27 de julio de 2010


Entre el lucro y la injusticia

Frank Calzón
El Nuevo Herald, Opinión

Cuando me enteré de las gestiones hechas por British Petroleum para liberar al terrorista libio condenado por el derribo en 1988 del vuelo 103 de Pan Am sobre Escocia, recordé el verso bíblico que dice: ``No hay nada nuevo bajo el sol''.

En 1996, ocho años después del ataque terrorista que destruyó la aeronave de Pan Am, tres ciudadanos norteamericanos y un residente legal de Estados Unidos que piloteaban dos avionetas en una misión de rescate, en espacio aéreo internacional, sobre el estrecho de la Florida, fueron asesinados por aviones de guerra cubanos. Las cuatro víctimas del terrorismo castrista fueron: Carlos Costa, Armando Alejandre, Mario de la Peña y Pablo Morales.

Según informes de prensa, BP le dio más importancia a sus posibles ganancias que a las 270 víctimas, 190 de ellas norteamericanas, que fueron asesinadas por la dictadura de Moammar Ghadafi. El gobierno inglés ha dicho que la decisión de liberar al terrorista fue un grave error, y el senador Charles Schumer (demócrata por Nueva York) le ha pedido al secretario de Justicia norteamericano, Eric Holder, que abra ``una investigación criminal'' para ver si BP ``participó en transacciones ilegales para conseguir la liberación del terrorista''.

Sea como sea, el Texas Farm Bureau, la National Farmers Union y el presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Representantes, el congresista Collin Peterson (demócrata por Minnesota) trabajan sin descanso para lograr que se aprueben beneficios comerciales, subsidios y seguros de exportación, que pagarán los contribuyentes norteamericanos, en favor del comercio con el régimen cubano, un régimen que condecoró a los oficiales de su fuerza aérea que apretaron el gatillo aquella fatídica tarde de 1996. Pero, inexplicablemente, los presidentes Clinton, Bush y Obama no han enviado los nombres de los asesinos a INTERPOL.

Aquellos oficiales no son los únicos responsables del crimen. El ministro de las fuerzas armadas cubanas que ordenó los asesinatos es el general Raúl Castro. Los tribunales americanos condenaron a varios espías cubanos vinculados con el crimen. Esos espías, permítaseme aclarar, no son como los espías rusos recientemente canjeados: la evidencia demuestra sin lugar a dudas que los espías cubanos tenían órdenes de encontrar lugares apropiados en las costas de la Florida para desembarcar armas y personal, los cuales no venían a Estados Unidos en una misión humanitaria.

Uno de los espías, Gerardo Hernández, se encuentra en una penitenciaría federal, convicto de conspiración para cometer un asesinato, espionaje y otros actos ilegales. Otro de las espías, Juan Pablo Roque, huyó a Cuba poco antes de que las dos avionetas fueran derribadas.

Hoy, una bien organizada y financiada campaña presiona al presidente Obama para que libere a los espías castristas, precisamente en el momento en que dos norteamericanos son condenados (uno de ellos a cadena perpetua) por espiar para los Castro.

Las compañías americanas que le venden a La Habana entienden que ``vender'' es igual que cobrar, y que sus negocios con La Habana son una simple transacción comercial. Cuba, sin embargo, está en bancarrota, y los inversionistas españoles en la isla no pueden sacar su dinero de los bancos cubanos debido a la crisis de liquidez que confronta el régimen.

demás, el comercio con los hermanos Castro no es como el comercio con otros países. En Cuba no hay compañías comerciales independientes del gobierno, y el régimen entiende que al comprar granos americanos, están comprando la influencia de esas compañías. Para La Habana los que le venden a Cuba tienen la obligación de defender el régimen.

La intersección entre la justicia, las muertes norteamericanas y el lucro de las corporaciones es letal para los intereses nacionales estadounidenses. BP jugó un papel importante en la liberación del terrorista responsable por las víctimas de Lockerbie. Y a las corporaciones americanas que hacen negocios con La Habana no parece importarles que las manos de los hermanos Castro estén manchadas de sangre norteamericana. El titular del periódico Times de Londres lo dijo claramente: ``El terrorista de Lockerbie es liberado por petróleo''. Queda por ver si los asesinos de los americanos en el Estrecho de la Florida ``serán liberados para facilitar las ventas de granos''.

Frank Calzón,
Director ejecutivo del Centro para Cuba Libre.
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