De Epigramas y Epitafios
Ana Dolores García
Los epigramas son composiciones poéticas breves -en prosa o verso- de carácter satírico y mordaz. Su origen se encuentra en la antigua Grecia, de donde proviene la etimología de la palabra: sobre-escribir, o escribir encima, porque mayormente se usaban como inscripciones de estatuas o tumbas y ello es precisamente una de las causas de su brevedad. Los epitafios también pueden ser considerados epigramas, igualmente populares en la Grecia clásica.
La composición fue evolucionando con el tiempo y ha llegado a nuestros días, tanto en el concepto del epigrama propiamente dicho como en la forma de epitafios, aunque estos últimos generalmente carecen de carácter festivo aunque sí algunas veces satírico.
En la literatura española los epigramas siempre han estado presentes y han sido cultivados tanto por los autores del Siglo de Oro, como por los posteriores y los más actuales.
En el siglo XVIII Juan de Iriarte compuso este epigrama para señalar sus cualidades:
Las «Humoradas» de Ramón de Campoamor pueden ser consideradas verdaderos epigramas. Como ejemplo de una -que intenta servir de epitafio-, tenemos:
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Los epigramas son composiciones poéticas breves -en prosa o verso- de carácter satírico y mordaz. Su origen se encuentra en la antigua Grecia, de donde proviene la etimología de la palabra: sobre-escribir, o escribir encima, porque mayormente se usaban como inscripciones de estatuas o tumbas y ello es precisamente una de las causas de su brevedad. Los epitafios también pueden ser considerados epigramas, igualmente populares en la Grecia clásica.
La composición fue evolucionando con el tiempo y ha llegado a nuestros días, tanto en el concepto del epigrama propiamente dicho como en la forma de epitafios, aunque estos últimos generalmente carecen de carácter festivo aunque sí algunas veces satírico.
En la literatura española los epigramas siempre han estado presentes y han sido cultivados tanto por los autores del Siglo de Oro, como por los posteriores y los más actuales.
En el siglo XVIII Juan de Iriarte compuso este epigrama para señalar sus cualidades:
A la abeja semejante,
para que cause placer,
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante.
Uno de los epigramas más populares es de Nicolás Fernández de Moratín, poeta español del siglo XVIII. Lo tituló «Saber sin estudiar» y utilizó métrica y fórmula de la décima.para que cause placer,
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante.
Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños de Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es
-dijo torciendo el mostacho-
que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo y lo habla mal,
y aquí lo parla un muchacho.»
de ver que en su tierna infancia
todos los niños de Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es
-dijo torciendo el mostacho-
que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo y lo habla mal,
y aquí lo parla un muchacho.»
Las «Humoradas» de Ramón de Campoamor pueden ser consideradas verdaderos epigramas. Como ejemplo de una -que intenta servir de epitafio-, tenemos:
Epitafio ideal para cualquiera:
fue lo que fue, sin ser lo que debiera.
fue lo que fue, sin ser lo que debiera.
Ana Dolores García
Foto: Google.
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