12 de marzo de 2013

El mito de la papisa Juana


Escena del filme "La Papisa Juana"

El Mito de la Papisa Juana
 
ABC / MADRID

115 cardenales decidirán a partir de hoy quién es el hombre que toma las riendas de la Iglesia Católica. Será el Papa número 266 en dos milenios de historia, todos ellos varones... o al menos eso parece. Los cónclaves están envueltos en miles de leyendas y anécdotas, pero una de ellas pone en cuestión que todos los líderes de la Iglesia hayan sido hombres.

Según el mito, una mujer disfrazada de varón fue elegida Papa y gobernó entre los años 855 y 857, hasta que comenzó a sufrir las contracciones de un parto en medio de una procesión y dio a luz en público a su hijo, lo que provocó la ira de los fieles.

Juana nació cerca de Maguncia (actual Alemania) y las versiones sobre por qué escondió su feminidad son múltiples, desde el miedo a una posible violación hasta el amor por un joven estudiante que la obligaba a aparentar ser hombre para estudiar cerca de él. La única confluencia que guardan todas las versiones de esta leyenda es que Juana tenía un gran poder de oratoria y que eso le sirvió para labrarse un futuro dentro de la Iglesia. Juana entró en la religión como copista bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus. En su nueva situación, Juana pudo viajar con frecuencia de monasterio en monasterio y relacionarse con grandes personajes de la época.

Por entonces, la elección papal dependía de las votaciones de todos los fieles de Roma y su popularidad la alzó al liderazgo de la Iglesia. Juana tuvo entonces la desdicha de convertirse en la amante de un embajador, y quedó embarazada. Disimuló su estado gracias a las enormes túnicas que vestía pero finalmente dio a luz durante una procesión. A partir de ahí las distintas versiones del mito vuelven a contradecirse entre sí. Algunos dicen que fue lapidada por los fieles airados y otros que murió atada a los pies de un caballo que la arrastró por toda la ciudad hasta extramuros.

Grabado de Giovanni Boccaccio, 1539
 
Desde entonces y, para evitar nuevos casos, se fabricó un asiento papal conocido como «sedia stercoraria» que disponía de un agujero en el centro del mismo. Según numerosos escritos, éste se utilizaba una vez elegido nuevo Papa tras el cónclave y su función era determinar mediante el palpado testicular si el nuevo Pontífice era realmente un varón.

Aunque hay numerosos escritos respecto a la papisa Juana no se precisa a qué Pontificado corresponde, aunque se barajan los de Juan VIII o Benedicto III. La hipótesis principal sobre la génesis de esta leyenda es un intento de desprestigio de la figura Juan VIII por su actitud benevolente con otras iglesias. Esto provocó que fuese tachado de poco varonil y se le adjudicara una «actitud femenina».
A pesar de que la historia niegue la existencia de la papisa Juana, numerosos cuadros representan su leyenda e incluso Liv Ullman dirigió en 1972 una película (La Papisa Juana) sobre la única mujer que pudo algún día liderar la Iglesia Católica. Posriormente, en 2009, fue realizado otro film sobre este mito: "La Papisa". 
(ABC, Madrid)
 
Las pruebas principales del carácter enteramente mítico de la papisa son:

1. Ninguna fuente histórica contemporánea entre las historias de los papas tiene conocimiento de ella; tampoco se hace mención de ella hasta la mitad del siglo XIII. Resulta increíble que la aparición de una "papisa", si hubiera sido un hecho histórico, no hubiera sido notada por ninguno de los numerosos historiadores de entre los siglos X y XIII.

2. En la historia de los papas no hay lugar en donde encaje esta figura legendaria. Entre León IV y Benedicto III, donde Martinus Polonus la coloca, no es posible insertarla porque León IV falleció el 17 de julio del año 855 e inmediatamente después de su muerte Benedicto III fue elegido por el clero y por el pueblo de Roma; solo que a causa del advenimiento de un antipapa en la persona del cardenal depuesto Anastasius, Benedicto III fue consagrado hasta el 29 de septiembre.

Existen monedas con las imágenes de Benedicto III y del emperador Lotario I, quien murió el 28 de septiembre del año 855; por lo tanto, Benedicto III debió haber sido reconocido como Papa antes de esta fecha; el 7 de octubre del año 855, Benedicto III emitió una carta para el monasterio de Corbie. Hinemar, arzobispo de Reims, informó a Nicolás I de que un mensajero que había enviado a León IV se enteró de la muerte de este Papa y por lo tanto dirigió su petición a Benedicto III, quien la resolvió (Hinemar, ep. xl in P.L., CXXXVI, 85).

Todos esos testigos prueban que las fechas dadas en las vidas de León IV y Benedicto III eran correctas y que no hubo interrupción de la línea de sucesión entre estos dos papas, de modo que en este lugar no hay espacio para la supuesta papisa.

3. Más adelante es aún menos probable que una papisa pudiera insertarse en la lista de papas cercanos al año 1100, entre Víctor III (1087) y Urbano II (1088-1099) o Pascual II (1099-1110) como se sugiere en la crónica de Jean de Mailly.

(wikipedia.org)

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