28 de marzo de 2010


La Crucifixión

Dulce María Loynaz


Al llanto y a la súplica insensible
el pueblo goza en su furor
malvado viendo a Cristo morir crucificado
en medio de tormento indescriptible.

Al consumarse crimen tan terrible
su luz apaga el sol horrorizado,
ábrense los sepulcros y rasgado,
cae el velo del templo inmarcecible,

vacilan las montañas con estruendo
a los verdugos míseros haciendo
que arrepentidos a la cruz se abracen.

La tierra por venganza a Dios clamaba
mientras Cristo muriendo sollozaba:
¡Perdónalos... no saben lo que hacen!


De la colección «Diez sonetos a Cristo», 1921,
Dulce María Loynaz

Ilustración: Google
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