29 de marzo de 2010


El Centenario de Lezama Lima,
la Unesco y el Castrismo

Armando Álvarez Bravo

LiberPress/Diario Las Américas

No pocas veces nuestros sentimientos están dominados por fuerzas encontradas. Esto es atribuible a que esa realidad que configura el sentimiento muchas veces está tocada significativamente por elementos tanto contradictorios como antagónicos.

En estos trágicos momentos que atraviesa nuestra tiranizada patria al cabo de medio siglo de totalitarismo castrista, me embarga un sentimiento contradictorio a partir de lo que se prepara para conmemorar el centenario del natalicio de mi entrañable compadre, el Maestro José Lezama Lima, el 19 de diciembre de 1910.

Un dato que precisé en mi criticada “Orbita de Lezama Lima” (1966), que fue tan furiosamente atacada por la izquierda internacional y “perdida” de inmediato por la policía cultural del régimen, lo que la ha convertido en una rareza bibliográfica. ¿Hay que explicarlo? No. En esa Cuba, mi ensayo, selección y la obra de ese inmenso e inerme poeta, esa figura mayor de las letras de nuestra lengua sobre el que se volcaron implacables los policías culturales del régimen, era mentar la soga en casa del ahorcado. Otro libro por el que me pasaron la cuenta.


¿Mis sentimientos encontrados en el caso del Maestro? Es algo complejo que necesito explicar. Quiero dejar por sentado que creo que conmemorar su centenario no sólo es merecido, sino que constituye un acto de respeto que exalta una obra monumental y la entrega sin peros a la creación. Creo, de igual suerte, que esa celebración debía tener como paisaje principal a la ciudad que amó, La Habana, y a la tierra que supo desentrañar
y elevar a la trascendencia a partir de su propia definición y de la universalidad de su reflexión.

Ese paisaje ahora arrasado en que agonizó por años como un maldito, como una no persona. Y esto a pesar de las maniobras de la infamia por figurar lo contrario. Es algo que puedo afirmar porque fue mi honor y privilegio ayudarlo y acompañarlo hasta el fin y escuchar cotidianamente sus confidencias y quejas en la abrumadora soledad de Trocadero 162. Recuerdo, de igual suerte, lo que tuve que pagar por esa devoción a un grande a quien tanto quise.


Desde hace algunos años, al Maestro le sobran discípulos, compañía, exegetas, seguidores y sólo Dios sabe qué. Nunca los vi a lo largo de los años hacia su fin. ¿Razón? Muy sencillo. Más allá de los que se acercan a su quehacer con devoción, su vida y obra se han convertido, sin riesgo de ninguna clase, en un gran negocio.

En los tiempos de Trocadero a partir del totalitarismo castrista, nadie se atrevía a acercársele, a escribir una línea sobre él y, sí, demasiados no le daban el rango y respeto que merecía. Lo ignoraban. Es algo consubstancial al oportunismo, la mediocridad y la mezquindad. ¿Hay algo más que decir?
Y ya que se tercia el tema del oportunismo, que es razón de estas páginas, debo, muy a mi pesar, ir como fuente al abominable “Granma”, Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, del pasado miércoles 1 de abril.

En sus páginas, bajo en encabezamiento: “A propuesta del Gobierno de Cuba” y con el titular “La UNESCO conmemorará Centenario de Lezama Lima”, se informa que esa organización “incluyó [“a partir del expediente presentado por las instituciones del Gobierno de la República de Cuba e informada a la Comisión Nacional Cubana y a la Delegación Permanente de Cuba en la UNESCO”] la conmemoración del nacimiento del escritor cubano José Lezama Lima en la lista de aniversarios jerarquizados por el foro multinacional para su celebración a escala planetaria en los años 2010-2011”.


Nada, que otra vez el totalitarismo castrista busca difusión, legitimidad y prestigio a partir de su necrofagia. Quiere nutrirse y proyectarse y beneficiarse a partir de los que exterminó. Lo peor no es que lo haga afianzado en su malignidad, sino que estoy casi seguro de que hallará una respuesta y adhesión sin demasiados peros a este empeño. Respuesta que utilizará el régimen para hacer alarde de su sentido de apertura y, por supuesto, llevar a cabo todo tipo de objetivo propagandístico y de captación que se le ocurra.

Declaro, a la par de mi indignación y desconcierto, mi enormísima tristeza. No por los merecimientos del Maestro, sino por su creciente utilización. Lo recuerdo esperando un ejemplar de una obra, publicada sin que tuviese noticia, que nunca le llegó. Fue una edición pirata de mi “Órbita de Lezama Lima”, cuyos derechos de publicación nunca me pidieron y ni siquiera tuvieron la amabilidad de enviarnos un ejemplar. Un libro adulterado al que se le sacó mucho dinero. Otro ejemplo definitivo de la infamia de la izquierda. Y, así cuánto más.

Ahora, el Maestro Lezama Lima, porque ya no puede oponerse, se convierte en nueva estrella y moneda fuerte del castrismo. Un régimen que saca de la nada a la que las redujo, a figuras de significación mayor de las letras cubanas; las honra con ediciones estrictamente editadas por los censores policiales y se ufana en mostrarlas como otro logro cultural de un gobierno que es la negación absoluta de todas las libertades.

Para empezar la de expresión, y que persiguió y persigue, encarcela y convierte en no personas a quienas se atreven a pensar y escribir libremente. Con esa libertad que no importa la opresión que padezca, es inherente al espíritu de la criatura.


¿Qué se hará y que se dirá con motivo de la conmemoración del centenario del natalicio del Maestro José Lezama Lima? Habrá que ver. Lo que debe albergarse es la certidumbre de que cualquier cosa que lo vincule con el totalitarismo castrista es una infamia. Esto bien sabido, debe procederse en consecuencia. No por su centenario, sino siempre

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