11 de febrero de 2011

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NUESTRA SEÑORA DE LOURDES.

- De acuerdo al testimonio de santa Bernardette Soubirous   (1844-1879),  dieciocho apariciones de la Virgen María  se sucedieron en la gruta de Massabielle, a orillas del río Gave, en las afueras de la población francesa de Lourdes, en las estribaciones de los Pirineos.   Esa proximidad a  Lourdes ha sido la que ha dado nombre a la advocación católica de Nuestra Señora de Lourdes.

Desde entonces, la advocación de la Virgen María como Nuestra Señora de Lourdes ha sido motivo de peregrinaciones para millones de católicos de todo el mundo y su santuario ha sido estimado popularmente como un lugar emblemático en el que se conjugan el sufrimiento, la fe expresada en plegaria, la curación y la conversión. 

De la gruta fluye un agua a la que cada año acuden con fe miles de enfermos. A lo largo de más del siglo y medio que ha transcurrido desde las apariciones de la Santísima Virgen  María en aquella gruta, incontables curaciones milagrosas han sido certificadas como tales después de una escrupulosa revisión por parte de diferentes equipos  médicos.

La Iglesia dedica la fecha del 11 de febrero -que marca el día de la primera aparición- para celebrar la festividad de Nuestra Señora de Lourdes.

Bernardette Soubirous profesó como religiosa en la Orden de las Hijas de la Caridad y con ellas se dedicó a servir como enfermera en el hospicio de Nevers. Aquejada de tuberculosis ósea, su poca salud no le impidió consagrarse al cuidado de los enfermos allí recluidos. Falleció el 16 de abril de 1879 con apenas treinta y cinco años.  Fue declarada santa por Pío XI el 8 de diciembre de 1933. Su cuerpo permanece incorrupto en un ataúd de cristal en el antiguo Convento de San Gildard de Nevers, lugar adonde acuden  piadosas  peregrinaciones. 

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