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LOS 40 AÑOS DEL RESTAURANTE
VERSAILLES
pOR ARAH MORENO
Es mediodía en
Miami, y el café, las croquetas y los pastelitos del Versailles pueden más que
la insistente lluvia. La ventanilla exterior está tan animada como siempre, y
el salón comienza a llenarse. Al final, en una mesa semi escondida, los dos
Felipe Valls, padre e hijo, observan complacidos el resultado del trabajo de 40
años.
El restaurante, que
ha sido visitado por celebridades y varios presidentes, no sólo es parada
obligada para quien venga a Miami con intención de no irse sin probar la comida
tradicional cubana, sino que es el punto de reunión de los exiliados, que junto
al mostrador, y cafecito en mano, discuten de política o celebran eventos
importantes en la ciudad, como el triunfo de los Marlins o las elecciones
locales.
“A mí me gustaba
esta esquina, pero la gente me decía que yo estaba loco, porque esto quedaba
muy lejos”, contó Felipe Valls Sr., comentando que en 1971, la esquina de la
Calle Ocho y la avenida 35 no era el centro del “ambiente cubano”, que entonces
se movía en los alrededores del restaurante Badía, en la Ocho y la 16, también
propiedad de Valls, quien lo había hecho popular por sus buenos sándwiches.
Este martes, de 4 a
7 p.m., con una fiesta de mojito, música cubana y entremeses para la prensa e
invitados especiales, comenzará la celebración por las cuatro décadas del
Versailles, que abrirá al público el comedor del restaurante con un especial de
precios, que bajarán al mismo nivel de 1971.
“Los sándwiches
costarán un dólar y la palomilla, $2 o $3’’, informó Felipe Valls Jr., de 52
años, quien dirige junto a su padre las operaciones de la compañía The Valls
Group, propietaria además de los restaurantes La Carreta, Casa Juancho y 25
puestos de comida en el Aeropuerto Internacional de Miami, que dan empleo a
2,400 personas.
Según Valls Jr., que
a los 10 años comenzó a ayudar en la cocina y los salones del Versailles, el
próximo paso será ampliar el restaurante con la construcción de un edificio
detrás del presente local.
Este espacio albergará una nueva planta de pastelería, una cocina equipada
con los equipos más modernos, y una tienda de memorabilia cubana
y de objetos alegóricos al Versailles. En el lugar que ocupaba la antigua
cocina se ubicará un gran comedor, y en el exterior se dedicará una sección
para comer al aire libre.
“Vamos a renovar también el interior del Versailles, con mejores materiales
y un estilo más fino, pero manteniendo lo que la gente siempre nos pide que no
quitemos: el look francés y los espejos”, informó Valls,
Jr., indicando que en el menú se mantendrán los platos tradicionales cubanos, y
se añadirán ensaladas y aperitivos con sofisticadas presentaciones.
Según Valls Sr., el look del
Versailles lo creó el fallecido diseñador Juan Pérez Cruz, quien también había
decorado el club Los Violines. “Su fuerte era lo francés y por eso lo hicimos
así”, afirmó Valls Sr. que escogió el nombre de Versailles porque resultaba
fácilmente reconocible tanto para los norteamericanos como para los cubanos.
“Había varios
lugares con este nombre en Santiago de Cuba”, dijo Valls Sr., sobre ese
recordatorio de su ciudad natal, donde adquirió amplia experiencia en los
negocios.
Al llegar a Miami a
los 26 años, Valls Sr. había sido propietario de una fábrica de sacos de papel
y dos restaurantes, y representaba a compañías norteamericanas en la isla; le
había vendido productos a la Bacardí y terrenos a una firma petrolera. También
contaba con la ventaja de que había estudiado en los años 40 en la Academia
Militar Riverside en Georgia, Estados Unidos.
“Mi padre es una
persona muy espléndida. Siempre se muestra abierto y considerado con los socios
y los empleados”, precisó Valls Jr. sobre la manera de hacer negocios de su
padre, quien le enseñó que “dando más, se recibe más”.
“Durante el huracán
Andrew repartimos sándwiches frescos y hielo. Esas son las cosas que uno se
alegra de haber hecho y que el público agradece”, recordó Valls Jr.,
mencionando que con frecuencia donan comida a escuelas y organizaciones
pequeñas que hacen trabajo comunitario.
Por su parte, el
empresario de 78 años comienza su día en la sede de The Valls Group, a una
cuadra del Versailles, desde donde se dirigen las operaciones centrales de sus
restaurantes. Luego almuerza con su hijo en el Versailles uno de sus platos
favoritos: la ropa vieja de pollo o el bistec de palomilla. Allí también
encuentra a su nieta Nicole, hija de Felipe, quien forma parte de la tercera
generación de los Valls que administra el negocio familiar.
“Cuando abrí el
Versailles, puse el nombre en la portada del menú, pero adentro dejé los platos
de Badía”, recordó Valls, sobre su estrategia para mantener el prestigio que
había ganado con su anterior restaurante.
Antes de lanzarse en
esa empresa, Valls fue pionero en el negocio de ventas de cafeteras expreso en
Miami. Hoy The Valls Group mezcla el café que se toma en sus restaurantes y
cuenta con su propia planta procesadora, donde se preparan 1,000 bisteques
empanizados y 4,000 croquetas que se venden diariamente en su establecimiento.
Más que cifras y
números, los Valls disfrutan contando los momentos y visitantes memorables que
ha recibido el Versailles. El día que Bill Clinton, siendo presidente, vino a
agradecer a quienes le dieron su voto en las elecciones, y se comió un plato de
lechón asado y moros, mientras el Servicio Secreto revisaba las neveras y
cuidaba su seguridad desde el techo. O cuando el ex presidente George W. Bush
compartió con empresarios cubanos un desayuno de tostadas y pastelito de
guayaba.
“Nos citaron en
Brickell y no nos dijeron dónde sería el desayuno. Cuando vi que la comitiva
avanzaba por la calle 7, le dije a mi chofer: ‘Vamos para el Versailles y así
fue”, recordó Valls Sr., que se emociona cuando lo cuenta.
Para Valls hijo, la
gran sorpresa fue el día de la “muerte” de Fidel Castro en el 2006, cuando
medios de prensa y una multitud de personas tomaron los terrenos del
Versailles. “Yo no sabía que existían tantas estaciones, había como 60 camiones
de todas partes del mundo”, señaló Valls, indicando que después del incidente
llegaron muchas estaciones a separar su espacio en los alrededores del
Versailles.
“Tenemos alquilada
la cuadra entera, hasta los techos”, precisó, indicando que las estaciones de
radio y televisión les pagan una cantidad fija por el alquiler de los parqueos
para el momento en que se produzca alguna noticia trascendental de Cuba.
Por su parte, Nicole
Valls, de 28 años, nieta del fundador, disfruta muchísimo cuando ve el
restaurante lleno de jóvenes. “La gente viene tarde, después de los conciertos,
vestida con ropa de gala, y piden ‘comfort food’, que les recuerda la que le
preparan en casa”, apuntó Nicole, que cree que la renovación del Versailles le
va a dar un gran impulso entre las nuevas generaciones.
La popularidad del
Versailles, sin embargo, tiene que ver más con los sabores de la comida y la
atmósfera del lugar que con la edad. La tarde que El Nuevo Herald hizo esta
entrevista, la “mesa de los teenagers” empezó a llenarse como todos los días a
la misma hora. Este grupo de empresarios y profesionales cubanos, que hoy están
entre los 60 y 70 años, se reúne todos los días a almorzar en el Versailles
desde have cuatro décadas.
“Yo soy el novato y tengo 20 años”, comentó José Gutiérrez.
“Venimos porque nos
atienden a cuerpo de rey”, indicó Luis González, que conoce a Valls desde
Santiago de Cuba y cuando el Versailles abrió comenzó a traer a un grupo de
santiagueros.
Para el escritor
cubanoamericano Gustavo Pérez Firmat, ir al Versailles significa recordar a los
seres queridos que ha perdido y revivir de alguna manera la historia del
exilio.
“Es una experiencia casi espiritual: picadillo for the soul”,
resumió Pérez Firmat, que en su libro Vidas en vilo le
dedicó al restaurante una viñeta titulada Los espejos del Versailles.
“Después de tantos
años de exilio, me ha pasado a mí lo que a tantos: se me han ido muriendo mis
viejitos. Pero entro en el Versailles y me parece que ahí están todavía.
Siempre que vengo a Miami hago ‘la primera y la última cena en el Versailles’
”, afirmó.
Reproducido de El Nuevo Herald, Miami
Reproducido de El Nuevo Herald, Miami
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