3 de junio de 2012

LAS CARTAS ROBADAS AL PAPA


Las cartas robadas al Papa

Con 85 años de edad y siete de pontificado a sus espaldas, a Benedicto XVI le está tocando vivir en lo que llevamos de 2012 uno de los momentos mas complicados desde que fue elegido sucesor de San Pedro.

Desde que el 25 de enero apareció filtrado el primer documento confidencial de la Santa Sede en un programa de la televisión italiana, no ha cesado la publicación en los medios de informes reservados y cartas destinadas al Pontífice.

El escándalo habría sido imposible sin la traición de uno de los hombres mas cercanos al Papa -su mayordomo, Paolo Grabiele, arrestado el 23 de mayo-, quien robó los papeles que pasaban por la mesa de Benedicto XVI para entregárselos a la prensa. Aunque de momento no hay otros acusados, resulta difícil creer que actuó solo.

Los motivos que han movido a los oscuros protagonistas de este escándalo no están del todo claros. La primera impresión es que responden a un conflicto entre distintas facciones de la Curia romana.

Parece que hay quien intenta hundir o elevar carreras y para ello no repara en manchar el nombre del Vaticano. Los supuestos "topos", sin embargo, en entrevistas aparecidas esta semana en dos diarios italianos, aseguran que han actuado así para proteger al Papa y denunciar la supuesta corrupción existente dentro de la Santa Sede.

Para entender este "Vatileaks", como se conoce este escándalo por su semejanza con el "caso Wikileaks", hay que remontarse al verano pasado, cuando el arzobispo italiano Carlo María Viganò pasó de la secretaría general de la Gobernación del Vaticano, el organismo que gestiona los museos, jardines y obras del Estado pontificio, a la nunciatura apostólica en Estados Unidos, en Washington.

Su nombramiento como jefe de la que probablemente es la mas prestigiosa legación de la diplomacia vaticana puede parecer un ascenso pero, para muchos, se trató de un caso de "promoveatur ut amoveatur", una fórmula latina para referirse a la patada hacia arriba.

Viganò no deseaba cambiar Roma por Washington. Se lo dijo a Benedicto XVI en una carta del 7 de julio del pasado año y hecha pública el 25 de enero por el programa "Los Intocables", de la cadena de televisión italiana La 7.

Esta misiva, junto con otras dos con fecha 27 de marzo y del 8 de mayo enviadas por Viganò al secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, componen la primera
de las filtraciones. El "número dos" de la gobernación denunció supuestas irregularidades en la gestión del Estado de la ciudad del Vaticano y dice haber respondido a ellas.

Los perjudicados por su lucha contra la corrupción, sostiene Viganò, le calumniaron frente a Bertone, quien pasó de apreciarle a no confiar más en él. El arzobispo pensaba sustituir al cardenal Giovanni Lajolo como presidente de la gobernación, "algo que la Curia era desde hace tiempo conocido por todos" y que le habría supuesto la obtención de la birreta cardenalicia.

Tras escribir al secretario de Estado, Viganò alzó el tiro y pidió al Papa que retrasara su nombramiento como nuncio, pues su marcha a Estados Unidos «sería percibida por todos como un veredicto de condena de lo que he realizado y, en consecuencia, como un castigo».

El hecho de que las peticiones de Viganò no fueran escuchadas provocó la activación de los "topos". En una entrevista en "La Stampa", uno de los supuestos autores de las filtraciones dijo que «todo comenzó cuando el secretario de la gobernación perdió su batalla contra la corrupción».

Poco importó que la actual cúpula de la Gobernación, el cardenal Lajolo y el portavoz del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, rechazasen una a una todas las acusaciones vertidas por Viganò. Las filtraciones continuaron.

«El Papa morirá»

La siguiente aparición de un documento de la Santa Sede en la prensa tuvo un tono más delirante, El 9 de febrero el diario "Il Fatto Quotidiano" titulaba en portada: "Complot contra el Papa, antes de 12 meses morirá". La noticia estaba basada en un documento auténtico, aunque la credibilidad de su contenido resulta dudosa. Al parecer, el cardenal Paolo Romeo, arzobispo de Palermo, durante su viaje personal a China el pasado mes de noviembre habló de la existencia de un plan para asesinar a Benedicto XVI.

Sus interlocutores hicieron llegar un informe al respecto al cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, presidente emérito de la Pontificia comisión Ecclesia Dei, quien, a su vez, lo presentó tanto a la Secretaría de Estado como al secretario personal del Papa, monseñor Georg Gänsewin para que investigaran si lo que decía era cierto. 

En el documento también se hablaba de un supuesto conflicto entre Bertone y el Papa y se daba el nombre del cardenal de Milán, Angelo Scola, como el sucesor elegido por Benedicto XVI para guiar la Iglesia tras su muerte.

El portavoz Lombardi calificó la noticia como de increíble y pidió a los católicos que se agarrasen porque se avecinaban mas curvas en el camino. "Debemos tener los nervios firmes, no podemos sorprendernos", afirmó, denunciando además que la fuga de documentos confidenciales pretendía «crear confusión y desconcierto».

El Vaticano reaccionó a las filtraciones ordenando una doble investigación y creando una comisión formada por tres cardenales octogenarios para aclarar lo sucedido. Al purpurado español Julian Herranz le correspondió la presidencia de ese organismo. Antes de que su trabajo comenzara a dar frutos en forma pública con la detención la semana pasada del mayordomo de Benedicto XVI, la Santa Sede tuvo que ver otra vez como algunos de sus papeles privados salían a la luz.

Documentos sobre ETA

Las curvas que vaticinaba Lombardi aparecieron esta vez en forma de libro: "Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI", firmado por Gianluigi Nuzzi, el periodista responsable del programa televisivo "Los Intocables", con el que comenzó el escándalo, que recopila más de cien comunicaciones confidenciales como informes de las nunciaturas apostólicas, cartas al Papa y otros documentos.

Uno de estos textos informaba de la petición realizada por la banda terrorista ETA para utilizar la nunciatura de Madrid en sus negociaciones con el gobierno.

Benedicto XVI se ha quedado «con tristeza en el corazón después de saber que era su propio mayordomo quien robaba los documentos». Lo reconoció el miércoles cuando afrontó el tema durante la audiencia general. Lamentó que se haya dado una imagen del Vaticano que no se corresponde con la realidad y que algunos medios de comunicación hayan "amplificado" de forma "gratuita" estas noticias.

El arzobispo Angelo Becciu, quien por su cargo como sustituto de la Secretaría de Estado es el número tres en la jerarquía vaticana, complementó las palabras del Pontífice
al denunciar en una entrevista en "L´Osservatore romano" el «vil ultraje» sufrido por el Papa, quien ha sido robado en su propia casa por alguien en quien confiaba.

Becia también ofreció una clave para entender las posibles fricciones mostradas en las filtraciones a la prensa: «No revelan luchas o venganzas, sino la libertad de pensamiento. No somos momias, y los diversos puntos de vista, incluso las valoraciones opuestas, son más bien normales. Si alguien se siente incomprendido, tiene pleno derecho a dirigirse al Pontífice. ¿Donde está el escándalo?»


Reproducido de larazon.es

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