23 de abril de 2010


Corrupción a la cubana

Por Nicolás Pérez
El Nuevo Herald

Los jóvenes idealistas que bajaron de la Sierra Maestra en 1959 con barbas bíblicas y una pasión honesta por cambiar el mundo se han transformado en bandidos de siete suelas.

Es alucinante la corrupción a la cubana. Y es que en cada ocaso de un régimen comunista, amanece una mafia. Porque la riqueza de un Estado marxista leninista ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, es decir, pasa de manos del Estado a la de dirigentes y generales, en un inevitable ciclo que lo marca la propia dialéctica del sistema.

En Rusia la mafia la crearon ex oficiales del Ejército Rojo, la NKVD y las Fuerzas Especiales o Spetsnaz que perdieron poder, fuerzas y cargos al final de la Guerra Fría. Según nos cuenta de un modo incisivo la argentina Norma Morandini: "La delincuencia llegó a reemplazar al Estado a causa de que Rusia pasó bruscamente de un sistema totalitario a una economía de mercado sin haber construido antes una cultura de la legalidad''. Cualquier parecido con la Cuba actual es pura coincidencia. Una precaria situación económica y la necesidad de subsistir han provocado que el cubano promedio no entienda la diferencia entre lo legal y lo ilegal, y han reformulado el vocabulario, y administradores que roban descaradamente le llaman eufemísticamente al robo, ``justa compensación''.

¿Cuándo comenzó esto? Cuando desapareció la Unión Soviética y enfrentado a una falta peligrosa de divisas Fidel Castro creó el CIMEX, las tácticas gansteriles de Castro en la Universidad de La Habana, en una rara extrapolación, llevadas al plano del comercio internacional de una nación. Este organismo que lo mismo falsificaba productos de marca en América Latina que contrabandeaba colmillos de elefantes o diamantes en Africa, o que traficaba con drogas bajo la premisa revolucionaria de ``burlar el bloqueo norteamericano'', podría haber sido una buena idea, pero tenía talones de Aquiles, poca supervisión, demasiados dólares sueltos y mucho queso al alcance de un puñado de ratas.

En Cuba la rapiña de los dirigentes es producto de un sistema reñido con la condición humana. No se puede hacer una tortilla sin romper huevos, ni se puede crear riqueza y felicidad sin libertad individual. Con un agravante, cuando Fidel comenzó a utilizar la corrupción para pasar cuentas políticas a lenguas sueltas como en el caso Ochoa, Carlos Aldana, Roberto Robaina, Carlos Lage, Felipe Pérez Roque y otros, y se supo que los Castro concedían en el búnker impunidad sólo a cambio de obediencia ciega, se desmoralizó la cúpula y comenzó el despelote actual.

El hombre que con más fidelidad encarna en Cuba la transformación de un idealista en corrupto es Max Marambio. Su historia es fascinante. En un viaje a estudiar a la isla con su padre, el diputado socialista Joel Marambio, se tropieza con Fidel en un coctel en homenaje a un grupo de chilenos, y este le pregunta que si se queda en Cuba qué quisiera estudiar, y Marambio le responde que arquitectura. En su forma oblicua de comunicarse, el líder revolucionario le replica: ``Perfecto, nosotros estamos de lleno en la agricultura''. De cualquier forma, todo indica que Max impresiona a Castro y lo bendice.

Pronto el joven chileno abandona sus estudios y pasa a formar parte de las Tropas Especiales, donde se dice que obtuvo el grado de teniente coronel. Tras la muerte del Che regresa a Chile, bajo Pinochet, y se incorpora al Movimiento de Izquierda Revolucionaria. En 1970 abandona el MIR y se convierte a los 23 años en responsable de la guardia personal de Salvador Allende y de su revolución de empanadas y vino tinto. Consumado el ataque al Palacio de la Moneda y muerto Allende marcha a la embajada cubana en Santiago, fiel a sus compromisos ideológicos.

Tiempo después regresa a Cuba, encabeza el CIMEX y organiza los viajes turísticos de exiliados a la isla. La dirigencia ortodoxa castrista encabezada por Raúl Castro califica su gestión de ``capitalismo de pacotilla''. Una mala noticia.

Hoy Max Marambio viaja en su helicóptero particular, es uno de los hombres más prominentes de Chile y hace un par de años se especulaba sobre su candidatura a la presidencia de su país. Cuenta su leyenda negra que el inicio de su fortuna comenzó con un préstamo de diez gansos que le hizo el Zoológico de La Habana. Sobrevivieron dos, con los cuales obtuvo 650 gramos de paté. El negocio se multiplicó y nació La Oca, que exporta hoy más de un millón de gansos en forma de plumas, carne y foie gras. Tiene empresas en Chile, España, Cuba, México y Ecuador, y un patrimonio tan solo en la empresa cubana Río Zaza de 30 millones de dólares. Río Zaza actualmente es cuestionada por prácticas corruptas.

Todos los cuadros castristas caen en desgracia cuando cometen un error político. ¿Cuál cometió Marambio? Parece que aconsejó a Cuba y a la izquierda procastrista chilena apoyar a Marcos Enrique Ominiani, lo que provocó que la Concertación de Eduardo Frei-Tagle perdiera las elecciones y ganara el derechista Sebastián Piñera, con un alto costo para la política exterior de La Habana.

Conclusión, los agentes 007 del castrismo tienen licencia para matar y robar, pero no para equivocarse políticamente. Recientemente interrogado Max Marambio por la prensa internacional sobre sus diferencias con el castrismo, dijo con parquedad: ``Me formé en el silencio, que es la forma aristocrática de los clandestinos'', algo cierto, pero cínico.

Nicop32000@yahoo.com
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