El poeta chileno Francisco Donoso cita el libro de Job: Capítulo 14, versículos 1 y 2:
“El hombre nacido de mujer vive corto tiempo, y está atestado de miserias. Él sale como una flor, y luego es cortado y se marchita; huye y desaparece como sombra, y jamás permanece en un mismo estado”.
Sabias palabras bíblicas que inspiran al poeta, evocación maternal, misticismo cristiano -apretado por un fugaz recuerdo amoroso-, ante el disparador nostálgico de un simple florero.
Luis Mario
“El hombre nacido de mujer vive corto tiempo, y está atestado de miserias. Él sale como una flor, y luego es cortado y se marchita; huye y desaparece como sombra, y jamás permanece en un mismo estado”.
Sabias palabras bíblicas que inspiran al poeta, evocación maternal, misticismo cristiano -apretado por un fugaz recuerdo amoroso-, ante el disparador nostálgico de un simple florero.
Luis Mario
Florero
¡Florero! –tres poemas:
rosa, jazmín, clavel-.
Llorando está el recuerdo
con dulzuras de miel.
Tu rosa, rosa té, me cuenta de mi madre,
de una fiesta remota, de una risa... no sé:
algo que yo he perdido, gozo que fue frescura
de rosa, rosa-té.
Tu jazmín, cruz de pétalos, copió mi crucifijo
allá en la gruta verde que estaba en el jardín:
ermita constelada, secuestro de mi infancia,
qué dulce, qué fragante mi cruz en tu jazmín.
Y este rojo clavel... ¿qué fue de aquella tarde?
¡Sol del domingo aquel!
¡Guitarra, canción, dulce visita inesperada
que se llevó en el pecho la llama del clavel!
Florero, tú no sabes que fueron tus poemas
alegres por un día, románticos después:
son puentes invisibles de espiritual regreso
por donde no volvemos...
Florero, ya lo ves.
¡Florero! –tres poemas:
rosa, jazmín, clavel-.
Llorando está el recuerdo
con dulzuras de miel.
Tu rosa, rosa té, me cuenta de mi madre,
de una fiesta remota, de una risa... no sé:
algo que yo he perdido, gozo que fue frescura
de rosa, rosa-té.
Tu jazmín, cruz de pétalos, copió mi crucifijo
allá en la gruta verde que estaba en el jardín:
ermita constelada, secuestro de mi infancia,
qué dulce, qué fragante mi cruz en tu jazmín.
Y este rojo clavel... ¿qué fue de aquella tarde?
¡Sol del domingo aquel!
¡Guitarra, canción, dulce visita inesperada
que se llevó en el pecho la llama del clavel!
Florero, tú no sabes que fueron tus poemas
alegres por un día, románticos después:
son puentes invisibles de espiritual regreso
por donde no volvemos...
Florero, ya lo ves.
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