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Cómo comenta el Concierto
el Diario ABC de Madrid
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MANUEL M. CASCANTE | CIUDAD DE MÉXICO
Actualizado Martes, 22-09-09 a las 09:15
El cartel pudo haber sido mejor. Las medidas de seguridad, menos estrictas. Incluso el tremendo calor debía haber aflojado un poco. Pero difícilmente Juanes y sus catorce cuates musicales imaginaron un éxito mejor para su concierto «Paz Sin Fronteras» en La Habana. Y nadie soñaba que ante el rostro del «Che» fueran a escucharse: «¡Viva Cuba libre! ¡Arriba Estados Unidos, Miami, Nueva York y Washington! ¡Una sola familia cubana! Llegó el momento de cambiar. Vencimos el miedo para estar aquí con ustedes, y esperamos que ustedes también lo puedan vencer».
Para los anales quedará que un millón de personas vestidas de blanco se reunieron en la Plaza de la Revolución para escuchar a Aute, a Víctor Manuel, a Miguel Bosé, a Orishas, a Silvio Rodríguez, a los Van Van... Y que muchos millones más pudieron hacerlo en directo a través de internet y de los medios de comunicación en español de Miami, donde se congrega el grueso de la oposición al régimen castrista.
En Florida, el espectáculo fue acompañado por debates en televisión (con opiniones a favor y en contra) y encuestas a pie de calle, en general favorables al concierto. Aunque tampoco faltó alguna quijotesca hoguera —en realidad, una apisonadora— para destrozar los discos de los músicos participantes; ni, tampoco, discusiones subidas de tono e incluso peleas en la popular Calle Ocho.
En Univisión, Barack Obama aseguraba que «en sí, no creo que perjudique a las relaciones estadounidenses y cubanas este tipo de intercambios culturales». Y en América Tevé, el opositor Elizardo Sánchez destacó que el concierto no tenía trascendencia alguna para la política de la isla.
El diario oficial «Granma» se felicitaba de que Juanes «cumplió con altura» su compromiso para «promover un voto por el entendimiento humano». Un hecho «histórico, pa' contarle a mis hijos», comentaba Joel, un mecánico de 23 años. Una probadita a la libertad en la que no faltaron ni las banderas arcoiris que sirven de emblema al movimiento homosexual, largamente perseguido en la isla.
En declaraciones a Efe, Juanes reconoció haber llorado antes, durante y después de lo que considera «una semilla muy bonita». Aunque para Elena Chomat, una exiliada de 78 años, sólo represente «un paréntesis para la terrible realidad de los cubanos».
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Actualizado Martes, 22-09-09 a las 09:15
El cartel pudo haber sido mejor. Las medidas de seguridad, menos estrictas. Incluso el tremendo calor debía haber aflojado un poco. Pero difícilmente Juanes y sus catorce cuates musicales imaginaron un éxito mejor para su concierto «Paz Sin Fronteras» en La Habana. Y nadie soñaba que ante el rostro del «Che» fueran a escucharse: «¡Viva Cuba libre! ¡Arriba Estados Unidos, Miami, Nueva York y Washington! ¡Una sola familia cubana! Llegó el momento de cambiar. Vencimos el miedo para estar aquí con ustedes, y esperamos que ustedes también lo puedan vencer».
Para los anales quedará que un millón de personas vestidas de blanco se reunieron en la Plaza de la Revolución para escuchar a Aute, a Víctor Manuel, a Miguel Bosé, a Orishas, a Silvio Rodríguez, a los Van Van... Y que muchos millones más pudieron hacerlo en directo a través de internet y de los medios de comunicación en español de Miami, donde se congrega el grueso de la oposición al régimen castrista.
En Florida, el espectáculo fue acompañado por debates en televisión (con opiniones a favor y en contra) y encuestas a pie de calle, en general favorables al concierto. Aunque tampoco faltó alguna quijotesca hoguera —en realidad, una apisonadora— para destrozar los discos de los músicos participantes; ni, tampoco, discusiones subidas de tono e incluso peleas en la popular Calle Ocho.
En Univisión, Barack Obama aseguraba que «en sí, no creo que perjudique a las relaciones estadounidenses y cubanas este tipo de intercambios culturales». Y en América Tevé, el opositor Elizardo Sánchez destacó que el concierto no tenía trascendencia alguna para la política de la isla.
El diario oficial «Granma» se felicitaba de que Juanes «cumplió con altura» su compromiso para «promover un voto por el entendimiento humano». Un hecho «histórico, pa' contarle a mis hijos», comentaba Joel, un mecánico de 23 años. Una probadita a la libertad en la que no faltaron ni las banderas arcoiris que sirven de emblema al movimiento homosexual, largamente perseguido en la isla.
En declaraciones a Efe, Juanes reconoció haber llorado antes, durante y después de lo que considera «una semilla muy bonita». Aunque para Elena Chomat, una exiliada de 78 años, sólo represente «un paréntesis para la terrible realidad de los cubanos».
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