7 de octubre de 2009


Solos

Claudia Cadelo

Se levanta todos los días a las cinco de la mañana, agarra su mochila y se va a torear los diferentes medios de transporte que puedan llevarla hacia su destino laboral: Caimito. Como sólo son cuatro doctores hace guardias cada dos días –que no le pagan– y luego regresa a su casa, porque la casita del médico de la familia que le asignaron [en Caimito] no tiene puerta.

Aunque no están incluidos entre sus pacientes, se ocupa de los habitantes del «Llega y Pon»* del barrio. En esa zona el trabajo es más difícil, nadie está censado y por ende, no existen: los niños no tienen leche, los viejos no tienen dieta, la luz eléctrica es un sueño dorado y la higiene una mala palabra.

Ha tratado de tomar medidas pero siempre choca con el muro de la burocracia: tienen que regresar a su lugar de origen, aunque estén recién nacidos –en ese caso se toma en cuenta el lugar de origen de la madre.


Es una de las historias más tristes que he escuchado, siempre que me hablan de la natalidad y la atención primaria me vienen los oscuros «Llega y Pon» a la cabeza. Crecen alrededor de las ciudades cabeceras y parecen ser, para el gobierno, inevitables. Conversando del tema un amigo médico me dijo que diez niños sin leche no eran bandera para poner en entredicho los servicios de salud cubanos.

Sin embargo yo, que ni soy médico ni política, me pregunto: ¿Un Estado que se declara Socialista puede darse el lujo de que niños así existan?


*«Llega y Pon»: Asentamientos ilegales de personas.

Desde Cuba, Claudia Cadelo, Octavo Cerco,
www.octavocerco.blogspot.com/
Foto: www.cartadecuba.org

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