16 de julio de 2011

.

Un bal masqué

Por Justo J. Sánchez

MIAMI, Florida, julio, www.cubanet.org -Un esquema de intercambio cultural que maniobran ciertas organizaciones y promotores norteamericanos con Cuba se extiende desde Nueva York a California. El territorio llega al sur, a Miami. 

Dos aclaraciones: (1) utilizo los vocablos “esquema” y “maniobra porque las organizaciones que acceden al roster de talento cubano se seleccionan cuidadosamente en La Habana. Componen un círculo cerrado que recibe el nihil obstat gubernamental. Es maniobra porque la exportación de artes plásticas y escénicas representa una fuente de divisa, labor cosmética para el gobierno y potenciación turística en el Primer Mundo. 

(2) Lo que se llama “cultura” es “cultura-light” o “Populärkultur”: pintores contemporáneos de corta trayectoria, bajos precios y temas asequibles, Los Muñequitos de Matanzas, Omara Portuondo y Pablo Milanés en plena batalla con el Alzheimeir’s. Salida de un sarcófago aparece la faraona Hatshepsut Alonso con el Ballet Contemporáneo haciendo gala de mucha negritud y santería. Ese segmento del mercado que consume, como todos, matizado por la ideología, busca lo exótico, lo prohibido y el subdesarrollo. Ansían legitimidad como intelectuales “politically correct”.

Las instituciones norteamericanas conocen al consumidor. No serían capaces de montar una exhibición de Nicolás de la Escalera y la pintura cubana a final del XVIII. Jamás se verá una muestra de los Chartrand. No traerán de Cuba al Coro Exaudi o a la Camerata Romeu que pudo deleitarme en Nueva York. Una conversación cultural ¿podría incluir un recital de la obra de Salas a Saumell a Ignacio Cervantes? Aunque son temas cubanos, estas ofertas no se ajustan a los parámetros revolucionarios o “revolution-friendly” de la izquierda burguesa, mercado que compra boletos, cuadros y viaja a Cuba. 

Este segmento prefiere contonear las caderas con los Van-Van, suspirar con Omara y comprar un cuadrito de tres mil dólares. “¡Mira qué lindo me quedó en la sala! Es de Cuba”. Los presque arrivés en Miami prefieren continuar trillando terreno conocido. Han pedido asilo político; Milanés defiende el sistema del que se han exiliado. Esa ausencia y destierro, se sabe, dura hasta que se les otorgue la residencia y partan raudos a La Habana. “¡Ay, Pablito es un artista, un maestro!” Sí, del oportunismo.

Como parte integral de la mercadotecnia, los promotores y marchantes utilizan el bloqueo y la ultraderecha miamense para hacer el producto más llamativo. Es difícil conseguir visas (no se divulga la comisión que hay que pagar a Abel Prieto por el permiso de viaje y que la Sección de Intereses en La Habana otorga visas hasta a narcotraficantes como Ernesto Milanés, ahora pintor). El miedo a la derecha cubana, los Republicanos y lo vedado imparten encanto y glamour a los conciertos y la mercancía cultural…

Para leer el artículo completo:
http://www.cubanet.org/uncategorized/un-bal-masque

No hay comentarios:

Publicar un comentario