La “Cuban Overture”
Ana Dolores García
La Obertura Cubana, -o mejor con su nombre en inglés, “Cuban Overture” con el que se conoce mundialmente-,
se llamó primero simplemente “Rumba”.
En aquel período de
entreguerras de las décadas
de los años 20 y 30 del pasado siglo, Cuba ofrecía un especial interés para lo
más sobresaliente del mundo artístico. Y no sólo era punto obligado en las tournées
de figuras del bel canto, teatro
o vodevil, -Caruso, La Divina Sarah o
Josephine Baker- sino de músicos y poetas que descubrían y se deleitaban con la
novedad de los ritmos y el hacer y vivir tan marcados por nuestra tropicalidad.
George Gershwin disfrutó
de ello durante dos semanas en febrero de 1932 y, como músico, captó compases
que supo revestir con elegante orquestación. En Cuba se oía mucho por entonces
una composición de Ignacio Piñeiro, “Échale salsita”, cuya melodía no logra
esconderse tras la envoltura sinfónica con
que la dotó Gershwin.
De regreso en Nueva York,
Gershwin estrenó su “Rumba” el 16 de agosto de 1932 en una función espectacular
llevada a cabo en el antiguo estadio “Lewisohn”, ante la audiencia de los casi
dieciocho mil asistentes que lograron alcanzar boletos para disfrutar de un
programa “todo Gershwin” con la Orquesta Filarmónica de Nueva York. De aquella
noche, el autor dijo después que había sido la noche más excitante de su vida.
Ante
la generalizada opinión favorable de los críticos, no ya solo de los temas gershwianos,
sino en particular de aquella “Rumba” sinfónica, la pieza fue presentada de
nuevo en otro concierto, esta vez bajo el nombre de “Cuban Overture”, con el
que su autor quiso darle una idea más justa del carácter e intención de la
música.
Este
concierto en “The Metropolitan House of New York”, fue el espaldarazo de la
rumba sinfónica que desde entonces es una de las piezas más populares del
afamado compositor estadounidense.
"Cuban Overture" en este vídeo musical de Youtube:
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