20 de octubre de 2009

EL HIMNO NACIONAL DE CUBA

Los símbolos de la Patria
El Himno Nacional

Ana Dolores García

El Himno Nacional de Cuba, surgió con los primeros fragores de nuestra Guerra Grande por la Independencia: la Guerra de los Diez Años. Su música fue compuesta por Pedro (Perucho) Figueredo, bayamés ilustre y aguerrido, y se escuchó por primera vez en Bayamo en un Te Deum el día de Corpus Christi en el mes de junio e 1868. Sin embargo, a todas luces se notaba que no era un himno religioso. Figueredo ya estaba complotado con otros patricios criollos para comenzar un levantamiento armado contra la metrópoli española. Se le había encomendado la confección de un himno, y ésa fue la música que se tocó en la iglesia de Bayamo ante el propio jefe militar de la Plaza.

Al surgir el levantamiento con el Grito de Yara en el Ingenio La Demajagua el 10 de Octubre, los insurgentes se aprestaron a sitiar y ocupar la ciudad de Bayamo. Entraron victoriosos en ella el día 20. El himno militar, cuya música ya era conocida, aún no tenía palabras. Perucho Figueredo, según nos ha dejado la tradición oral, a lomo de su caballo compuso las estrofas. Se le llamó con justicia Himno de Bayamo, y como remedo a La Marsellesa de Francia, en un principio se le llamó también La Bayamesa.

Originalmente el Himno estaba formado por seis cuartetas, pero al proclamarse la Constitución del Año 1940 quedó reducido a dos de ellas, tal como han sido incluidas en el trabajo de María Teresa Villaverde sobre nuestras «tres Bayamesas».

Las estrofas que fueron eliminadas por la Constitución de 1940 son las siguientes:

No temáis; los feroces íberos
son cobardes cual todo tirano;
no resisten al bravo cubano;
para siempre su imperio cayó.

¡Cuba libre! Ya España murió,
su poder y su orgullo ¿do es ido?
¡Del clarín escuchad el sonido
¡¡a las armas!!, valientes, corred!

Contemplad nuestras huestes triunfantes,
contempladlos a ellos caídos,
por cobardes huyeron vencidos:
por valientes, supimos triunfar!

¡Cuba libre! podemos gritar
del cañón al terrible estampido.
¡Del clarín escuchad el sonido,
¡¡a las armas!!, valientes, corred!

Dos años después y en plena manigua, Perucho Figueredo, enfermo de tifus y con graves úlceras en sus pies, fue hecho prisionero por las tropas españolas y condenado a la pena de muerte. Murió fusilado el 17 de agosto de 1870.

Ana Dolores García
Foto: Google
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