14 de julio de 2010


Por la ruta del Tequila

Alberto Rubio
La Razón, Madrid

Si se puede decir que un lugar conserva las señas de identidad de todo un país, seguramente ese lugar es Tequila, en el oeste de México. Charros de interminables sombreros, incansables mariachis... y el tequila. Bienvenidos a Jalisco

"Balazo" ya tiene sus años. Pero es como un buen tequila. Tiene carácter. Y cuerpo. Y raza. Y un poquito de retranca, llegado el caso. Ha crecido entre los campos de agave, los mismos por los que ahora cabalga con turistas a sus lomos, entre polvo y calor, en las faldas del Tequila, el volcán que desde sus tres mil metros domina una inabarcable planicie cubierta de un infinito azul. El azul que caracteriza a las hojas del agave, el que acabará embotellado, por supuesto, bajo el nombre de tequila.

"Balazo", como el aguardiente, rasca si no se le sabe llevar, se rebela si nota las riendas demasiado sueltas… o demasiado tensas, pero es dócil cuando se le trata con respeto. Es noble como el Tequila, el aguardiente que lleva a México en sus taninos, o como el volcán, que sigue inactivo desde hace 200.000 años, seguramente porque los dioses quieren que en sus alrededores se siga cultivando el famoso Agave Tequilana. Pero ni a uno ni a otro conviene provocarlos, no vaya a ser. Convivir con el volcán y con el alcohol, y disfrutarlos, es mucho más sensato.

Pasear a caballo entre los campos de agave permite zambullirse en otro mundo, en una cultura de rancheros y agricultores, de charrería y mariachi. Desde El Arenal a Amatitán, a Tequila, Magdalena y Teuchitlán, los 120 kilómetros de la ruta muestran, además, una riqueza histórica y patrimonial inimaginable a simple vista. No sólo son ciudades coloniales como Tlaquepaque, donde el visitante vuelve al siglo XVII. Hay más. La coordinadora general de la Ruta del Tequila, Martha Venegas, da algunas pistas: «puedes encontrar la zona arqueológica de los huachimontones en Teochitlán y después ir a las minas de ópalo y obsidiana en Magdalena, o ver las piedras bolas en Agualulco».

Y eso por no hablar de la capital del estado, Guadalajara. Fundada con ese nombre en 1542 por Juan de Oñate, en honor del alcarreño Nuño Beltrán de Guzmán, conserva en sus edificios una buena parte de la historia de México. Aquí, los españoles lucharon con huicholes y tepehuanes, entre otros, para asentar el Reino de la Nueva Galicia; aquí, fundaron hasta cuatro veces la ciudad; aquí, uno de los héroes de la Independencia mexicana, el cura Miguel Hidalgo, declaró la abolición de la esclavitud.

La Ruta del Tequila no es sólo aguardiente, ya ven. Es mucho más. Refleja una forma de vivir y de pensar. Tequila es Jalisco. Y Jalisco es México. Por eso, los propios del lugar defienden que este estado atesora todas las esencias del México más genuino: los charros y sus caballos, el tequila… y el mariachi, cuyo nombre proviene, dicen, del mal entendimiento de un oficial francés que preguntó qué era toda esa algarabía que se encontró al llegar a un pueblo. «C’est un mariage», o sea una boda, le contestó un lugareño. Y el francés, que probablemente no entendió nada, ni corto ni perezoso se quedó con el soniquete de «mariachi» para denominar a la banda que tocaba. Así se escribe la historia, al menos en francés.

Otros defienden que "mariachi" proviene de un canto indio que mezclaba náhuatl, español y latín, y que empezaba diciendo «María ce son» (María, te amo)... En todo caso, el origen de la palabra está aquí. Como los guitarrones, los violines y las trompetas. Y como el tequila en todas sus variantes: blanco, joven, reposado, añejo o reserva.


El peso de la tradición
Dicen que los indios de la zona ya fermentaban alcohol de agave antes de que llegasen los españoles. Es, pues, la tradición de unos y otros la que da vida al tequila, como aguardiente destilado, a mediados del siglo XVIII.

Pero todo eso a "Balazo" le importa poco, y se lanza a un trote vivo en cuanto tiene oportunidad, lo mismo que intenta cortejar a la yegua más cercana o demostrar a otro caballo más joven quién es el jefe sin importarle el jinete que lleva en la silla… "Balazo", al final, da más dolores de cabeza que el tequila. Tendré que hablar con él.
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