13 de abril de 2010

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El líder necesario

Adolfo Rivero Caro

La muerte de Zapata Tamayo y la represión a las Damas de Blanco ha tenido una enorme repercusión mundial. Esto debería subrayar, en primer lugar, la enorme miseria moral de gobiernos como los de Brasil y Argentina, francos simpatizantes de la dictadura castrista, por no hablar de Venezuela, Nicaragua y Ecuador, partidarios militantes de la misma. Hace pocos meses estaban luchando, desesperadamente, por incluir a Cuba en la Organización de Estados Americanos, tratando de considerarla como una ``democracia'' más en el hemisferio. Uno se pregunta, ¿cómo es posible? Poco después, esa dictadura iba a dejar morir a Zapata Tamayo y golpear a las Damas de Blanco pero esto no es ningún cambio sino mantener exactamente la misma línea represiva de hace 50 años, como lo ha declarado expresamente Raúl Castro en su último discurso ante la Unión de Jóvenes Comunistas. Es necesario que la oposición de estos países insista y desenmascare esa política.

Durante miles de años, el único gran propietario fue el estado. El desarrollo del capitalismo cambió eso, subrayando la importancia de la propiedad privada de los medios de producción. Esto permitió que el mundo pasara de la etapa agrícola a la etapa industrial. No es de extrañar que esta nueva etapa tuviera numerosos problemas. Molestos con ellos y, sobre todo, con la necesaria desigualdad, nuestros ``progresistas'' pretenden resolverlos acabando con la propiedad privada y regresando a la vieja omnipotencia del estado. Es increíble, son los reaccionarios por excelencia.

Obviamente, esta pretensión genera una enorme resistencia popular y, de aquí, que el comunismo sea un sistema esencialmente represivo, como lo demuestra la experiencia de todos los países socialistas. En cuanto disminuyó la amenaza de que cualquier oposición fuera ahogada en sangre, prácticamente todos los gobiernos comunistas fueron violentamente rechazados por sus pueblos, incluyendo al de la misma Unión Soviética. Ha sido la revolución político-social más grande del siglo XX.

En Cuba, el comunismo no sólo ha reprimido cruelmente a la población sino que ha empobrecido trágicamente al país. Ahora todos son pobres, menos los dirigentes políticos, por supuesto, que han trasladado cientos de millones de sus fortunas personales al exterior. ¿Es eso lo que quieren los progresistas latinoamericanos para sus pueblos? Algunos dirigentes envidian profundamente a Fidel Castro y sus 50 años en el poder. Pero ¿qué tienen que envidiarle los pueblos latinoamericanos a los cubanos de a pie? Han pasado a ser de uno de los pueblos mas prósperos del hemisferio a uno de los más miserables. Por favor. Los cubanos no tienen derechos. Ni siquiera les está permitido el acceso a la Internet.

Este último y masivo repudio internacional a la represión castrista ha hecho que muchos hayan saltado a la conclusión de que el régimen está agonizando. Esto es un error. La dictadura sabe que la oposición cubana es masiva. Es por eso que trata, por todos los medios, de impedir que se organice y que pueda manifestarse libremente. Y es por eso que, dentro de Cuba, el repudio expreso a la dictadura sigue siendo raro.

El problema fundamental de la oposición cubana consiste precisamente en cómo convertir ese repudio masivo, que no ha podido expresarse abiertamente, en un repudio expreso y visible al mundo entero. De conseguirlo, la dictadura tendría que presionar a las fuerzas armadas para reprimir a la población, algo que probablemente no estarían dispuestas a hacer, y que las podría volver abiertamente contra el gobierno. Los Castro utilizan la demagogia populista como un simple instrumento pero la mayoría de los cuadros de las fuerzas armadas realmente creen que su papel es proteger a la población. Y nunca han sido puestos a prueba.

Desde hace tiempo, quejarse de los atropellos ha dejado de ser suficiente. En cierta medida, es hasta contraproducente porque nadie quiere militar voluntariamente en las filas de las víctimas. La oposición tiene que aprovechar el prestigio ganado y utilizarlo a favor de una causa activa. Es por eso que los municipios de oposición son tan importantes. Es un gran movimiento en la base y con vastas posibilidades de expansión. Tener contactos con dirigentes del exterior sería de enorme importancia para ellos.

Yo me pregunto, ¿qué dirigente político importante ha viajado por América Latina explicando la situación real del pueblo cubano y el carácter profundamente reaccionario de apoyar una dictadura comunista? ¿Y qué dirigentes políticos han tratado de ayudar a desarrollar los municipios de oposición? Es comprensible que algunos hayan renunciado a una exigente carrera pública para poder dedicarse más a su vida privada. Es el caso, digamos, de Mel Martínez o el de Raoul G. Cantero III, que renunció al Tribunal Supremo de la Florida para dedicarse a la práctica privada. No hay nada que criticar en eso, aunque tampoco nada que admirar. No creo que sea el caso de Lincoln Díaz-Balart. Pudiera ser el líder que necesitamos. El mismo ha hablado de los municipios de oposición. ¿Estará dispuesto a emprender esta tarea? Nadie mejor calificado para hacerlo. Veremos.

Adolfo Rivero Caro
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