4 de noviembre de 2009


A una, otra

Elsa M. Rodríguez

El debate está servido. La Comunidad Europea ha considerado que la opinión de una ciudadana italiana respecto a la influencia que en la educación de los niños puede ejercer el que un crucifijo o cruz se sitúe en las aulas de estudio, es válida, y por lo tanto ha prohibido la exposición de las mismas al alumnado. Esto ha sido protestado no solamente por el Vaticano sino por el gobierno de Italia donde la cultura religiosa básicamente es católica.

Si una persona o un pequeño grupo tiene el derecho de protestar por manifestaciones de tipo religioso en las aulas, también sería interesante que los que no somos comunistas y mucho menos admiradores o seguidores de Fidel Castro o Ernesto Ché Guevara, nos propusiéramos solicitar a las autoridades competentes el que se prohíba a los niños y jóvenes acudan a las aulas vistiendo camisetas con la efigie de Ché. Si la religión molesta a los ateos o a los no cristianos, también a los anti-comunistas nos molesta ver al Ché en los pechos juveniles, así como las banderas con la hoz y el martillo en todas las manifestaciones que se hacen contra el orden establecido.

El miedo que le tienen estos izquierdistas al cristianismo es tan grande que lo quieren derrotar escondiendo sus símbolos. Jesús puso la otra mejilla, pero nosotros debemos poner la cara. no para que nos golpeen sino para defender nuestros derechos porque también nosotros los tenemos.

Elsa M. Rodríguez
Hialeah, FL
lapupasmiami@att.net

Foto: Google
________________________________________

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo con Elsa. Prohibieron el rezo en las escuelas, y no dijimos nada; mandaron a remover monumentos católicos y cruces, y no hicimos nada; han querido quitar la palabra DIOS y los crucifijos de los colegios, y nos hemos quedado como si nada. Los muchachos van al colegio con las camisetas del carnicerito de la Cabaña, el Che, y nosotros calladitos y tranquilos.
    ¿Hasta cuándo nos dejaremos apalear los cristianos? ¿Será hasta que nos cierren las iglesias?
    Martha Pardiño

    ResponderEliminar