22 de octubre de 2013

Giuseppe Verdi, sus años de triunfo



Giuseppe Verdi,
sus años de triunfo

De regreso en Busetto, Verdi se convirtió en el más afamado músico de la ciudad  y comenzó a dar clases de música. Una de sus alumnas fue la hija de su protector Barezzi, Margarita, de la cual se enamoró y con la que contrajo matrimonio en mayo de 1836. 

Embriagado de amor y a la juvenil edad de 23 años, Verdi comenzó a componer su primera ópera. Originalmente la llamó “Rochester”,  nombre que más  tarde cambió  a “Oberto” y que tuvo un éxito relativo. 

Empezó entonces una segunda ópera: “Un
Giorno de Regno”, -Reino de un día-, pero al mismo tiempo se fueron sucediendo sus desventuras  familiares. Su  pequeño hijo murió repentinamente y poco tiempo después el matrimonio perdió también a su segunda hija. Meses más tarde, la propia Margarita enfermó con encefalitis y falleció a los pocos días.

Tantas desventuras sumieron a Verdi en una depresión tal que pensó hasta en abandonar la música. Lo convenció de que no lo hiciera el propio director de La Scala, quien le sugirió un libreto basado en la situación del pueblo de Israel bajo el poder de Nabucodonosor, el invasor babilonio.

 “Nabucco”, -título de esta ópera-, fue un éxito desde el día de su estreno y marcó un giro triunfal en la carrera de Verdi como compositor. Y es que los italianos, que en aquellos días sufrían igualmente bajo el férreo dominio austriaco, se veían reflejados en el sufrimiento del pueblo hebreo.

El impresionante éxito de Nabucco impulsó a Verdi a un trabajo febril durante los siguientes años. Un entusiasmo que se extendió hasta buscar y encontrar una nueva pasión.
Esta vez con Giuseppina Strepponi, soprano intérprete de varias de sus obras. No hubo matrimonio, pero el escandaloso y largo romance se extendió por varios años.    

Fueron los años de “Rigoletto”, “Il Trovadore”, “La Traviatta”, “La Forza del Destino” y otras aclamadas óperas. Y con ellas, los del aumento de su fama, ya sin medida, en los que empezaron a oírse, cada vez con más fuerza, las exclamaciones de «¡Viva Verdi!».

“¡Viva Verdi!” fue también un grito simulado contra la opresión austriaca. El propio apellido “Verdi” sirvió de anagrama para representar la rebeldía de los italianos. Así, “¡Viva Verdi!” pasó a ser “¡Viva V.E.R.D.I.!”: “¡Viva Vittorio Emanuele Re D´Italia!”.  
   
Verdi compuso un impresionante requiem dedicado   a  su amigo y también famoso compositor operático Giovacchino Rossini, cuyo fallecimiento ocurrió en 1868. Al mismo tiempo trabajaba en la que resultó otra de sus más famosas óperas, “Aida”, estrenada en el Cairo en 1871.

Después de Aida Verdi escribió dos óperas más: “Otello” y “Falstaff”, a más de un cuarteto para cuerdas. Pasó sus últimos años en un  retiro campestre con su amada Giuseppina, con quien convivió hasta la muerte de ésta en 1897. Verdi murió cuatro años más tarde, víctima de un derrame cerebral masivo.

Se le rindió un funeral de Estado en el que
Arturo Toscanini dirigió una gran orquesta integrada por músicos y coros de todas partes de Italia. Fue un funeral capaz de reunir la mayor concentración de público que jamás haya tenido lugar en cualquier ciudad italiana. Originalmente se le inhumó en Milán, pero un mes más tarde sus restos fueron trasladados a la Casa di Riposo per Musicisti, por él fundada y sostenida para refugio de músicos sin recursos. 

Va pensiero de la ópera Nabucco en youtube. Electrizante.

http://www.youtube.com/watch?v=DzdDf9hKfJw

 

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