CUBA Y EGIPTO,
UNA MONEDA CON DOS CARAS
- Amelia M Doval.
Dovalamela@yahoo.com
Con el paso acelerado del desarrollo mundial, las fronteras comerciales se acomodan a los nuevos tiempos. Los intereses políticos se ajustan a los niveles económicos dejando a un lado la gallardía justiciera para imponer subrepticias formas de justificar los crímenes con la frase de moda: "políticamente correcto".
En el caso específico de Cuba, las arbitrariedades que el sistema de "injuticia" impone, son ignoradas en el mundo. Es absurdo exigir a otros lo que no somos capaces de gritar. Los cubanos, dentro y fuera de la isla, deberíamos analizar con carácter lógico y simbología Freudiana qué nos obliga a mantener un estatus de moderación.
La increíble parsimonia que ahuyenta cualquier posibilidad de reclamo se enfrenta, en estos días, a la oportuna exclamación de libertad que el pueblo Egipcio grita en las calles. Treinta años de tiranía han impulsado a una demanda. Si usted, lector incansable de estas líneas, se detiene a pensar por un momento, podrá preguntarse lo mismo que yo. Cuando en 1981, Hosni Mubarak comienza su mandato, Cuba tenía en su historia 22 años de opresión, de crímenes, de maltratos, de miseria.
A los egipcios les pareció que treinta años fue demasiado tiempo para callar, los cubanos llevamos 52, ¡qué pena!, ¿cuántos más faltarán? Lo cierto, es que si tomamos asiento en esta aula gigante que es el Universo podemos aprender una única lección: nadie, ningún ser humano se preocupará por defender nuestra causa si no alzamos los brazos, porque sólo entonces la voz nuestra hablará a través de la ajena.
Con la muerte de Zapata, la opinión pública se hizo notar, la presión internacional estaba presente. El silencio que marcha con las Damas de Blanco, único grito en este discurso, merece respeto a nivel mundial. Incitar a la lucha desde este lado del mar, es irrespetar al hermano, me pregunto por todos, por cada generación y ya vamos por tres ¿qué nos pasó? O mejor ¿qué sucede con mi pueblo que siente las garras, sangra, llora y se deja dominar? Cuba es un país en la sombra, desnudo de alma y reducido de espíritu.
Aquellos que logramos balancearnos entre la nostalgia y el dolor pero poseemos la libertad de pensar y opinar, tenemos un doble deber, hablar por Cuba y propiciar las vias para mostrarles un mundo más allá de su encierro, abrir las mazmorras mentales. Entendemos que las carencias son tantas y tan variadas que su espíritu se alimenta de baratijas. Es díficil enseñar al necesitado que la libertad no se mide por la suma de granos a comer, ni la ropa que se usa sino por la relación directamente proporcional que existe entre exigir los derechos y cumplir los deberes que la sociedad impone. Cuba sólo será libre cuando Cuba reclame su libertad.
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