13 de abril de 2010


Héroes y ladrones

Alina Fernández Revuelta
El Nuevo Herald

El puesto de Presidente del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba debe ser uno de los más deseados. Para ocuparlo hay que pasar un via crucis de gestos heroicos continuados. En la Isla existen dos tipos de héroes: puede ser un héroe militar, como en el caso del General de División Enrique Acevedo, y puede ser un héroe ideológico, como Luis Orlando Domínguez en los 80, cuando salió invicto, vestido de civil, de las trincheras de la Juventud Comunista.

Para que vean que aun sin ser miembro de las Fuerzas Armadas se podía llegar lejos en esa época. Luis Orlando le caía bien a Fidel Castro, que amén de incluirlo en su coro de asesores ornamentales, lo puso al timón de esa delicada nave llamada Cubana de Aviación.

No era un cargo tan complicado pues Cubana arrastraba sus viejos aviones por unos pocos países del orbe. Aun así, era un cargo estratégico; un cargo de confianza.

Pues bien, ``Landy'', como le decían, no estaba lo suficentemente vacunado contra la corrupción y empezó a cometer fechorías. Lo vigilaron un par de años y en junio del 87 el propio Fidel lo acusó en la televisión cubana de malversación. Dijo que pretendía vivir en un "Jardín del Edén'', como calificó a la casita suburbana que Landy se estaba construyendo sin permiso del gobierno (y con dinero del gobierno). Parece que Landy estaba usando fondos de un programa de campismo para jóvenes comunistas en esos gastos reprobables. Fidel añadió a las acusaciones formales un perfil psicológico del traidor: dijo que Landy tenía frustraciones infantiles, complejo de inferioridad y cleptomanía. Le ocuparon unos miles de pesos cubanos y lo condenaron a 20 años de cárcel.

Landy salió antes de tiempo y se dice que ejerce de capitalista desde su hogar del reparto Náutico, donde tiene montado un negocio de dulces y comidas por encargo.

Lección aprendida: los civiles casi nunca son confiables. Fue así como Cubana de Aviación pasó a manos de Rogelio Acevedo, militar de carrera vinculado a los Castro desde la Sierra Maestra.

Rogelio pasó por todas las escuelas militares en las que Carlos Marx es asignatura obligada. Debe haberse leído El Capital de arriba abajo; lo entendió tan bien que llegó a aplicarlo impecablemente en la vida diaria: Rogelio se apropió de los ``medios de producción'', creó su propia ``competencia'' y estableció nuevos ``precios de mercado''. Fue así: Rogelio decidió que la flota aérea cubana era suya. Usó los aviones, se dice, para el transporte de mercancías y pasajeros sin reportar las ganancias a la empresa (y al gobierno) y con esas ganancias, decidió comprar una flotilla paralela para ofrecer servicios exactamente iguales y más baratos (que los del gobierno).

¡Hay que aprender del general Rogelio! Al que por cierto, han dejado en casa, en la comodidad de sus piyamas. Se rumora que le ocuparon 137 millones de dólares escondidos en un tanque de agua. Debe de ser grande el tanque.

Tiene que haber mucho descontrol en Cuba para que los que ayer eran soldados marxistas hoy se hayan vuelto ladrones. Ladrones a gran escala, con decenas de cómplices.

No puedo imaginar a qué se va a dedicar en el futuro el depuesto general. Le sugiero que monte un negocio de papalotes caseros. Tendrá gran demanda: ni papalotes existen ya en ese país lleno de contrastes tan extremos: donde unos aspiran a ser millonarios ``cuando haya un cambio en Cuba'', mientras otros se dejan golpear o se condenan a morir de hambre, para que Cuba cambie.

Alina Fernández Revuelta
El Nuevo Herald
Ilustración: Google
___________________________

No hay comentarios:

Publicar un comentario