19 de marzo de 2012

LA MISIÓN MÁS DIFÍCIL DEL PAPA


La misión más difícil del Papa

 El último gran viaje internacional de Benedicto XVI -trasatlántico y con visita a dos países- se iniciará el próximo viernes con un vuelo agotador de catorce horas y media desde Roma a Guanajuato (México). Hay mucha emoción y mucho corazón en este esfuerzo de un papa a punto de cumplir 85 años, que es ya el más anciano en la sede de Pedro en los últimos 109 años. En el 2012 se baja de cuatro viajes a solamente dos: este ahora, y el de septiembre al Líbano.

Los mexicanos, felices con los cinco viajes de Juan Pablo II a su país, esperan desde el 2005 al nuevo Papa. Pero Joseph Ratzinger fue elegido con 78 años y una historia clínica que incluye dos accidentes cardiovasculares cerebrales, por lo que los médicos le ordenaron bajar su ritmo de trabajo y le prohibieron viajar a lugares altos como la Ciudad de México.

Su programa, por tanto, no incluirá una visita a la Virgen de Guadalupe y se limitará del 23 al 26 de marzo, a dos ciudades del centro geográfico del país: la hermosa Guanajuato, de aire colonial y cervantino, y la vecina León de los Aldama. Allí será recibido por el presidente Felipe Calderón, quien logró arrancarle el viaje el pasado mes de mayo cuando vino a Roma para la beatificación de Juan Pablo II. Al final de la ceremonia, Calderón le dijo en inglés: "Le traigo una invitación de los mexicanos a que visite nuestro país, que en este momento sufre mucha violencia. Ellos le necesitan mucho, más que nunca". 

Benedicto XVI viaja a un lugar cargado de historia y de valor simbólico. Guanajuato es la cuna de la independencia de México y este viaje se enmarca en el Bicentenario que celebran en estos años la mayor parte de las naciones del continente. A la misa del domingo acudirán los presidentes de todas las conferencias episcopales de Iberoamérica, y también de Estados Unidos y Canadá. 

La misa tendrá lugar al pie el Cerro del Cubilete, donde se alza el gran monumento a Cristo Rey que el Papa bendecirá desde un helicóptero. Es un recuerdo de las Guerras Cristeras de 1926 a 1929 -una persecución religiosa poco conocida fuera  México-, 25 de cuyos mártires fueron canonizados por Juan Pablo II en el año 2000, mientras que otros 14 fueron beatificados en noviembre del 2005, ya en el Pontificado d Benedicto XVI.

La segunda etapa del viaje, del 26 al 28 de marzo, responde al deseo de confortar a los católicos de Cuba en la misas multitudinarias de Santiago de Cuba y La Habana, así como de ayudar a una transición pacífica. Para un papa recibido con todos los honores en la Casa Blanca o en el histórico Westminster Hall del Parlamento británico, tiene mucho mérito aceptar las limitaciones del gobierno cubano, como la de no recibir a disidentes, o tolerar el juego de Fidel Castro de no anunciar hasta el último minuto si se reunirá o no con Benedicto XVI.  Para el Papa, lo importante es contribuir al alivio, aunque sea modesto, de millones de ciudadanos víctimas de una pobreza forzada y privados de las libertades normales en el resto del continente. Si México sufre, Cuba sufre mucho más.

En el entorno del Papa hay dos personas que se desviven por Cuba: el "numero dos" el Vaticano, Tarcisio Bertone, el primer mandatario recibido por Raúl Castro como presidente en La Habana, y el "número tres", Ángelo Becciu, nuncio en la isla hasta mayo de 2011.

ABC, Madrid

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