12 de febrero de 2011

La leyenda de El Dorado


La  leyenda  de  El   Dorado.

- El origen del mito de El Dorado, el más famoso de cuantos estimularon la exploración y conquista del continente americano, se remonta al año 1534, en que un indio del territorio que hoy ocupa Colombia reveló a los españoles una de las ceremonias rituales del cacique Guatavita, ritual que había de despertar la codicia de soldados y aventureros.

La narración se refería a que, cubierto el cuerpo desnudo con polvos de oro que se adherían a su piel mediante una tintura de trementina, el cacique, ante su pueblo, se embarcaba solo en la laguna de Guatavita, se bañaba y arrojaba al agua, en honor a la divinidad, valiosas ofrendas consistentes en piezas de oro y esmeraldas. Igual homenaje rendían sus súbditos.

Basada en un hecho cierto, la leyenda del "indio dorado" fue divulgada por los conquistadores y asimiló nuevos y fabulosos elementos que la desvirtuaron totalmente. El mito concluyó por no guardar relación alguna con el cacique dorado, y se llamó "El Dorado" a las regiones auríferas y diamantíferas de distintos lugares de América, absolutamente imaginarios, a los que se creía emporio de riquezas incalculables. Se comenzó por hablar de “el indio dorado”,  luego del “rey dorado” o simplemente “el dorado” hasta que hoy en día se  le identifica, no con una persona sino con un lugar o ciudad, formando una sola palabra: “ElDorado”.

Las poblaciones muiscas y sus tesoros cayeron rápidamente en manos de los conquistadores. Al hacer inventario de las nuevas tierras obtenidas, los españoles pronto se dieron cuenta de que a pesar de las cantidades de oro en manos de los indios no había ciudades doradas, ni siquiera minas ricas, puesto que los muiscas obtenían el oro a través del comercio con naciones vecinas. Pero al mismo tiempo seguían prestando oídos a las historias de El dorado que contaban los indios capturados sobre los ritos que tenían lugar en la laguna de Guatavita. Incluso dicha laguna muestra una gran zanja en uno de sus costados, evidencia de los intentos que se hicieron en 1580 por drenarla.

En busca de El Dorado salieron muchas expediciones. Sir Walter Raleigh sobresale entre los extranjeros a quienes deslumbró la célebre leyenda y que llegaron a América en pos de una quimera que tuvo también en Europa fervorosos propagandistas.

En 1990, el documentalista y periodista colombiano Roberto Tovar Gaitán   ingresó con un equipo de buzos y cámaras de televisión a la Laguna de Guatavita.  En su libro y documental, titulados Las lagunas del Dorado, evidencia y demuestra que aun cuando la laguna de Guatavita fue un centro ceremonial importante para la iniciación de los jóvenes que serían coronados Zipas o reyes de Bacatá,   esa laguna «no fue la verdadera cuna de El Dorado». Según los hallazgos, la verdadera sería la lagunita de Siecha,  (palabra muisca que significa La casa del varón), localizada cerca de la pirámide del Sol Muisca,  a 35 kilómetros de Guatavita.
 

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