Labor de Zapa
Por Martha Pardiño
No soy venezolana, pero me siento hermanada con los habitantes de ese
bello país, porque he visto a su patria caer en el mismo abismo que cayó Cuba,
mi isla querida.
Venezuela, con una tierra fértil, con una riqueza petrolera
inconmensurable, con un potencial humano que muchos países quisieran, se ha ido
transformando en un país miserable, con consignas de muerte, con familias
enteras que se han tenido que exiliar porque los han despojado de sus negocios
levantados con años de trabajo y sacrificios. Donde la mordaza y falta de
libertad han cerrado periódicos, canales de televisión, etc.
Ahora que ha muerto el presidente Hugo Chávez, Maduro y su séquito
chavista han querido utilizar el velatorio del presidente como una gran tribuna
política. El desfile televisado de las colas de ciudadanos llorosos que
esperaban darle el último adiós al muerto. Los discursos fervorosos con sus
consiguientes lagrimeos. Las consignas de “Patria o Muerte, Venceremos”, etc.,
etc., fueron haciendo su labor de zapa durante el entierro para ayudar a la
campaña de Maduro, un conductor de ómnibus, sin preparación adecuada para
ocupar la presidencia. Tal vez el señor Maduro no se ha percatado que no es lo
mismo manejar un ómnibus que manejar un país. (Y quiero aclarar que manejar un
ómnibus es un trabajo digno, pero no todos los guagüeros tienen la preparación
para ser presidentes de una nación).
Así van las cosas en un país arbitrariamente gobernado por el clan
chavista que quiera Dios que no gane las próximas elecciones. Quisiera que
todos los venezolanos se dieran cuenta de lo que les espera si Maduro es
elegido presidente. Quisiera que se miraran en el espejo de Cuba y
comprendieran que para ellos esta es la hora de romper cadenas, de votar por la
democracia, por la libertad y por el bien de su patria.
¡Espero que Dios ilumine a nuestros hermanos venezolanos y sepan
decirle no al chavismo para siempre!
Martha Pardiño
Miami
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