26 de septiembre de 2009


Paquetes, mulas y otros espantos

Pablo Alfonso

Las nuevas medidas adoptadas por Estados Unidos para facilitar el envío de paquetes a Cuba podrían conducir a que “espanten la mula” las personas dedicadas al transporte ilegal de bienes comerciales entre ambos países. Ese sería uno de los efectos primeros de la medida que, al menos por el lado norteamericano, tiende a normalizar el envío de paquetes y bultos postales entre Cuba y Estados Unidos.

Subrayo lo del “lado norteamericano” porque este es un asunto entre dos. Es decir, no basta con que Estados Unidos apruebe normas más racionales en beneficio de las personas que quieren enviar paquetes de donaciones a familiares y amigos en la isla. Del otro lado del Estrecho, el régimen castrista tiene también que poner a tono sus reglamentos y disposiciones para que los residentes en Cuba puedan beneficiarse de estas medidas.

La nueva disposición del Departamento de Comercio de Estados Unidos que entró en vigor el pasado 3 de septiembre crea una nueva dinámica en el envío de paquetes a Cuba.

Hasta ahora los paquetes estaban limitados a alimentos y medicinas. En lo adelante se podrá enviar a Cuba, en calidad de donativos o regalos, ropa, calzado, utensilios de higiene personal, semillas, avíos de pesca, medicina y suministros veterinarios, equipos para fabricar jabón y una amplia gama de artículos electrónicos que van desde computadoras, hasta teléfonos satelitales.

La medida elimina el límite de un paquete por persona al año y autoriza a cualquier persona en Estados Unidos a enviar una vez al mes, un paquete de regalo o donación, a cualquier individuo en la isla, siempre y cuando esa persona no sea un dirigente del Gobierno, el Partido Comunista y sus principales organizaciones políticas. Los envíos incluyen, además, a organizaciones caritativas, educacionales o religiosas en Cuba, que no estén administradas o controladas por el gobierno cubano.

El nuevo reglamento aumenta de 400 a 800 dólares mensuales el valor permitido de los paquetes y elimina la restricción de 44 libras que se permitían a los viajeros a Cuba como equipaje personal. Además, no pone límites de frecuencia o valor para el envío de paquetes de comida o artículos electrónicos como donaciones individuales. Aquí es donde entra a jugar la parte cubana.

De acuerdo con las regulaciones de la Aduana General de la República de Cuba “el límite de valor establecido para los envíos es de doscientos pesos, según lo dispuesto en el artículo 15 del Decreto Ley No. 22, de 16 de abril de 1979”.

El sitio oficial de la Aduana de Cuba, que aparece en Internet define que “a los efectos aduaneros, se entenderá por ENVIOS todos aquellos recibidos utilizando los servicios que brindan las empresas y entidades expresamente autorizadas para ello, ya sea mediante la vía postal o de mensajería”.

Un simple cálculo matemático deja claro la gran diferencia entre lo que ofrece Estados Unidos y lo que permite Cuba. La suma de doscientos pesos cubanos, apenas equivale a unos $10.00 dólares y si se convierten en pesos convertibles o CUC serán acaso nueve.

En cuanto a las prohibiciones a los artículos que pueden ingresar al territorio nacional, el asunto es más complicado. En lo que se refiere a los electrodomésticos las mismas van desde hornillas eléctricas hasta tostadoras de pan.

Si hablamos de equipos electrónicos de comunicación, hay varios que requieren aprobación previa del ministerio de Informática y Comunicaciones, a cargo del inefable Ramiro Valdés. Ni fax, ni routers, o teléfonos inalámbricos, y mucho menos teléfonos satelitales, antenas parabólicas y GPS.

No hay dudas de que para que las medidas aprobadas por Estados Unidos para beneficiar a los cubanos en la isla puedan ser efectivas, se requiere que las autoridades del régimen modifiquen un buen número de regulaciones.

De lo contrario servirán de muy poco la utilización de los servicios de correos o de agencias de mensajería y paquetes.

Quizás respondiendo a esas realidades se celebró el jueves la reunión entre delegaciones de Cuba y Estados Unidos para analizar el restablecimiento de los servicios postales entre ambos países.

Hasta ahora el resultado de esas conversaciones no se ha dado a conocer. Sin dudas que hay muchas cosas que definir y conciliar antes de que ambas partes logren ponerse de acuerdo.

Mientras tanto, parece que “las mulas”, que cobran un servicio de “flete” de entre 10 y 15 dólares por libra, seguirán recorriendo la ruta hacia Cuba a través de las vías que hasta ahora, han hecho posible que muchas familias de la isla, puedan enfrentar con menos agobios las carencias de un “período especial” que ya se prolonga por veinte años.

Pablo Alfonso,
Diario Las Américas, Miami
19 de septiembre, 2009
Ilustración: Google

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