El Señor que lo veía
Rafael Arévalo Martínez
Porque en dura travesía
yo era un flaco peregrino,
el Señor, que lo veía,
hizo llano mi camino.
Porque agonizaba el día
y era cobarde el viajero,
el Señor, que lo veía,
hizo corto mi sendero.
Porque la melancolía
sólo marchaba a mi vera,
el Señor, que lo veía,
me mandó una compañera.
Y porque era el alma mía
alma de las mariposas,
el Señor, que lo veía,
a mi paso sembró rosas.
Y es que sus manos sedeñas
hacen las cuentas cabales,
y no mandan grandes males
para las almas pequeñas.
yo era un flaco peregrino,
el Señor, que lo veía,
hizo llano mi camino.
Porque agonizaba el día
y era cobarde el viajero,
el Señor, que lo veía,
hizo corto mi sendero.
Porque la melancolía
sólo marchaba a mi vera,
el Señor, que lo veía,
me mandó una compañera.
Y porque era el alma mía
alma de las mariposas,
el Señor, que lo veía,
a mi paso sembró rosas.
Y es que sus manos sedeñas
hacen las cuentas cabales,
y no mandan grandes males
para las almas pequeñas.
Rafael Arévalo Martínez, (1884-1975). Escritor y periodista guatemalteco, cutivador de la narrativa y la poesía. Director de la Biblioteca Nacional de Guatemala durante veinte años, miembro correspondiente de la Real Academa de la Lengua Española, y Representante Diplomático de Guatemana ante la Unión Panamericana. Fue condecorado con la Orden del Quetzal de Guatemala y la Gran Cruz de la Orden de Rubén Dario (Nicaragua)
Foto: Google
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