Escapar de Babilonia
Luis Cino Álvarez
LA
HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org –
A Yaser,
un rasta de Mantilla que se casó con
una sueca y se fue a vivir a Estocolmo en el año 2005, debo casi todo lo que sé
sobre los rastafaris. Allá por 1997,
como me sabía interesado en el tema, quiso mostrarme “cómo era la cosa real” y
me invitó a una fiesta de reyes. “Una fiesta para celebrar la gloria de Jah”,
me explicó.
La fiesta
era en El Moro, un barrio marginal de muy mala fama, lleno de lomas, baches,
casuchas y maleantes, entre Mantilla y Lawton.
La casa,
a la bajada de una empinada calle y poco antes de una zanja de agua verdosa y
pestilente, estaba a medio construir. El frente era de bloques sin repellar; el
fondo de tablas de cajones.
Nos
recibieron una mulata alta, de unos 30 años, con turbante alto, verde y
amarillo, y un negro barbudo, con largos dreadlocks
(trenzas) y los ojos enrojecidos. Dos baffles
retumbaban junto a la puerta. Más de una docena de rastas se contoneaban con el reggae.
Olía a marihuana a un kilómetro a la redonda. Pero no hubo ningún incidente, a
pesar que había más hombres que muchachas. “¿Por qué tiene que haber bronca?”,
me dijo Yaser, “todos somos hermanos en el amor de Jah”.
En
aquella ocasión, no apareció la policía. Tuvieron suerte, porque siempre anda
tras los rastas en busca de
marihuana. Frecuentemente son víctimas de los prejuicios raciales y la
suspicacia policial. Considerados “raros” dentro de los parámetros de lo que la
Cuba oficial tiene por “normal”, son excluidos de muchos empleos “por su mal
aspecto” y a menudo acusados de asediar a turistas extranjeras. Pero sobre
todo, la policía los incrimina por el uso de la marihuana.
Los rastas suelen mostrarse recelosos cuando
les hablan del tema de la marihuana. Pero todos coinciden en que “la ganja no
es droga, porque es natural, la envió Jah”. Aseguran que fue descubierta en la
tumba del rey Salomón, y que es una planta sagrada, con propiedades mágicas y
relajantes.
El
fenómeno rasta apareció en Cuba en
los años 80, con la fiebre por la música de Bob Marley. Primero fue más moda
que culto religioso. Pero en los últimos años, los rastas, con sus dreadlocks
y gorros tam con los colores de las
banderas de Jamaica y Etiopía, son cada vez más notorios en La Habana y
Santiago de Cuba, principalmente.
Todos los
rastas con los que he conversado
coinciden en el carácter divino de Haile Selassie, el último emperador de
Etiopía, que dicen descendía de Salomón y la Reina de Saba. No les interesó
mucho -más bien me miraron atravesado- cuando les comenté que el Negus era un
tirano sanguinario, que fue derrocado por Mengistu Haile Mariam, un golpista
que apoyado por el ejército cubano instauró un régimen tan despótico y criminal
como el de Selassie.
Más allá
de los que utilizan su aspecto exótico para ligar turistas extranjeras, la
mayoría de los rastas toman bien en
serio su credo. Miles de negros y mulatos, desde adolescentes hasta cincuentones,
han incorporado el culto rastafari
-una enrevesada interpretación mística del Antiguo Testamento ligada con
creencias africanas- a la urdimbre de la religiosidad cubana. No hay cifras
sobre la cantidad de adeptos, pero es evidente que no para de aumentar el
número de los que proclaman a Jah como su único Dios.
Dicen
descender de las tribus perdidas de Israel y esperan que su redención se
produzca con el éxodo que los sacará de Babilonia (el mundo blanco opresor) y
los conducirá al África de sus ancestros.
Para
ellos, Babilonia, más que una metáfora, es el tormento cotidiano de pobreza,
abuso y discriminación que han conocido desde que nacieron. Por eso ansían
escapar de sus muros. Si los orishas les fallaron, esta vez Jah les debe
ayudar…
Notas al margen
***
El movimiento rastafari surgió en los comienzos de los años 1930
en los barrios marginales de Kingston, Jamaica, siendo la visión social y cultural de Marcus Garvey, quien inspiró a los
rastafaris, y al que incluso consideran una reencarnación de San Juan Bautista.
Hoy
en día el movimiento se ha extendido a lo largo de gran parte del mundo y tiene
seguidores provenientes de distintas culturas, lenguas y naciones.
Los
seguidores del rastafari, conocidos como rastas, creen que Haile Selassie I liberará a la gente de ascendencia africana del
mundo, conduciéndolos a una tierra prometida llena de emancipación y justicia
divina, llamada "monte zion". Creen que ellos y el resto de personas
de etnia negra son descendientes de los antiguos israelitas.
La suya es una religión abrahámica fuertemente sincrética. Según cuenta el
libro Kebra Nagast, en el
siglo X antes de Cristo, Etiopía fue fundada por Menelik I,
hijo de Salomón y la reina de Saba, (Makeda),
quien había visitado a Salomón en Israel.
Los
rastas son monoteístas, creen que Jah, (forma abreviada del nombre de Dios Yahveh en las escrituras hebreas),
había tenido tres encarnaciones: Melquisedec, Jesucristo y
finalmente Jaile Selassie, (la
última expresión de Jah), siendo cada uno de ellos un «Salvador». El movimiento
rastafari recibe este nombre debido a su regente (Ras), que antes de ser
reconocido como Haile Selassie I se llamaba Ras Tafari Makonnen.
La marihuana es usada
por los rastafaris como algo sagrado, ya que sostienen que fue encontrada en el
lugar de la tumba del Rey Salomón, luego de enterrarlo. No existe registro
certero del descubrimiento y su posterior uso religioso en el movimiento rastafari.
No hay comentarios:
Publicar un comentario