20 de octubre de 2009



Reflexiones... ( por otro viejo)

-Continuación-


De regreso a casa, pasé frente a un restaurante para extranjeros, leí el menú colgado en la puerta, dos platos me llamaron la atención, filete «mignon» y «t bone steak». Pensé: esos bistecs deben ser de animales importados, lo de mignon me suena a francés y t bone steak seguro es de Inglaterra, entonces recordé un comentario escuchado en la carnicería de mi barrio: «Los profesionales genéticos nacionales han logrado un avance científico al desarrollar ganado vacuno sin riñonada ni filete». 

Lógicamente es verdad, en la carnicería no venden, ni he visto filete o riñonada, que son extranjerizantes.  No somos capitalistas, ellos comen cualquier bazofia, nosotros gozamos del picadillo de soya, sin los ingredientes de esos bistecs que, según el ministerio de salud publica, provocan una rara enfermedad llamada diversionismo gastronómico-ideológico. Además, los vacunos están en veda, hay que proteger las especies en vías de extinción. 



Tendré que dejar estas reflexiones hasta más tarde, iré a la bodega a buscar el arroz del mes. Primero debo encontrar la boina del abuelo. Como no hay envase, en la boina traigo el arroz y eso que abuelo no era cabezón. El plan arrocero en la ciénaga de Zapata no fue exitoso. Con la disecación de la ciénaga los cocodrilos por poco se tienen que ir nadando para Centro América, pero ya están felices, el fango y el agua ocupan su lugar. 


Acabo de venir de la bodega.  Carusa (mi mujer), se pondrá contenta: le "resolví" un saco vacío para que se haga un ajustador, o brassier, como lo llaman los franceses. La pobre de tanto remendar el sostén (el único que tiene) las copas se han virado para adentro y anda medio bizca de las t...

Jamás he disfrutado de un vehículo de más de dos ruedas. Lo primero que moví con rueda fue una carretilla en la brigada de construcción. Al año siguiente, cuando la zafra de los muchos millones de toneladas, que después fueron pocos, corté caña al estilo de combinada australiana. A cambio de gastar 14 machetes me dieron un bono para que pudiera comprar una bicicleta china. Sin decir nada la compré, me aparecí en casa empujándola (no se montar bici) para darle la sorpresa a Carusa. Tan pronto vio la bicicleta me dijo: «Mi viejo lindo, tú siempre preocupado por papá, sabes que es cojo y casi no puede caminar, tienes un corazón de oro». 


Ahora que menciono el oro me acuerdo de la campaña nacional para recuperar el oro viejo. Yo doné unas medallas y trozos de cadenas heredados de mamá, también un dije compañero del reloj de mi abuelo Pancracio. Después supe que el oro nunca se pone viejo, soporta millones de años en las bóvedas, también me enteré que hay bóvedas que soportan millones en oro de un viejo. (Creo me estoy metiendo para lo profundo y no sé  nadar)

Escribiendo de viejo rico, me tomaría un café, pero ya la cuota semanal en paz descansa. Por cierto participé en la siembra de café en el cordón de la Habana. Fue lindo aquello, miles de millones de plantas. Nos dijeron que pondríamos exportar café al mercado internacional, pero cordón va y cordón viene, hasta que se enredó el cordón en un nudo que no chorreó ni una tacita. Mejor es el chícharo tostado, la cafeína me pone nervioso. No puedo dormir por los nudos, no del cordón sino de mi colchón. Siniestramente se salió un muelle roto del colchón y me pinchó una nalga, a la mañana siguiente vino mi suegro a visitar y creyó que me burlaba de él caminando cojo.



Nuestra familia es muy unida, lo compartimos todo, hasta la miseria, que cuando la repartieron se fastidió la mayor parte de la gente. No existe la forma de fiscalizar el reparto equitativo de la miseria, por lo que «algunos» dejan la parte que les corresponde a los demás. La lógica me ha mostrado que en ese reglón, el repartidor no se queda con la mayor parte. La miseria se reproduce a la carrera, como los conejos, la riqueza como las tortugas, pero más huidiza que mi suegro en bicicleta. Ya lo dice el refrán: Primero se agarra un cojo, que pellizcar un dólar a un viejo mentiroso. (Ay caray, me sigo metiendo para lo hondo).



Mi padre me contó que antes el dólar estaba a la par con el peso, si papá viviera notaría que hemos adelantado, ahora el dólar vale $0.80 de chavito nacional. Hay un pequeño problema con el dólar, cuando se convierte en chavito después el chavito se deschava, no lo aceptan en el extranjero. Estos manejos cambiarios a mi no me afectan: no tengo dólares ni chavitos, me cuelgo como murciélago a los pesos que no pesan.

Luis Amador
Conexióncubana.com
Ilustración: Caricatura de O. Santana 
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