4 de julio de 2010

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El 4 de Julio,
George Washington y las Mujeres Cubanas

Frank Calzón

En este 4 de Julio, recordamos a los hombres y mujeres que defendiendo la causa de la libertad y los intereses de la nación americana, ponen en peligro sus vidas alrededor del mundo. Pero no podemos olvidar que muy cerca existe un régimen despótico que le niega todo los derechos al pueblo cubano. En este día, recordamos muy especialmente a los presos políticos cubanos y a las Damas de Blanco, mujeres cubanas: madres, esposas, hijas de los cautivos de los Castro.

Este domingo, como lo han venido haciendo, las Damas de Blanco asistirán a misa para rogar por la libertad de todos los cubanos. Estas valientes cubanas han recibido de todo tipo de maltratos, que han sido denunciados por los cubanos libres y por personalidades alrededor del mundo como la primera dama de Francia, Vaclav Havel, el ex-presidente Checo, y el Presidente Barack Obama.

No tan conocidas hoy, otro grupo de valientes cubanas, las Damas de La Habana, jugaron un papel fundamental cuando ayudaron a George Washington en uno de sus momentos más críticos.

La batalla de Yorktown no había ocurrido todavía, pero el jefe de las fuerzas británicas, General Charles Cornwallis se aprestaba a lo que todos creían iba ser la derrota final de las fuerzas lideriadas por Washington. Los americanos, según explica el historiador Stephen Bonsal, cuando cita al Conde de Rochambeau, “están casi sin medias, sin zapatos, al final casi sin recursos y Washington no tendrá ni la mitad de las tropas con las que cuenta.” El libro se titula “When the French were Here,” Cuando los Franceses estaban acá.

En 1781, en medio de la crisis, Washington envió al almirante francés Francois de Grasse en busca de fondos en el Caribe, pero como explica Charles Lee Lewis, en su libro “El Admirante de Grasse y la Independencia Americana,” cuando los franceses llegaron a La Habana, la flota española había partido para España y el gobierno español no tenía recursos para ayudar a los patriotas americanos. La causa de la independencia norteamericana era muy popular en Cuba, y en aquel momento, las damas de La Habana “donaron sus diamantes, aportando 1,200,000 livres” que los franceses se apresuraron a llevar a Washington.

Otro historiador Jean Jaques Antier reportó que De Grasse llegó a Filadelphia, tomó un bote hasta Chester, Pensilvania adonde llegó en septiembre de 1861. “Vimos en la distancia al General Washington saludándonos con su sombrero en mano, dando grandes muestras de alegría. De Rochambeau acababa de desembarcar cuando Washington, que generalmente era muy parco en demostrar su emoción, lo abrazó.” Los fondos habían llegado y la lucha por la independencia continuaba.

En la campaña de 1781, terminó la guerra. Cornwallis se rindió y como escribió Bonsal, “El millón que enviaron las damas de La Habana puede considerarse como los cimientos del edificio sobre el cual se erigió la independencia americana.

En 1781, todavía no existían los Estados Unidos, como naturalmente no existían los programas para la promoción de los derechos humanos y la libertad alrededor del mundo de la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos. La dictadura de los Castro aborrece los programas de esa agencia para ayudar a una transición a la democracia en Cuba, y en Washington, hasta en Miami se levantan las voces de algunos que no comprenden la importancia de ese esfuerzo, o que le hacen eco a los artículos de Granma. Este 4 de julio, oremos por las fuerzas norteamericanas alrededor del mundo, por las Damas de Blanco en La Habana, y por los presos políticos cubanos; y no olvidemos aquellas Damas de La Habana que como las Damas de Blanco hoy, demostraron ayer su devoción a la causa de la libertad.

Frank Calzón es el director ejecutivo del Centro para Cuba Libre.
Frank.Calzon@cubacenter.org

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