Francisco Chaviano González
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - En Cochabamba, Bolivia, se está realizando del 20 al 22 de abril, la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y derechos de la Madre Tierra.
El evento, ideado por los países del ALBA, pretende echar tierra a los acuerdos de la Cumbre de Copenhague sobre el cambio climático. Ya dieron el primer paso, cuando luego de un conciliábulo en La Habana, marchó la pandilla de marras a boicotear el cónclave de Dinamarca.
Allí montaron el show ya conocido, estaba concertado de antemano que no aceptarían ningún tipo de acuerdo. Es la impronta talibán, cerrarle las puertas a toda posibilidad de arreglo, entendimiento o negociación. De aquí la paradójica amistad de los albinos de América con lo más avieso del fundamentalismo islámico del Medio Oriente.
Su afán no es el de resolver problemas, sino crearlos. Tanto los de un continente como los del otro, se aprovechan de las miserias humanas, las exacerban y apuntalan con ideologías torcidas que presentan de fondo el paraíso. Allá, cierta interpretación del Corán, aquí, un socialismo resucitado.
Como es su costumbre, se apoderan de los problemas neurálgicos para meter el dedo en la llaga; en esta ocasión es el cambio climático. Obvian el hecho de que el otrora campo socialista demostró ser el ente más destructor del medio ambiente, no sólo por casos puntuales como el accidente de Chernobil, sino por lo corrosivo del régimen en general para con el hombre y su medio. Sin ir muy lejos, un claro ejemplo de ello está precisamente entre los albinos: Cuba, la otrora feraz isla del Caribe, convertida en baldía por obra de la revolución fidelista.
¿Del evento qué se puede esperar? Lo de siempre, se vestirán con ropaje sobrio para darle un talante de seriedad a lo que no lo tiene. Luego manipularán la lógica de lo razonable para terminar promoviendo la ilógica del envenenamiento social. La agresión inicial apuntará contra el enemigo: los países ricos; pero finalmente el daño alcanzará a todos.
Allí no se diseñará un plan de todos para contribuir a sanear el medio ambiente, razonablemente ajustado a las posibilidades reales de cada quien, y que contemple la ayuda equilibrada a los más pobres en el empeño, sino el reclamo a los desarrollados para que hagan concesiones que les pondrían en franca desventaja frente a China y las potencias emergentes, a quienes se les exonerará. Además, se les endosará a los ricos la responsabilidad total del gasto de reajuste tecnológico en los países pobres; en fin, la propuesta será inaceptable, pero logrará el principal objetivo: echar leña al fuego de la confrontación, en todas partes.
En la cumbre de Cochabamba se echará tierra a los ojos de algunos, tierra a los problemas de otros y lodo a los problemas del clima. Castro, Chávez, Ortega y Evo Morales son los jinetes de esta intentona apocalíptica. ¿Qué puede esperar el mundo de estos violadores de los derechos del hombre, erigidos en defensores de los derechos de la Tierra?
¡Muy jorobada está la Madre Tierra con tales defensores!
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - En Cochabamba, Bolivia, se está realizando del 20 al 22 de abril, la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y derechos de la Madre Tierra.
El evento, ideado por los países del ALBA, pretende echar tierra a los acuerdos de la Cumbre de Copenhague sobre el cambio climático. Ya dieron el primer paso, cuando luego de un conciliábulo en La Habana, marchó la pandilla de marras a boicotear el cónclave de Dinamarca.
Allí montaron el show ya conocido, estaba concertado de antemano que no aceptarían ningún tipo de acuerdo. Es la impronta talibán, cerrarle las puertas a toda posibilidad de arreglo, entendimiento o negociación. De aquí la paradójica amistad de los albinos de América con lo más avieso del fundamentalismo islámico del Medio Oriente.
Su afán no es el de resolver problemas, sino crearlos. Tanto los de un continente como los del otro, se aprovechan de las miserias humanas, las exacerban y apuntalan con ideologías torcidas que presentan de fondo el paraíso. Allá, cierta interpretación del Corán, aquí, un socialismo resucitado.
Como es su costumbre, se apoderan de los problemas neurálgicos para meter el dedo en la llaga; en esta ocasión es el cambio climático. Obvian el hecho de que el otrora campo socialista demostró ser el ente más destructor del medio ambiente, no sólo por casos puntuales como el accidente de Chernobil, sino por lo corrosivo del régimen en general para con el hombre y su medio. Sin ir muy lejos, un claro ejemplo de ello está precisamente entre los albinos: Cuba, la otrora feraz isla del Caribe, convertida en baldía por obra de la revolución fidelista.
¿Del evento qué se puede esperar? Lo de siempre, se vestirán con ropaje sobrio para darle un talante de seriedad a lo que no lo tiene. Luego manipularán la lógica de lo razonable para terminar promoviendo la ilógica del envenenamiento social. La agresión inicial apuntará contra el enemigo: los países ricos; pero finalmente el daño alcanzará a todos.
Allí no se diseñará un plan de todos para contribuir a sanear el medio ambiente, razonablemente ajustado a las posibilidades reales de cada quien, y que contemple la ayuda equilibrada a los más pobres en el empeño, sino el reclamo a los desarrollados para que hagan concesiones que les pondrían en franca desventaja frente a China y las potencias emergentes, a quienes se les exonerará. Además, se les endosará a los ricos la responsabilidad total del gasto de reajuste tecnológico en los países pobres; en fin, la propuesta será inaceptable, pero logrará el principal objetivo: echar leña al fuego de la confrontación, en todas partes.
En la cumbre de Cochabamba se echará tierra a los ojos de algunos, tierra a los problemas de otros y lodo a los problemas del clima. Castro, Chávez, Ortega y Evo Morales son los jinetes de esta intentona apocalíptica. ¿Qué puede esperar el mundo de estos violadores de los derechos del hombre, erigidos en defensores de los derechos de la Tierra?
¡Muy jorobada está la Madre Tierra con tales defensores!
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