El triunfo de la presión
Ana Dolores García
El régimen cubano se decide al fin a dejar en libertad a cinco prisioneros de conciencia en estos próximos días, e igualmente conceder la excarcelación de otros hasta llegar al número de 52 que, según se dice, fue conseguido por el diálogo Ortega-Castro, diálogo al que se ha agregado un nuevo personaje, el Ministro español Moratinos.
Los titulares de la prensa, escrita o digital, ya pregonan los éxitos de tal diálogo. La máxima figura de la Iglesia Católica en Cuba y el vocero del gobierno socialista español, -el siempre fiel-, recogen ahora de los comentaristas extranjeros los frutos de ese diálogo con Raúl Castro.
De la Iglesia, no podemos extrañarnos que se avenga a interceder por aquellos que sufren. A Moratinos le quedan largos esos rasgos de piedad y compasión. Sus frutos son de otra clase y los recogerá en el Parlamento Europeo cuando trate de convencer a sus miembros de que el régimen cubano se encamina hacia una revisión de su política en cuando a los derechos humanos se refiere.
Sería apropiado preguntarse si las noticias que han sido ofrecidas ayer conjuntamente por el cardenal Ortega y el gobierno cubano son realmente producto de ese díálogo, o de la presión que desde la muerte de Zapata Tamayo se ejerce sobre el régimen castrista.
Tal vez el diálogo fuera sólo una convocatoria hecha por el propio Raúl para que el cardenal, a nombre de la Iglesia, le sacara las castañas del fuego. Porque, desde luego, el gobierno no podía reconocer que cedía directamente a la actitud rebelde de quienes tan abiertamente se le oponen y desafían.
Pero si se tratara de una mediación sería diferente, por humanidad se complacería a la Iglesia, esos paniaguados europeos acoplados ya con los yankees no pensarían tan mal de Raúl, y así se salvaría la honrilla. Por eso la realidad del diálogo es otra. Y son dos factores los que la determinan.
Uno de ellos es que el gobierno cubano, económicamente, se encuentra en un callejón sin salida: está en la más completa bancarrota. Necesita con urgencia hacer un gesto para convencer a Europa y al odiado imperio de que le faciliten créditos. Cuando Raúl heredó el poder hace ya dos años, se habló de posibles cambios, de un modelo chino a seguir, de abandono de las irracionales ideas económicas de su hermano y mentor. La ilusión duró poco tiempo.
Cincuenta años de improvisaciones, cálculos erróneos, incompetencia administrativa, una sociedad a la que se la ha destruido moralmente y se la ha sumido en la desidia, la frustración y la miseria, han llevado a Cuba a una situación en la que hoy sólo trata de sobrevivir.
El otro factor es, precisamente, el de los derechos humanos, esos que nunca respetaron desde que al tomar el poder asesinaron ante los paredones de fusilamiento a miles de cubanos que se opusieron a la imposición del comunismo, o a los que sólo se sospechaba que pudieran hacerlo. Crímenes, vejaciones, encarcelamientos que se sucedieron ininterrumpidamente a lo largo del más de medio siglo que detentan el poder.
Pero en los últimos meses se notó un cambio en la opinión mundial. La muerte de Zapata Tamayo, prisionero de conciencia, inmolándose en una huelga de hambre por los maltratos a los que continuamente era sometido, despertó al mundo.
Se cumplía también un aniversario de la Primavera Negra, y las mujeres de los encarcelados salieron a la calle pacíficamente durante toda una semana. Imbuido por la fuerza que lo amparaba, el régimen convocó a sus “brigadas de asalto”, la claque que se prestó dócilmente a vejar a aquellas mujeres. Las imágenes de estos atropellos recorrieron también el mundo.
Otros presos se prestaron a ocupar el puesto de Zapata Tamayo en más huelgas de hambre. A medida que pasaban los días y se deterioraba la salud de Fariñas, se presentía que algo tendría que suceder. Así surgió la mediación. Una válvula de escape para sortear la peligrosa situación que se atravesaba.
Las noticias que se han conocido ayer parecen ser más bien un triunfo de los que se enfrentan al régimen. Fariñas ha conseguido parte inicial de lo que pedía y el gobierno ha concedido vigencia a esos presidiarios que promete excarcelar, sin considerarlos, como hasta ahora, mercenarios del imperio.
Es un día en que con justicia los cubanos nos regocijamos, pero también con cautela. Es sólo el comienzo de una liberación que prometen será amplia. Falta por ver si lo cumplen. Falta por ver si sólo se trata de un apaciguamiento calculado para dar tiempo a que se reúna el Parlamento Europeo y dé buen resultado el cabildeo de Ortega en Washington.
Por lo demás, cabe pensar que la tal liberación de los presos es más bien un cambio de condena; la de prisión por la de destierro. España, gustosa y humanamente acogerá a aquellos a quienes les nieguen o les hagan imposible el vivir en su patria.
Ana Dolores García
Julio, 2010
Los titulares de la prensa, escrita o digital, ya pregonan los éxitos de tal diálogo. La máxima figura de la Iglesia Católica en Cuba y el vocero del gobierno socialista español, -el siempre fiel-, recogen ahora de los comentaristas extranjeros los frutos de ese diálogo con Raúl Castro.
De la Iglesia, no podemos extrañarnos que se avenga a interceder por aquellos que sufren. A Moratinos le quedan largos esos rasgos de piedad y compasión. Sus frutos son de otra clase y los recogerá en el Parlamento Europeo cuando trate de convencer a sus miembros de que el régimen cubano se encamina hacia una revisión de su política en cuando a los derechos humanos se refiere.
Sería apropiado preguntarse si las noticias que han sido ofrecidas ayer conjuntamente por el cardenal Ortega y el gobierno cubano son realmente producto de ese díálogo, o de la presión que desde la muerte de Zapata Tamayo se ejerce sobre el régimen castrista.
Tal vez el diálogo fuera sólo una convocatoria hecha por el propio Raúl para que el cardenal, a nombre de la Iglesia, le sacara las castañas del fuego. Porque, desde luego, el gobierno no podía reconocer que cedía directamente a la actitud rebelde de quienes tan abiertamente se le oponen y desafían.
Pero si se tratara de una mediación sería diferente, por humanidad se complacería a la Iglesia, esos paniaguados europeos acoplados ya con los yankees no pensarían tan mal de Raúl, y así se salvaría la honrilla. Por eso la realidad del diálogo es otra. Y son dos factores los que la determinan.
Uno de ellos es que el gobierno cubano, económicamente, se encuentra en un callejón sin salida: está en la más completa bancarrota. Necesita con urgencia hacer un gesto para convencer a Europa y al odiado imperio de que le faciliten créditos. Cuando Raúl heredó el poder hace ya dos años, se habló de posibles cambios, de un modelo chino a seguir, de abandono de las irracionales ideas económicas de su hermano y mentor. La ilusión duró poco tiempo.
Cincuenta años de improvisaciones, cálculos erróneos, incompetencia administrativa, una sociedad a la que se la ha destruido moralmente y se la ha sumido en la desidia, la frustración y la miseria, han llevado a Cuba a una situación en la que hoy sólo trata de sobrevivir.
El otro factor es, precisamente, el de los derechos humanos, esos que nunca respetaron desde que al tomar el poder asesinaron ante los paredones de fusilamiento a miles de cubanos que se opusieron a la imposición del comunismo, o a los que sólo se sospechaba que pudieran hacerlo. Crímenes, vejaciones, encarcelamientos que se sucedieron ininterrumpidamente a lo largo del más de medio siglo que detentan el poder.
Pero en los últimos meses se notó un cambio en la opinión mundial. La muerte de Zapata Tamayo, prisionero de conciencia, inmolándose en una huelga de hambre por los maltratos a los que continuamente era sometido, despertó al mundo.
Se cumplía también un aniversario de la Primavera Negra, y las mujeres de los encarcelados salieron a la calle pacíficamente durante toda una semana. Imbuido por la fuerza que lo amparaba, el régimen convocó a sus “brigadas de asalto”, la claque que se prestó dócilmente a vejar a aquellas mujeres. Las imágenes de estos atropellos recorrieron también el mundo.
Otros presos se prestaron a ocupar el puesto de Zapata Tamayo en más huelgas de hambre. A medida que pasaban los días y se deterioraba la salud de Fariñas, se presentía que algo tendría que suceder. Así surgió la mediación. Una válvula de escape para sortear la peligrosa situación que se atravesaba.
Las noticias que se han conocido ayer parecen ser más bien un triunfo de los que se enfrentan al régimen. Fariñas ha conseguido parte inicial de lo que pedía y el gobierno ha concedido vigencia a esos presidiarios que promete excarcelar, sin considerarlos, como hasta ahora, mercenarios del imperio.
Es un día en que con justicia los cubanos nos regocijamos, pero también con cautela. Es sólo el comienzo de una liberación que prometen será amplia. Falta por ver si lo cumplen. Falta por ver si sólo se trata de un apaciguamiento calculado para dar tiempo a que se reúna el Parlamento Europeo y dé buen resultado el cabildeo de Ortega en Washington.
Por lo demás, cabe pensar que la tal liberación de los presos es más bien un cambio de condena; la de prisión por la de destierro. España, gustosa y humanamente acogerá a aquellos a quienes les nieguen o les hagan imposible el vivir en su patria.
Ana Dolores García
Julio, 2010
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