El idioma Castellano
Pablo Parellada*
El idioma castellano
tiene mucho que arreglar…
Señores: Un servidor,
Pedro Pérez Paticola,
cual la Academia Española
“Limpia, Fija y da
Esplendor”.
Pero yo lo hago mejor
y no por ganas de hablar,
pues les voy a demostrar
que es preciso meter mano
al Idioma castellano,
donde hay mucho que
arreglar.
¿Me quieren decir por qué,
en tamaño y en esencia,
hay esa gran diferencia
entre un buque y un buqué?
¿Por el acento? Pues yo,
por esa insignificancia,
no concibo la distancia
de presidio a presidió
ni de tomas a Tomás,
ni de topo al que topó,
de un paleto a un paletó,
ni de colas a Colás.
Mas dejemos el acento,
que convierte, como ves,
las ingles en un inglés,
y pasemos a otro cuento.
¿A ustedes no les asombra
que diciendo rico y rica,
majo y maja, chico y chica,
no digamos hombre y hombra?
Y la frase tan oída
del marido y la mujer,
¿por qué no tiene que ser
el marido y la marida?
Por eso, no encuentro mal
si alguno me dice cuala,
como decimos Pascuala,
femenino de Pascual.
El sexo a hablar nos obliga
a cada cual como digo:
si es hombre, me voy
contigo;
si es mujer, me voy contiga.
¿Puede darse, en general,
al pasar del masculino
a su nombre femenino
nada más irracional?
La hembra del cazo es caza,
la del velo es una vela,
la del suelo es una suela
y la del plazo, una plaza;
la del correo, correa;
del mus, musa; del can,
cana;
del mes, mesa; del pan, pana
y del jaleo, jalea.
¿Por qué llamamos tortero
al que elabora una torta
y al sastre, que ternos
corta,
no le llamamos ternero?
¿Por qué las Josefas son
por Pepitas conocidas,
como si fuesen salidas
de las tripas de un melón?
¿Por qué el de Cuenca no es
cuenco,
bodoque el que va de boda,
y a los que árboles podan
no se les llama podencos?
¡Y no habrá quien no conciba
que llamarle firmamento
al cielo, es un esperpento!
¿Quién va a firmar allá
arriba?
¿Es posible que persona
alguna acepte el criterio
de llamarle Monasterio
donde no hay ninguna mona?
¿Y no es tremenda gansada
en los teatros, que sea
denominada “platea”
donde no platea nada?
Si el que bebe es bebedor
y el sitio es el bebedero,
a lo que hoy es comedor
hay que llamar comedero.
Comedor será quien coma,
como es bebedor quien bebe;
de esta manera se debe
modificar el idioma.
¿A vuestro oído no admira,
lo mismo que yo lo admiro,
que quien descerraja un
tiro,
dispara, pero no tira?
Este verbo y otros mil
en nuestro idioma son barro;
tira, el que tira de un carro,
no el que dispara un fusil.
De largo sacan largueza
en lugar de larguedad,
y de corto, cortedad
en vez de sacar corteza.
De igual manera me aquejo
de ver que un libro es un
tomo;
será tomo, si lo tomo,
y si no lo tomo, un dejo.
Si se le llama mirón
al que está mirando mucho,
cuando mucho ladre un chucho
se le llamará ladrón.
Y, por la misma razón,
si los que estáis escuchando
un gran rato estáis pasando,
estáis pasando un ratón.
Y sobra para quedar
convencido el más profano,
que el idioma castellano
tiene mucho que arreglar.
Con que basta ya de
historias
y, si al terminar me dais
dos palmadas, no temáis
porque os llame
palmatorias”.
* PABLO PARELLADA, de sobrenombre "Melitón González", "Pancho y
Mendrugo" nació en Valls (Tarragona) en 1855 y falleció en Zaragoza el año 1944. Autor versátil como
comediógrafo, novelista, escritor satírico y dibujante de humor. Militar de
carrera, en el arma de Ingenieros, fue profesor de la Academia General Militar.
Retirado con el grado de coronel, estableció su residencia en Zaragoza.
Estrenó
con éxito en toda España numerosas comedias, sainetes y juguetes cómicos, obras
de fácil ingenio en una línea de limpia y sencilla comicidad. Su poesía “El Idioma Castellano” se hizo muy popular, alcanzando una
difusión muy grande.
De un pps que circula por la red, enviado por María Teresa Villaverde Trujillo.
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