11 de julio de 2011

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LA ESCUELA SALESIANA DE ARTES Y OFICIOS
DOLORES BETANCOURT AGRAMONTE
DE CAMAGÜEY


Por Alexander González Álvarez, Léster E. Alonso Miranda y Kirenia Pérez Justo, Laicos de la Parroquia de la Caridad en Camagüey.

Un factor de mucha influencia en la vida social cubana y en particular la camagüeyana, ha sido la presencia en ellas de las órdenes y congregaciones religiosas. Aquí permanecieron algunas durante siglos, se distinguieron por diversas causas, unas resurgieron y otras llegaron luego.

Las Congregaciones religiosas salesianas –Salesianos e Don bosco (SDB) y el Instituto de María Auxiliadora (HMA)- fueron de esa que partieron y ya han regresado. En Cuba han llenado un importante lugar de su historia de la enseñanza y ha correspondido a Camagüey, en especial,  el honor de haber sido el primer lugar donde se establecieron.

Un colegio y su historia.

Luego de las guerras de independencia, Camagüey quedó desvastado completamente. Aumentaban en sus calles la gente sin empleo, los mendigos y los delincuentes. Los niños y niñas de seis y ocho años eran enviados a la calle a hacer dinero para el sustento. Esto hacía posible el desarrollo de la prostitución y que todos estos niños se vieran imposibilitados de recibir educación. Algunos adolescentes aprendían los rudimentos de algún oficio y escasamente subsistían con esto.

Dolores Betancourt había conocido la labor de la congregación salesiana en Estado Unidos y Europa, y su éxito en formar, de las clases más pobres, ciudadanos de provecho con una esmerada educación religiosa, cultural y técnica. Una vez más puso su fortuna a este servicio, sensibilizada con estos males. Realizó gestiones durante doce años visitando Turín y entrevistándose con el Rev. Padre Don Miguel Rúa, rector mayor de la congregación, primer sucesor de Don Bosco.

El 24 de julio de 1915 logró suscribir un convenio para traer el primer grupo de Salesianos de Don Bosco. En el contrato se comprometía a paga los gastos durante los tres primeros años de estancia en Camagüey, a donar la finca Sifontes, de cuatro caballerías y dos casas edificadas en la misma, donde se construiría en tres años el edificio de un colegio para varones con capacidad para 150 niños en capilla, refectorio y salón de estudio, y al sostenimiento de 30 becados a los que suministraría todo lo necesario para su instalación, las maquinarias para cada taller de escuela y un establo con suficientes animales para la fundación de un instituto y granjas agrícolas.

El 9 de mayo de 1919 llegaron a Camagüey los RR PP Felipe de la Cruz y Ranzans y Tomás Pla, además de dos coadjutores, y comenzaron a trabajar con los niños en la catequesis a lo don Bosco y a atender la parroquia mientras se construía el colegio.  Poco después de mayo de 1919 comenzó a funcionar la escuela parroquial en la sacristía, donde inició las clases el P. Tomás con pocos niños.

El 14 de febrero Dolores Betancourt había adquirido como vivienda de los capellanes del Santuario de la caridad la casa de Sociedad Patriótica Nº 11, hacia donde se trasladó la escuela parroquial. Se hicieron aulas allí en espera del edificio, cuyos planes originales habían sido modificados. Los que asistían a esta escuela se relacionaban ya con la finca Sifontes que era atendida por los Hnos. Salesianos José María Celaya y el Sr. Juan, los cuales se ocupaban de la vaquería, otros animales y las siembras. 

Allí se iba a jugar fútbol. Periódicamente se hacían excursiones a la fincas Potrero Imías o San José de Imías. Se viajaba en carretón de cuatro ruedas y una pareja de caballos enganchados en una barra central. En algunas ocasiones acompañaba estas excursiones el P. Pablo Gonfaus (Paíto), párroco de El Cristo.

La repentina muerte de Dolores Betancourt varió el curso de lo esperado. El P. Felipe quedó en su testamento como uno de los herederos representando a la Congregación Salesiana. En la cláusula 20-a se le otorgaba al colegio de niños dos casas de dos plantas, la finca Imías de 85 caballerías y 200,000 dólares en bonos.

Se inicia en 1922 por Francisco Agramonte y Ávila, primo de Dolores Betancourt y nombrado por ella albacea administrador, tenedor de bienes y partidor ejecutor testamentario, la construcción en la quinta Sifontes del Colegio de Artes y Oficios. Fallecido Francisco y, a causa de querellas judiciales, el ciclón del1932 arrasó con casi todo lo emprendido. Concluidos los pleitos, el P. Felipe reinició la construcción. A fines de 1938 estaba muy adelantado y sólo faltaban detalles, y se pidió a Italia el personal técnico y docente necesario.

La Cámara Municipal de Camagüey con fecha 6 de junio de 1939 acordó conferir el título de Hijo Adoptivo de Camagüey al P. Felipe de la cruz, quien falleció en La habana el 16 de marzo de 1959.

El Archivo de los Salesianos se perdió. Lo que se pudo salvar fue por la mano de Dios. El 12 de febrero de 1947 se acordó dar el nombre del Rvdo. P. Felipe de la Cruz a la nueva avenida que une la Carretera Central con la entrada del Colegio Artes y Oficios (proyectada y construida por él).

Los primeros 33 becados que tuvo el plantel fueron admitidos el 1 de febrero de 1939, según acta 33 del 27 de julio de 1939. Las becas eran en todos los casos en beneficio de los niños pobres: un 50% para huérfanos totales, un 25% para huérfanos parciales y otro 25% para niños cuyos progenitores estaban incapacitados de sostener económicamente ni educar a sus hijos.

Las becas llegaron siempre a sobrepasar las 30, como quería la benefactora. En 1955 se otorgaron 50 al mejorar las condiciones financieras de la Fundación. El año anterior el plantel había llegado a una matrícula de 340 alumnos, la mitad de ellos internos incluyendo a los becados.

Terminada la enseñanza elemental, se podía optar por carpintería, sastrería, mecánica, imprenta y zapatería. La semana de estudios constaba de 30 horas, 25 de práctica, dos de tecnología y tres de dibujo profesional. También se contemplaba en los planes de estudio la carrera comercial con mecanografía, taquigrafía, secretariado, contabilidad y asignaturas afines y eran obligatorias las clases de música, educación moral, religiosas y la práctica de deportes.

Gracias a este colegio, durante sus algo más de 20 años de funcionamiento, cientos de jóvenes camagüeyanos pudieron hacerse técnicos altamente calificados en distintos oficios y convertirse en hombres de provecho para su familia y la sociedad.

En 1956 se efectuó la primera graduación oficial del colegio. El edificio se pintó y engalanó y se adquirieron nuevas maquinarias para talleres y ómnibus para los alumnos.

El edificio se encuentra ubicado en una parcela al final de la calle Padre Felipe, limitado al norte con a calle Dolores Betancourt, antigua Glorieta; al oeste limita con María del Rosario. El nombre de las dos primeras calles está involucrado con la historia del edificio, como ya se ha planteado en el desarrollo del trabajo. El edificio se amplía en áreas del período de crecimiento urbanístico de la ciudad de 1900 en adelante, por lo que es uno de los edificios más viejos, aunque de los menos conservados. Su situación con respecto a la iglesia de la Caridad es relativamente cercana.

Se atribuye el haberle hecho frente a la construcción de este colegio al maestro de obras catalán; Jaime Croagnas. El antiguo Colegio de artes y Oficios puede situarse dentro del estilo arquitectónico denominado ecléctico (mezcla de estilos precedentes); debido a las grandes influencias recibidas de otro de los grandes estilos arquitectónicos –el gótico- en la vida religiosa de las personas y hasta en su propia ideología, no era concebido en Cuba, en este período, la construcción de cualquier edificio religioso sin reminiscencia de aquel movimiento que había significado la exaltación del alma hacia las alturas y la iluminación de la fe.

A pesar de la excelsa labor de los PP Salesianos en su tiempo para el mantenimiento del edificio, causa mucha pena tener que decir hoy que éste se encuentra en precarias condiciones y realmente necesitado de una restauración en lugar de una reparación. Salones, dormitorios y aulas han padecido transformaciones para aumentar la capacidad de matrícula del centro. Muchos de los cristales y marcos de sus ventanas quisieran estar hoy de nuevo en el lugar de siempre. Las cañerías y tuberías tupidas han provocado filtraciones.  Debido a esto también se ha perdido en muchos lugares el repello.

Nada queda de las esculturas que ornaron sus columnas y rincones. El busto de Martí fue colocado en el pedestal que soportaba el de Dolores Betancourt, del cual no se conoce el paradero. Los campos deportivos ya no existen como tal y lo que más duele decir es que el terreno está actualmente desocupado y no cumple con su función original, que mucho bien haría a la ciudad como equipamiento urbano necesario y en déficit.

A través de estos ejemplos, debemos lamentar la situación de descuido que presenta el plantel, que seguro saca lágrimas de los ojos de algunos ex alumnos cuando quizás por casualidad rondan por sus alrededores.

Aunque seguro ellos lo sienten con mayor intensidad, no se necesita en realidad ser un ex alumno, basta con ser un arquitecto, o un estudiante, a alguien que ame su ciudad y su historia, para darse cuenta de la pronta ayuda que pide a gritos el antiguo colegio.

Editado de la revista  “Enfoque” de la Arquidiócesis de Camagüey, Octubre-Diciembre 2001, Año XX1, Nº 76.

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