JARDINES IMPRESIONISTAS
“Jardines Impresionistas” es una exposición organizada por el Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid en colaboración con la National Gallery of Scotland, Edimburgo, que está abierta en Madrid desde el 16 de noviembre de 2010 hasta el próximo 13 de febrero.
La exposición comienza en las salas del Museo Thyssen-Bornemisza con una sección dedicada a los precursores del jardín impresionista. La pintura de flores del romanticismo (representada por Delacroix) se yuxtapone aquí a los floreros de Bazille o Renoir.
Jarrón con flores, 1833, Eugène Delacroix
También artistas como Millet, Corot y Daubigny serían precedentes inmediatos de la pintura impresionista francesa, expuestos en estas salas.
La aproximación de los impresionistas al tema del jardín está marcada por tres oposiciones: entre la ciudad y el campo, el parque público y el jardín privado, lo decorativo y lo productivo.
El jardín aparece como un punto de encuentro entre lo urbano y lo rural, puede ser una isla de naturaleza en medio del asfalto o bien un fragmento de orden civil en mitad del campo. Manet y los impresionistas descubrieron en los parques parisienses los atractivos combinados de la vida moderna y el aire libre.
Au le bois de Boulogne, 1879, Berthe Morisot
La segunda polaridad se establece entre los grandes espacios verdes de carácter público (como el Parc Monceau, el Bois de Boulogne o el Trocadero) y los pequeños jardines privados, frecuentemente vinculados a la casa del artista. Monet y Pissarro, Morisot y Sargent nos revelan los parques de París y otras ciudades como escenarios de una intensa vida social donde cohabitan y disfrutan las diversas clases. En el jardín privado, por otra parte, los mismos pintores plasman el ámbito de la intimidad y lo personal: la conversación, la lectura, el juego o el reposo.
Cultivar y disfrutar de las flores en un jardín decorativo y de esparcimiento se había convertido en uno de los pasatiempos predilectos desde mediados del siglo XIX al que no fue ajeno el grupo de pintores impresionistas; muchos compartieron esta afición, (Monet, Calleibotte, Guillaumin) intercambiándose consejos de jardinería y experiencias, y creando sus propios “jardines de artista”.
Con su gusto por el color, el trabajo al aire libre, los efectos de la luz y los temas de la vida moderna, los impresionistas y sus seguidores tomaron de forma natural flores, parques y jardines como motivo artístico y fuente frecuente de inspiración.
La tercera oposición se establece entre el jardín decorativo (escenario del ocio) y el jardín productivo (espacio de trabajo). Las dos últimas salas de la exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza se centran en la dedicación de Pissarro al tema del huerto, con especial énfasis en la figura del campesino trabajando (en consonancia con las convicciones políticas del artista).
Joaquín Sorolla, Alberca del Alcázar de Sevilla, 1910
En la Fundación Caja Madrid, el recorrido continúa, en la gran sala central, con la evolución del tema del jardín en la obra tardía de los impresionistas franceses. En el espacio de la planta superior, la atención se desplaza hacia la pintura naturalista europea y americana del cambio de siglo. Todo un elenco de artistas alemanes, escandinavos, británicos o estadounidenses se dejaron influir por la búsqueda de la luz y el aire libre, características del impresionismo. Una tendencia paralela se observa en la pintura española de la época, representada por nombres como Sorolla, Regoyos, Pla, Meifrèn o Anglada-Camarasa, reunidos en un espacio aparte.
Exquisito tu blog para contarnos de esos pintores románticos que tuvieron como protagonistas en su obra a esos seres coloridos de la naturaleza llamadas FLORES. GRACIAS.
ResponderEliminarBellísima entrada Lolita, me encantó.
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