5 de junio de 2011

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"No os dejaré huérfanos -dice el Señor-; me voy y vuelvo a vuestro lado, y se alegrará vuestro corazón."
                         Juan 14, 18

¿Tanta necesidad tuviste de  marcharte, Señor?
Nuestros oídos, Jesús,
siguen reteniendo
el sonido de tu voz de profeta:
¡Convertíos!
¡Allanad el camino!
¡Perdonad!
Los caminos de la Palestina
de nuestro corazón
siguen iluminados
por tu Verdad y por tu Gracia.
Los caminos de la Jerusalén
de nuestra alma
buscan y reverdecen
al calor de tu Pasión y de tu Muerte.

¿Y, ahora? ¿Por qué, Señor,
tuviste que marcharte?
Déjanos, por lo menos,
el sendero de tu Ascensión
iluminado por el resplandor del Espíritu.
Fortalecido, con el auxilio de tu Espíritu.
Asegurado, con la presencia de tu Espíritu.
Indicado, por el consejo de tu Espíritu.

Javier Leoz,
www.betania.es

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