21 de octubre de 2009

Reflexiones
(de otro viejo)

Luis Amador

A nosotros en el barrio nos dicen los taínos, somos de piel blanca y ojos claros, descendientes de gallegos, (sin la suerte de otro gallego). El apodo de taínos se debe a que en mi casa hay tres pisos de barbacoa, o sea, ascendimos tecnológicamente a la época pre colombina de los indios tainos, que edificaban sus barbacoas sobre palos. Al tercer piso el agua llega en balde alada por roldana. Casualmente se rompió la soga y el balde lleno le cayó encima a la lechona Angelita, que vivía dentro de la casa con nosotros, (hay muchos cacos organizadores de lo ajeno).

Tan despachurrada quedó la puerca, que la endosamos a la caldosa pública del barrio. Carusa lloró mucho, la quería para sacrificarla cuando viniera su primo Angelito Tanquero que vive en Miami. Por eso la lechona se llamaba Angelita. El primo prometió traerle media docena de blumers, mi mujer se fabrica unos calzoncillos de tela que parece momia a medio embalsamar.


Angelito como es lógico se fue volando… en Iberia, pero muchas personas cuando pueden comen pollo, con la esperanza que les salgan alas, sin embargo hay otros más prácticos que comen ranas y desarrollan remos.

Admiro la ingenuidad de los niños, pero mi nieto El Pitufo, es además cabeza dura, está encaprichado en pescar un pargo en un bache de la calle. Vivimos cerca del malecón pero no es para tanto, estoy cansado de explicarle que ahí solo se reproducen renacuajos y larvas de mosquitos, por eso la semana pasada fumigaron para frenar el «dengue galopante», buena gestión de un coronel que vive en la cuadra. Por tomar de esa agua murieron dos perros.

La presidenta del CDR (consanguínea de los canes), preocupada por la salud publica tiró los perros muertos al montón de basura de la esquina y aún están perfumando el barrio. El camión de la basura se rompió en Guanabo buscando un viaje de arena de contrabando, que se roban de la playa. El camionero está preso, seguro lo sueltan pronto: es yerno del coronel.


Carusa está muy molesta con lo de los perros muertos, debe ser por malestar reprimido. Aquí hay un perro muerto uffffffff quién se acuerda desde cuándo. Carusa fue a ver a su tía Casimira, la vieja no trabaja en salubridad, pero tiene una consulta donde proporciona «esclarecimientos» a casi todas las situaciones confusas.

No soy muy creyente, pero desde que el isleño se tragó el taburete, el burro sopló la flauta y se quemó la estación de bomberos, todo es posible. Casimira no cobra por sus videncias, porque ella casi mira, pero sólo ve lo que le conviene. Casimira le hizo ver que pronto los perros no apestarán, ya los gusanos se los habrán comido. Qué suerte tienen esos gusanos, millones de gusanos se alegrarían revolcándose en las entrañas del perro viejo, aunque sin comerlo. Pudieran morir envenenados.


Cuando la potente URSS quebró como cáscara de nuez, concedieron licencias para abrir pequeños negocios. Vi los cielos abiertos, me ilusioné con tener un modo propio de vida. Conseguí un taladro, pico y pala, serian las principales herramientas en mi fábrica de abrir huecos, pero no pude competir, el estado abarca el mercado con gran surtido de agujeros, aberturas, brechas, orificios, grietas, hendiduras, concavidades, oquedades y perforaciones, y popularmente los colocan en las calles y también a domicilio. Nadie quiere un hoyo más.

El progreso estimula, por ejemplo, la nieta de Casimira ingresó al sector creciente de mujeres con prosperidad económica. La muchacha es ingeniera química, pero se dedica a la diplomacia, se conecta con extranjeros, por modestas cuotas permite disfrutar de sus encantos personales y la actividad hotelera. Si Carusa pudiera me convertiría en cornuciano (1/2 cornudo, 1/2 miliciano), pero mi pobre vieja tiene los valores materiales tan en ruinas como el banco nacional.

Ayer llegó de Oriente un pariente de Carusa, vino desde Manzanillo con su pase legal para visitar la Habana. Nos contó que su viaje duró 23 horas, se llama Lázaro pero no es bíblico, él no vino en muletas, sino en el tren lechero (antes recogía leche ahora le queda el nombre). Ir de gira, conocer nuevas tierras y culturas siempre me ha fascinado. Acompañé a Carusa y Casimira en peregrinación a Regla, atravesando la bahía de la Habana en lancha, una odisea inolvidable. El acerbo cultural de los orígenes africanos, sus bailes simbólicos, el sacrificio de un gallo negro (rojo ni los gallos se pueden matar) y demás rituales autóctonos me impresionaron, pero no resolvimos nada.

Viajar es complejo, por tradición espero durante horas por un ómnibus local. Pero el futuro, ese fabuloso barco cargado de promesas lleva cinco décadas de atraso, ni el humo se ve por el horizonte norte. Mi porvenir no va a venir, porque todo indica no habrá sustitución en el transporte, sólo transición de lo mismo a lo fraterno. Enrollado en las necesidades cuotidianas, me quemaron en la hoguera de las mentiras el presente de cada día.

Luis Amador
Conexioncubana.com
Ilustración: Jota Efe, Google.

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