20 de octubre de 2013

Aleijadinho

Aleijadinho

Marlene María Pérez Mateo

 Aunque el gran gigante verde del sur, Brasil, tiene reconocida fama por sus carnavales, sus playas, su football y las telenovelas, a salvo del “ataque” voraz de hordas humanas se encuentra el Brasil rural, mágico y barroco. Allí encontramos el Estado de Minas Gerais, cuna de un entorno antiguo e incógnito.

La pericia, la ambición y la constancia y quizás el azar llevaron a un pobre mulato a saciar su sed a un manantial en el interior de Río de Janerio en el siglo XVII. Se descubren así unos granitos negros y brillantes, era oro negro de 23 quilates,  adoptando el lugar el nombre de Ouro Petro. El estallido por tal descubrimiento no se hizo esperar; violencia, asaltos, anarquía, desmanes explotación de obra de mano esclava y avaricia; tuvieron  allí su epicentro, iniciándose la colonización del interior continental y la génesis de un mundo que dio cobija al barroco brasileño.

En la Villa Rica, un 29 de agosto de 1730 nació Antonio Francisco Lisboa, mas conocido como ”Aleijadinho”(el tullidito), escultor, artista, arquitecto e imaginero, el mayor del barroco latinoamericano. Hijo de un maestro de obras portugués, Manuel Francisco de Costa Lisboa y de una esclava africana. Ayudado por su padre, pero sin formación académica, realizó su obra escultórica en varios materiales desde madera hasta esteatita, incorporando elementos del gótico y del rococó.

Hacia los 40 años de edad comenzó a padecer de una enfermedad degenerativa, probablemente lepra, que minó su cuerpo mas no su genialidad. Perdió los dedos de manos y pies deformándose y atrofiándose. No caminaba ni se sostenía en pie, trabajaba de rodillas.

Para evitar ser visto salía cargado por sus ayudantes al amanecer y regresaba ya entrada la noche a su hogar. A sus mutiladas extremidades les eran atadas con vendas cinceles y martillos y acometía su obra. Ello precipitó aun mas su quebrantada salud y las infecciones minaron sus muñones llevándole a podrirse poco a poco.

Por no soportar el hedor fue abandonado por todos, excepto por su sobrina quien le acompaño hasta su muerte. A los 84 anos pidió ser llevado frente al altar de una de las iglesias construidas por él, donde termino su existencia.

Fue la iglesia blanca con  los dos campanarios en el poblado de Tiradentes su ultima construcción. Su legado está esparcido entre Ouro Petro, Mariana, San Joao del Rei y Congonhas, donde se esconden junto al imaginario católico signos de la masonería, fraternidad de la cual el artista fue miembro de alto grado. La mas acabada de todas es la Iglesia de San Francisco en Minas Gerais.

Aun hoy parece hablarnos y danzar ocultando y revelando a la vez lo increíble, triste y alucinante  de su creador.

Marlene María Pérez Mateo   
Sep/2/ 2013

Filme sobre la vida de Aleijadinho (en portugués, 4 capítulos):

http://www.youtube.com/watch?v=7wo0vlq-ih4
http://www.youtube.com/watch?v=VmQjlDV0bHk
http://www.youtube.com/watch?v=eeheE2Cr1sE
http://www.youtube.com/watch?v=AYew2mF2cf8

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