franklin, de 47 años, murió por un disparo en la cabeza en el estacionamiento de Home Depot en Falls Church, Virginia. Se encontraba junto a su marido.
Sábado 19 octubre
Un hombre de 37 años recibió un disparo en el estómago cuando se dirigía a su auto con su esposa tras cenar en un restaurante en un suburbio de Richmond, VA.
Martes 22 de octubre
Conrad Johnson, conductor de un autobus, de 35 años, murió de un disparo en la parte superior del cuerpo, en el condado de Montgomery, Maryland, donde el asesino había iniciado su serie de asesinatos el 2 de octubre.
Ana Dolores García
Foto: Google.
En el siguiente enlace puede verse un reportaje completo sobre todos los acontecimientos de esas tres semanas, dividido en 5 vídeos con una duración total de un poco más de 45 minutos.
Fue en el mes de octubre de 2002. Hace apenas unas semanas volvimos a recordar aquellos días de inseguridad, angustia y terror que vivimos los habitantes de Washington DC y de los suburbios de Maryland y Virginia. Incluso, la muerte llegó a más allá de 100 millas al Sur de la capital.
El hecho cobra actualidad nuevamente porque se ha señalado la ejecución de John Allen Muhammad para dentro de cinco días. Es curioso resaltar la cobardía que anima siempre a quienes disfrutan cuando matan y no muestran tener piedad para ello. La misma que reclaman para sí. Dicen que el Che Guevara, bien apodado «el carnicero de La Cabaña», suplicaba de rodillas antes de ser ejecutado: «No disparen, valgo más vivo que muerto». John Allen Muhammad, el «Beltway sniper», está haciendo más o menos lo mismo. Sus abogados aducen que no tuvo representación adecuada durante el juicio y alegan también motivos de demencia. Por todo ello y como último recurso, han elevado el caso a la Corte Suprema.
Antes de continuar, vale la pena preguntarnos: ¿se es solamente asesino por apretar un gatillo? John Allen Muhammad no fue quien apretara siempre el gatillo del rifle que cegó las vidas de 10 personas e hirió a tres más durante aquellos fatídicos días. Hizo peor, porque envenenó la mente de un menor de edad que ha cargado con esas muertes y ahora su vida tendrá que vivirla detrás de barrotes. Le enseñó a disparar un rifle de mirilla telescópica y, o fue tan buen maestro o el discípulo tan buen alumno, que no falló ningún disparo.
John Lee Malvo, entonces de 17 años, natural de Jamaica y sin papeles de residencia en este país, se confesó autor de algunas de las muertes. Fueron juzgados por separado, tanto en el Estado de Virginia como en el de Maryland y ambos mintieron y se desmintieron. En el juicio que se le siguió a Muhammad en el Condado de Montgomery, MD, Malvo confesó los detalles de todos los asesinatos y del plan ideado por Muhammad. Se componía de tres partes, del que sólo pudieron llevar a cabo la primera de ellas, planeada para aterrorizar y asesinar en el área de Washington. El escenario de los crímenes se extendería luego a Baltimore, donde una de las víctimas sería una mujer en estado de gestación y otra, un policía de Baltimore. Tenían pensado la detonación de material explosivo durante el funeral de éste, lo que provocaría la muerte de otros policías más. Y la tercera fase, la que motivaba el baño de sangre de víctimas seleccionadas al azar, era reclamar del Gobierno Federal diez millones de dólares y establecerse en Canadá para fundar allí una comunidad de niños negros y huérfanos.
Finalmente fueron apresados en la medianoche del 23 al 24 de octubre mientras dormían en un estacionamiento para descanso en la Ruta 70 cerca de Frederick, Maryland, gracias al aviso de un civil. Encontraron el rifle en el maletero del vehículo, en donde se escondía el joven Marlo para hacer los disparos a través de un disimulado agujero.
Las víctimas fueron:
Miércoles 2 de octubre
James D. Martin, de 55 años, sufrió un disparo en el estacionamiento de una tienda de comestibles en Wheaton, Maryland.
Jueves 3 de octubre
James "Sonny" Buchanan, de 39 años, lo mataron mientras cortaba el césped. Buchanan fue identificado como el hijo de un policía retirado del condado de Montgomery.
Pren Kumar Walekar, de 54 años, un taxista que murió mientras cargaba gasolina a su auto en el Condado de Montgomery, Maryland
Sarah Ramos, de 34 años, joven hispana que esperaba el bus junto a la oficina postal de Leissure World, Wheaton, Condado de Montgomery, Maryland. (Aquí apareció la pista de una "camioneta blanca", después que un testigo informó que un vehículo blanco de estilo de camioneta o furgón había salido rápidamente del estacionamiento de la oficina postal. Ello resultó ser una pista falsa que originó la detención de cuanta camioneta blanca circulaba por Washington y alrededores en esos días).
Lori Ann Lewis-Rivera, de 25 años, sufrió un disparo en una gasolinera.
Pascal Charlot, de 72 años, lo mataron cuando caminaba en una calle en Washington, DC. Fue trasladado a un hospital, donde murió menos de una hora después. Éste fue el único asesinato ocurrido en Washington y el primero perpetuado durante la noche.
Viernes 4 octubre
Sobrevivió una mujer de 43 años a la que dispararon en un estacionamiento mientras ponía sus compras en un automóvil en Fredericksburg, Virginia..
Lunes 7 octubre
El francotirador disparó contra un niño de 13 años que llegaba a su escuela en Prince George County, en Maryland.
Miércoles 9 octubre
Una nueva víctima en una gasolinera. Dean Meyers, ingeniero civil de 53 años, murió cuando cargaba gasolina en Manassas, Virginia. Regresaba a su casa desde la oficina. Murió de un balazo.
Viernes 11 octubre
Kenneth H. Bridges de 53 años, sufrió un disparo -en la parte superior del cuerpo- mientras cargaba gasolina en una estación en Fredericksburg, Virginia. Murió tras llegar al hospital gravemente herido.
Lunes 14 octubre
Linda Franklin, de 47 años, murió por un disparo en la cabeza en el estacionamiento de Home Depot en Falls Church, Virginia. Se encontraba junto a su marido.
Sábado 19 octubre
Un hombre de 37 años recibió un disparo en el estómago cuando se dirigía a su auto con su esposa tras cenar en un restaurante en un suburbio de Richmond, VA.
Martes 22 de octubre
Conrad Johnson, conductor de un autobus, de 35 años, murió de un disparo en la parte superior del cuerpo, en el condado de Montgomery, Maryland, donde el asesino había iniciado su serie de asesinatos el 2 de octubre.
Ana Dolores García
Foto: Google.
En el siguiente enlace puede verse un reportaje completo sobre todos los acontecimientos de esas tres semanas, dividido en 5 vídeos con una duración total de un poco más de 45 minutos.
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