17 de abril de 2010


Un inusual repiqueteo de campanas

«Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado,
y a pensar y a hablar sin hipocresía»

José Martí.

Lic. Amelia M. Doval

Llevábamos días de controversia política, de circo patriótico. Los serviles esclavos de la revolución se prestan a salir al ruedo, desconocen las preguntas pero tienen clasificadas las respuestas; cuando éstas se agotan se hace un alto a la palabra y se retiran. Pareciera que en ese momento les dieron la libertad para expresarse, pero nada más ajeno: son simples voceros de una tradición de medio siglo, pensar lo que uno quiera, expresar lo que el gobierno manda.

Los campesinos cubanos en andar trovadoresco establecieron el contrapunteo vocal, un motivo cualquiera, una discusión que marca los opuestos y un final feliz. El periodismo y la lucha política ganaron, se generó una batalla epistolar que devino en una crónica seguida por un pueblo en el exilio, porque me niego a pensar que igual cobertura tuvo en Cuba. Un enfrentamiento entre dos cubanos de diferente posición y manera de expresar, lástima que el contendiente en la esquina roja fuera de tan poca maestría, un poeta a mitad de camino, un escribano de cartas marcadas.

Carlos Alberto Montaner se merecía otra pluma, un adversario con capacidad para expresarse en la honradez de una ideología y así si se podría discutir de temas realmente importantes. Valoro grandemente el esfuerzo por una polémica que si en algo nos marcó fue que quedó claro para todos una realidad a voces: el cambio es necesario pero no vendrá de arriba, de los acomodados en el sistema; tendrá que salir como hasta ahora de los sufridos, de los de a pie, y en la isla esta frase es totalmente real.

Recuerdo que en los años 80 había un periódico soviético que siempre circuló libremente porque nunca dijo nada importante, hasta que se estableció un intercambio de criterios a través de sus páginas: salía la verdad sobre Troski, la miseria rusa y los cambios internos. El periódico minúsculo e insignificante mensajero dejó de mariposear en los estanquillos, rodaba de mano en mano, era la verdad del pueblo ruso, la esperanza del cubano que quedó trunca después de los fusilamientos en 1989 y el regreso brusco de los estudiantes universitarios que fueron marginados por haber estado presentes en un cambio histórico. Novedades de Moscú, así se nombraba: fue la botella con un mensaje dentro que los náufragos de libertad ansiábamos tener.

El reciente bamboleo de frases entre la Habana y Miami me ilusionó. Los sentimientos estuvieron a flor de piel, ojalá se pudiera servir la mesa con un número mayor de manjares como éste; solo le bastó a Silvio Rodríguez un par de cartas y ya se ganó el derecho a reivindicarse públicamente. Todo está planeado en ese gobierno, hasta los supuestos atrevimientos; el objetivo final es dejar claro al mundo el mensaje, los cubanos aman su revolución, la defienden y tienen la capacidad de discutir abiertamente con cualquiera, aún cuando su apretada agenda casi ni se lo permite.

Todo esto parecería una información casual, mas no es así. Al final tenemos un reporte que hacer, la batalla cubana está solo en la arrancada, no ha tomado fuerzas, se necesita un mayor esfuerzo, aunque los cambios deben venir de adentro; todavía falta el empuje necesario, no podemos dejar la batalla a un lado, hay que continuar, no parar, porque la libertad no se ha conquistado y la hipocresía es la bacteria que corroe la voluntad de luchar.

Se avanzó otro paso en la larga escalera, una semana de discusión verbal. Es interesante mantener el ritmo cada día del año, un motivo para hablar, para comentar y publicar, sea con un bastardo de inapropiado conocimiento que antes de empezar ya tenía marcado el final, o con alguien de pensamiento más profundo. Silvio, no podías callar, tu competencia por años había dado una opinión, tú debías ser el oponente a lo que Pablo Milanés pensaba, tu ausente presencia es lastimosa, fuiste un estandarte de equivocada libertad y no sabes llevarlo a su máxima expresión. De todas maneras te agradecemos el esfuerzo de tratar de ripostar a quien te enumeró algunas verdades que tú conoces y ocultas para no perder los privilegios que tienen los sumisos. No es una ofensa, es una descripción psicológica de la personalidad. Esperemos ansiosos que la próxima semana nos regalen otros motivos para pensar en Cuba con la esperanza de un final que se avecina.

Lic. Amelia M. Doval.
4-16-10

Ilustración: www.desdecuba.com
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