Editorial
del Washington Post, el 19 de marzo de 2012
¿Puede el Papa llevar esperanza a los cubanos?
¿Cómo está preparándose Cuba para la visita del Papa Benedicto XVI la semana próxima? Para silenciar a los disidentes, por supuesto.
Al menos cuatro grupos fueron detenidos durante el fin de semana, incluyendo los líderes y la mayoría de las miembros de las Damas de Blanco, grupo que periódicamente marcha en apoyo de los presos políticos. Muchos fueron liberados el lunes, pero pueden esperar acoso regular en los próximos días. La táctica del régimen ahora es llevar a cabo detenciones a corto plazo en lugar de encarcelamientos formales: según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, solamente en febrero hubo más de 600 detenciones.
Si es que el papa Benedicto o la Jerarquía Católica
cubana bajo el cardenal Jaime Ortega están preocupados al respecto, no dan
muchas señales de ello. Hasta
ahora, el Pontífice no ha respondido a los llamamientos de las Damas de Blanco
y otros grupos disidentes que aspiran a unos minutos de su tiempo durante los
tres días que pasará en Cuba. Sin embargo, ha programado dos reuniones con Raúl
Castro y dio a conocer que estará "disponible" si Fidel Castro quiere
reunirse con él. El cardenal Ortega, por su parte, pidió a la policía que
expulsara a 13 disidentes que acamparon en una iglesia de La Habana la semana pasada,
en un intento de lograr que el Papa hablara con los Castro acerca de los
derechos humanos.
La frialdad de la Iglesia hacia los pacíficos activistas pro-democracia no es nada sorprendente. Desde 2009, el cardenal Ortega se ha convertido en un socio de facto de Raúl Castro, reuniéndose con él regularmente y alentando sus limitadas reformas. La Iglesia ayudó a negociar la liberación de más de 100 presos políticos y no se opuso cuando la mayoría de ellos fue presionada a emigrar a España. El Cardenal ha cabildeado en Washington para el relajamiento de las sanciones de U.S. contra Cuba y el mismo Papa pronunció un discurso el viernes pidiendo el levantamiento del embargo comercial de Estados Unidos. La visita del Papa Benedicto, la primera de un Pontífice desde que Juan Pablo II recorriera la isla en 1998, parece encaminada a reforzar lo que la Iglesia ve como un proceso gradual de reforma pacífica encabezada por el régimen.
El problema es que, como Raúl Castro ha dejado claro, la democracia liberal no participa en su estrategia. Por el contrario, espera que Cuba siga la ruta de Vietnam o China, abriendo su economía suficientemente para estabilizar un régimen de partido único. Que podrá funcionar para el cardenal Ortega, pero que no satisface a la oposición de Cuba. Unos 750 activistas enviaron una carta al Papa Benedicto advirtiendo que su visita "sería como enviar un mensaje a los opresores de que pueden seguir haciendo lo que quieran, que la Iglesia lo permitirá".
¿Cómo podría evitar el papa Benedicto el enviar ese mensaje? Podría reunirse con las Damas de Blanco. También podría presionar a los Castro para detener la persecución de los activistas democráticos y liberar a quienes permanecen en prisión. Debería incluir al estadounidense Alan Gross, quien está cumpliendo una pena de prisión de 15 años por entregar computadoras y conexiones a Internet por satélite a la comunidad judía de Cuba, como un contratista de la Agencia de los Estados Unidos para el desarrollo internacional.
El Vaticano está en su derecho de apoyar un cambio en Cuba, pero se equivoca al suponer que ello pueda ocurrir sin que haya una mayor presión sobre el régimen y sin la cooperación de opositores pacíficos.
Enviado por José Alonso
La comunidad católica espera a S.S. Benedicto XVI con corazones colmados de esperanzas y gran amor espiritual; más que nunca necesitan su presencia y sus bendiciones. Lamentablemente, dudo mucho que su visita realice cambios en el trato de los disidentes y en la situación del pueblo en general. Los Castro prometen y prometen, pero sus palabras son falsas. No hay mas que ver lo que esta pasando con Las Damas de Blanco.
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