.
Yo conocí a un tal por cualque a cierto conde servía;
de dinero andaba mal
y Sotillo le decían.
.
Creció un poco su caudal,
salió de mísero y roto:
encontréle yo al azar
y ya se llamaba Soto.
Llegó a fortuna mejor,
eran sus nombres de gonces.
Volví a encontrarle, y entonces,
se llamó Sotomayor.
(Anónimo)
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