El remolcador de la muerte
Lic. Amelia M. Doval.
José Antonio Echeverria Bianchi, uno de los héroes estudiantiles que el actual gobierno cubano enarbola en su historia, muere el 13 de marzo de 1957. Su nombre está presente y su muerte se celebra con dignidad cada año. Por asociación de ideas la fecha de su fallecimiento es sinónimo de su identidad. Ese día fatídico es irreversible en su connotación.
Un 13 de julio de 1994, tres días antes que se conmemorara el 62 aniversario del nacimiento de José Antonio, un remolcador nombrado en su honor (13 de marzo), es hundido en las costas cubanas.
La pequeña embarcación con 12 niños a bordo (68 personas en total) salió fuera de las costas en un acto de total rebeldía contra el régimen. La deseperación de quienes tripulaban el remolcador fue un signo de la magnitud de los hechos. La madruga se bautizó con sangre de cubano a cubano. No hubo piedad. El corazón y el alma se cerraron al dolor ajeno. La muerte destilaba traición. Nunca ha habido castigos ni culpables porque jamás se ha reconocido la masacre.
El agua transformó su función salvadora y liberadora en instrumento asesino. Del mar extrajeron lo suficiente para crear chorros de 1500 Kg por pulgada cuadrada. Presión salada y asesina que mutiló la vida de 10 inocentes criaturas.
Treinta y siete personas muertas. Una Empresa Cubana de Servicios Marítimos del Ministerio de Transporte le sirvió al gobierno de instrumento para hundir en el mar la desobediencia a su gobierno egoista y sanguinario .
Durante una semana se silenció la huida y el trágico asesinato. Doscientos metros del Morro, 7 millas de la costas, presión sobre la popa. Tres barcos que rodean y provocan remolinos, atemorizan. Polargo 2,3 y 5. Son nombres, descripciones, clasificación de cobardía. Asesinos temiendo sus fantasmas. Ordenes para cumplir, soldados de la muerte. Dice el gobierno que fue una negligencia, los sobrevivientes declaran ensañamiento con llanto de inocencia. El código penal condena la imprudencia mas no hay juicio a los asesinos, sólo silencio ante la culpa.
Si la voz de Jose Antonio sirvió para denunciar una tiranía, según sus conceptos, debe servir esta fecha como grito, pancarta, declaración: Un gobierno asesino, culpable, ha dejado morir sus propios hijos, ha provocado un exterminio y está impune. Caminan irresponsables los criminales mientras el mundo duda de sus culpas. ¿Qué más se necesita? declara el inocente, si en la isla sólo existe un dueño y una órden. De cobarde declaren al culpable de asesinos, acusen al gobierno.
Lic Amelia M Doval,
Miami, Fl
Columnista Ciudadanos-cuba.
Ilustración: Google
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