“HAY
BACALAO FRESCO”
La masacre de Paracuellos
también es parte de “la memoria histórica”
Entre las más de 4.500
personas que hay enterradas en el cementerio de Paracuellos
(entre militares, civiles y religiosos) se encuentra Carlos Samper Roure (1893-1936), un
teniente del cuartel de Conde Duque que fue de los primeros fusilados por los milicianos republicanos en
este triste lugar. El primer pelotón se formó el 7 de noviembre de 1936; el
último, el 4 de diciembre de ese mismo año.
El 17 de julio [1936] a las 17.00 horas estaba previsto
el Golpe de Estado contra la Segunda República. Al Gobierno le llegan
informaciones pero no se las cree del todo. Aunque lo cierto es que todos los
militares reciben la orden de sus superiores de acuartelarse. El 18 se produce
el que el régimen de Franco bautizó como el Día del Glorioso Alzamiento
Nacional. «Mi abuelo no creía que fuera nada serio e incluso acude vestido de
paisano», rememora Jesús Romero Samper, nieto del teniente, y que lleva unos cinco años investigando sobre lo ocurrido.
El “Conde Duque” era uno de los tres cuarteles de transmisiones de Madrid,
centro neurálgico y de gran importancia estratégica… El coronel ve los ánimos
demasiado caldeados para encararlos y decide llamar a la Guardia Civil; los
agentes terminan deteniendo a unos 40
oficiales, suboficiales y soldados, entre ellos Carlos Samper.
Les llevan a la cárcel Modelo (cerca de Moncloa), pero su
director les envía al Ministerio de la Guerra porque su prisión no es para
militares. Los acuartelan de nuevo en el Conde Duque y el 23 se establece una
checa, un lugar especial para interrogar —y en muchos casos documentados,
torturar—, a los sospechosos de apoyar a los golpistas. Entre el 14 y el 17 de
agosto un tribunal popular les toma declaración. ¿Su delito? Desafección.
Tras ficharles pasan por el penal de Porlier (el que
había sido el colegio de los Calasancios) y el 10 de septiembre ingresan otra
vez en la Modelo. Samper Roure está
casado y tiene cuatro hijas pequeñas. Su familia le visita cada
semana para llevarle ropa y comida hasta que le pierde la pista. Él prefiere
que no vayan porque la prisión está muy próxima al frente y sus vidas pueden
correr peligro. Una carta devuelta con el mensaje 'trasladado' les hace temer
por él, pero nadie responde. Su mujer y sus hijas sólo sabrán que ha sido
fusilado cuando acabe el conflicto…
El sueldo le fue retirado desde el arresto y los suyos
tuvieron que sobrevivir con la ayuda de otros y con la confección de jerseys
para los soldados. Cada día terminaban uno entre todas: «Mi abuela se marchó a
vivir con su madre, que era viuda, y con las cuatro niñas. Varios conocidos les echaron una mano,
como regalarles de vez en cuando una cabeza de cordero, pero en Madrid no se llegaba siquiera a lo que asignaban
las cartillas de racionamiento. La ciudad estaba sin nada».
Terminada la contienda, les entregaron todos los salarios desde 1936 con
carácter retroactivo y la pensión correspondiente como viuda de un oficial,
además de una medalla.
La mañana del 7
de noviembre de 1936 el teniente Samper Roure es llevado a Paracuellos y fusilado. Los
vecinos de la localidad madrileña tenían instrucciones de cavar cuando recibían
el mensaje: «Hay bacalao fresco». Sus restos están enterrados en la fosa número
1. Una enorme cruz contempla desde el cerro de San Miguel los centenares de
tumbas que recuerdan a estas víctimas. El Franquismo lo utilizó como lugar casi
sagrado de martirio de los suyos y los distintos casos se investigaron en la
Causa General (creada por decreto el 26 de abril de 1940), que se inició en el
primer año de posguerra.
Jesús Romero Samper ha hecho sus propias averiguaciones
sobre el terreno. Nos enseña los lugares donde se producían los fusilamientos,
el alambre que cercaba a los prisioneros y que todavía resiste en medio del
erial, y cada una de las fosas y sus monolitos. Nos habla del expediente sobre
su abuelo que asegura que su caso había sido sobreseído. En breve terminará el libro en el que rememore la
figura del teniente Samper.
¿75 años son suficientes para superar la Guerra? Romero Samper cree que
sí. ¿Ha sido necesario llegar a la generación de los nietos? «Creo que los hijos también lo consiguieron, aunque
sigan quedando radicales», reconoce en un recinto en el que la
frase es 'Españoles, perdonad, pero no olvidéis', la misma que se utilizaba en
el régimen. Para él, el enfrentamiento es algo del pasado, aunque tenga que
recuperarse lo ocurrido para la Historia. «Yo podía haber escrito los nombres
de los involucrados, porque están en la Causa General, pero para qué, ya
estarán muertos o sus familiares no tienen nada que ver. Además ya hubo muchos ajusticiamientos».
Historias de la Guerra Civil
Editado de www.elmundo.es
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