La batalla del lago Erie, por William H. Powell |
La Guerra
Anglo-Estadounidense
De 1812
Dentro
de pocos días se cumplirá el segundo
centenario del inicio de una de las guerras mas desconocidas de la Historia: la
Guerra Anglo-Estadounidense de 1812.
Las
raíces de esta contienda se encuentran en las relaciones comerciales entre la
Francia imperial y los Estados Unidos. En 1807 Gran Bretaña impuso un severo
bloqueo naval a la Francia de Napoleón, lo cual afectó grandemente a las
antiguas colonias británicas devenidas desde hacía poco más de tres décadas en
nación independiente, ya que Francia demandaba el 80% de las exportaciones de
algodón de los Estados Unidos y el 50% de todas las restantes. Este es el
motivo por el que, pese al bloqueo naval, los mercantes americanos siguieron
comerciando con Napoleón, suscitando la
ira del gobierno británico.
La política británica respecto a los infractores del bloqueo consistía en la confiscación de toda la carga útil y, en el caso de los marinos estadounidenses, el enrolamiento forzoso de parte de la tripulación en la armada real. Cada vez mas embarcaciones norteamericanas eran apresadas por la armada británica y esto causó un gran malestar en la república norteamericana, por lo que el 18 de junio de 1812 el presidente James Madison, presionado por importantes grupos expansionistas y aprovechando la difícil situación bélica que atravesaba el Reino Unido, ocupado por entonces en la guerra peninsular española (1808-1814), declaró formalmente la guerra a Gran Bretaña.
Mientras, Canadá seguía siendo territorio británico y se convirtió en el objetivo de las primeras acciones bélicas de los Estados Unidos. Las fuerzas canadienses no podían esperar a corto plazo refuerzos de la metrópoli y reclutaron fuerzas indígenas como mercenarios. Durante los primeros meses de la contienda los americanos se centraron en atacar los principales núcleos de población de la frontera de Canadá, como York o Toronto, pero estos intentos por ocupar las plazas fueron repelidos por las milicias locales.
Ante
la resistencia canadiense, y como consecuencia de un nuevo bloqueo naval que no
tardaría en dañar seriamente su economía, los Estados Unidos optaron por una
estrategia mas defensiva y trataron de romper el bloqueo que la armada real les
había impuesto. La marina americana cosechó algunas victorias frente a los
británicos -como la del Lago Champlain (11 de septiembre de 1814)-, pero no
logró romper el bloqueo comercial en el Atlántico.
Después de recluir a Napoleón en la isla de Elba,
los británicos pudieron destinar refuerzos a la lucha contra Norteamérica y
lanzar ofensivas terrestres en el interior de Estados Unidos. El 24 y 25 de
agosto de 1814 una fuerza expedicionaria británica derrotó sin problemas a las
milicias que defendían Washington DC, y lograron incendiar y saquear la ciudad,
incluidos algunos edificios emblemáticos de la capital, como el Tesoro o la
Casa Blanca, poniendo en fuga al presidente Madison y su gabinete. Poco después
algunas localidades del estado de Maine corrieron la misma suerte. Esto forzó a
los Estados Unidos a intentar negociar el fin del conflicto con sus enemigos
europeos.
La paz se alcanzó finalmente con el tratado de Gante (Bélgica, 24 de diciembre de 1814). El tratado contemplaba la restauración de las relaciones entre los dos países y la vuelta al status quo ante bellum. Sin embargo, la distancia geográfica con la zona de conflicto impidió que las noticias sobre el armisticio llegasen antes de la batalla de Nueva Orleans, el último escenario de la guerra. El 23 de diciembre de 1814 la flota británica cerró el puerto y la desembocadura del Misisipi e inició un intenso bombardeo sobre la ciudad.
Los ataques contra las posiciones americanas
fueron constantes, pero la milicia estadounidense consiguió mantener el control
sobre la plaza. Estos ataques se prolongaron hasta el día 8 de enero, día en el
que la noticia de la firma del tratado de Gante llegó al frente y cesaron las
hostilidades.
Cabe destacar que durante el trascurso de la
batalla de Nueva Orleans el poeta americano Francis Scott Key compuso su famoso
poema “The Star-Spangled Banner”, que sería ratificado como himno
oficial de Estados unidos en 1931; además se encumbró la imagen del general
Andrew Jackson, que llegaría a la Casa Blanca en 1829 como el séptimo
presidente de los Estados Unidos.
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Oliver Hazard Perry después de la batalla del lago Erie, por William H. Powell.
Gracias, Lola, muy interesante e informativo. Para el mayor general Andrew Jackson esta fue una victoria moral muy importante. “Old Hickory” fue aclamado héroe nacional.
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