La felicidad no depende de los años
Es cierto, claro está, que la tercera edad tiene su cuota de puntos negativos. Nadie pretende negarlo, pero no es posible ignorar, como si no existieran, sus compensaciones y sus alegrías, que también pesan poderosamente en la balanza. Está demostrado que:
La capacidad para disfrutar intensamente las alegrías más simples de la vida diaria es mayor en los ancianos que en los jóvenes.
Estos exigen más. La persona que ha vivido por más años aprende a disfrutar en forma mucho más plena de las cosas pequeñas, sencillas, cotidianas. Ello contribuye notablemente a la serenidad del ánimo, a juzgarlo y a valorarlo todo desde un punto de vista mucho más equilibrado, sin la inconformidad característica de los muy jóvenes, impacientes, que a veces reaccionan con violencia ante las más insignificantes contrariedades.
La salud física sí tiene un gran valor, pero necesita ir unida a una actitud emocional igualmente sana, positiva, ¡optimista!
La capacidad para disfrutar intensamente las alegrías más simples de la vida diaria es mayor en los ancianos que en los jóvenes.
Estos exigen más. La persona que ha vivido por más años aprende a disfrutar en forma mucho más plena de las cosas pequeñas, sencillas, cotidianas. Ello contribuye notablemente a la serenidad del ánimo, a juzgarlo y a valorarlo todo desde un punto de vista mucho más equilibrado, sin la inconformidad característica de los muy jóvenes, impacientes, que a veces reaccionan con violencia ante las más insignificantes contrariedades.
La salud física sí tiene un gran valor, pero necesita ir unida a una actitud emocional igualmente sana, positiva, ¡optimista!
http://www.hormigasbravas.com/index.php?option=com_content&task=view&id=263&Itemid=91
Colaboración de Gladys Gutiérrez
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